EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
martes 13 Agosto 2013
Martes de la decimonovena semana del tiempo ordinario
Deuteronomio 31,1-8.
Moisés fue a decir estas palabras a todo Israel:
"Ya tengo ciento veinte años. En adelante no podré ejercer ninguna actividad;
además, el Señor me dijo: 'Tu no pasarás el Jordán'.
El Señor, tu Dios, es el que cruzará delante de ti; él eliminará de tu presencia a
todas esas naciones, y tú las desposeerás de sus dominios. Será Josué el que
cruzará al frente de ti, como el Señor lo ha ordenado.
El Señor tratará a esas naciones como trató a Sijón y a Og - los reyes amorreos - y
a sus países, cuando los destruyó por completo.
El las pondrá en tus manos, y entonces ustedes deberán comportarse con ellas
conforme a la orden que les di.
¡Sean fuertes y valientes! No tengan miedo ni tiemblen ante ellas. Porque el Señor,
tu Dios, te acompaña, y él no te abandonará ni te dejará desamparado".
Después Moisés llamó a Josué y le dijo en presencia de todo Israel: "Sé fuerte y
valiente. Tú irás con este pueblo hasta la tierra que el Señor les dará porque así lo
juró a sus padres, y tú los pondrás en posesión de ella.
El Señor irá delante de ti, él estará contigo y no te abandonará ni te dejará
desamparado. No temas ni te acobardes".
Deuteronomio 32,3-4a.7.8.9.12.
Voy a proclamar el nombre de Yavé:
¡alaben a nuestro Dios!
El es la Roca cuya obra es perfecta,
y todos sus caminos son justicia.
Es Dios leal, enemigo del mal,
es recto y justo.
Acuérdate de los días pasados,
recuerda las generaciones anteriores.
Interroga a tu padre, que te cuente,
a tus ancianos, que te expliquen.
Cuando el Altísimo dio a cada pueblo su tierra,
cuando repartió a los hijos de Adán,
fijó las fronteras de los pueblos
según el número de los Hijos de Dios.
Pero la parte de Yavé fue su pueblo,
Jacob fue su propio dominio.
Sólo Yavé lo guiaba,
no estaba con él ningún dios ajeno.
Evangelio según San Mateo 18,1-5.10.12-14: “
En aquel momento los discípulos se acercaron a Jesús para preguntarle: "¿Quién es
el más grande en el Reino de los Cielos?".
Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos
y dijo: "Les aseguro que si ustedes no cambian o no se hacen como niños, no
entrarán en el Reino de los Cielos.
Por lo tanto, el que se haga pequeño como este niño, será el más grande en el
Reino de los Cielos.
El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí mismo.
Cuídense de despreciar a cualquiera de estos pequeños, porque les aseguro que sus
ángeles en el cielo están constantemente en presencia de mi Padre celestial.
¿Qué les parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y una de ellas se pierde, ¿no deja
las noventa y nueve restantes en la montaña, para ir a buscar la que se extravió?
Y si llega a encontrarla, les aseguro que se alegrará más por ella que por las
noventa y nueve que no se extraviaron.
De la misma manera, el Padre que está en el cielo no quiere que se pierda ni uno
solo de estos pequeños.
Comentario del Evangelio por :
Papa Francisco
Homilía del 07/04/2013, Capilla papal para la toma de posesión de la
cátedra del obispo de Roma (trad. © Libreria Editrice Vaticana)
“Ir a buscar la oveja que se extravió”
Adán después del pecado sintió vergüenza, se ve desnudo, siente el peso de lo que
ha hecho; y sin embargo Dios no lo abandona: si en ese momento, con el pecado,
inicia nuestro exilio de Dios, hay ya una promesa de vuelta, la posibilidad de volver
a Él. Dios pregunta enseguida: «Adán, ¿dónde estás?» (Gn 3,9), lo busca. Jesús
quedó desnudo por nosotros, cargó con la vergüenza de Adán, con la desnudez de
su pecado para lavar nuestro pecado: sus llagas nos han curado. (Is 53,5; 1P 2,24)
Acordaos de lo de san Pablo: ¿De qué me puedo enorgullecer sino de mis
debilidades, de mi pobreza? (cf 2Co 11,30s) Precisamente sintiendo mi pecado,
mirando mi pecado, yo puedo ver y encontrar la misericordia de Dios, su amor, e ir
hacia Él para recibir su perdón. En mi vida personal, he visto muchas veces el
rostro misericordioso de Dios, su paciencia; he visto también en muchas personas
la determinación de entrar en las llagas de Jesús, diciéndole: Señor estoy aquí,
acepta mi pobreza, esconde en tus llagas mi pecado, lávalo con tu sangre (Ap 1,5).
Y he visto siempre que Dios lo ha hecho, ha acogido, consolado, lavado, amado.
Queridos hermanos y hermanas, dejémonos envolver por la misericordia de Dios;
confiemos en su paciencia que siempre nos concede tiempo; tengamos el valor de
volver a su casa, de habitar en las heridas de su amor dejando que Él nos ame, de
encontrar su misericordia en los sacramentos. Sentiremos su ternura, tan hermosa,
sentiremos su abrazo y seremos también nosotros más capaces de misericordia, de
paciencia, de perdón y de amor.
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”