DOMINGO XIX. CICLO C
Fe y espera.
EMILIO RODRIGUEZ ASCURRA / contactoconemilio@gmail.com
La confianza es la base de cualquier institución humana: la amistad, el matrimonio, los
proyectos en común, y es clave en la promesa hecha por Dios a Abrahám. Quien no
confía, quien no cree, no espera nada, está sumido en la desesperanza, derrotado antes
de tiempo. “La fe es el fundamento de lo que se espera y la prueba de lo que no se ve”
(Hebreos 11,1), tal es la mayor síntesis de fe de un pueblo, como el israelita que
esperaba la liberación de la dominación egipcia y el paso a la tierra prometida.
Fe y espera van juntas, son como dos caras de una misma moneda, quien tiene fe espera
el cumplimiento de aquello en lo que ha depositado su confianza, en nuestro caso de
Aquel que es causa y razón de nuestra esperanza: Jesucristo, camino, verdad y vida. El
siervo fiel está siempre vigilante a la espera del retorno de su señor, no pasivamente
mirando la vida pasar desde el costado, sino de manera activa, pues es fiel en el servicio
a los demás.
Así anticipa el regreso del Señor, cada uno de nosotros estamos invitados a anticipar, a
ser anticipadores, del regreso del Señor, haciendo el bien a nuestros hermanos, viviendo
como si él ya estuviera en medio nuestro. “Ser vigilante significa saberse ante la mirada
de Dios y obrar como suele hacerse ante sus ojos” (Benedicto XVI).
Quien vigila no se duerme, mucho menos se deja llevar por la comodidad de servir a
otros señores mientras el verdadero está aun no llega, no traiciona la fe en el único Dios,
“no licúa la fe” como nos enseña el Papa Francisco, mucho menos somete a los débiles,
maltrata a los más desposeídos, sino que adopta la misma postura que Cristo en medio
nuestro al lavar los pies a sus discípulos. El siervo fiel sirve a los demás, va en busca de
los alejados, conforta a los afligidos, hace de la misericordia actitud concreta de vida, un
proyecto de vida, y así revela en quién tiene depositada su fe.-