EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Solemnidad de la Asunción de la Virgen María
Apocalipsis 11,19a.12,1-6a.10ab.
En ese momento se abrió el Templo de Dios que está en el cielo y quedó a la vista
el Arca de su Alianza, y hubo rayos, voces, truenos y un temblor de tierra, y cayó
una fuerte granizada.
Y apareció en el cielo un gran signo: una Mujer revestida del sol, con la luna bajo
sus pies y una corona de doce estrellas en su cabeza.
Estaba embarazada y gritaba de dolor porque iba a dar a luz.
Y apareció en el cielo otro signo: un enorme Dragón rojo como el fuego, con siete
cabezas y diez cuernos, y en cada cabeza tenía una diadema.
Su cola arrastraba una tercera parte de las estrellas del cielo, y las precipitó sobre
la tierra. El Dragón se puso delante de la Mujer que iba a dar a luz, para devorar a
su hijo en cuanto naciera.
La Mujer tuvo un hijo varón que debía regir a todas las naciones con un cetro de
hierro. Pero el hijo fue elevado hasta Dios y hasta su trono,
y la Mujer huyó al desierto, donde Dios le había preparado un refugio para que allí
fuera alimentada durante mil doscientos sesenta días.
Y escuché una voz potente que resonó en el cielo: "Ya llegó la salvación, el poder y
el Reino de nuestro Dios y la soberanía de su Mesías, porque ha sido precipitado el
acusador de nuestros hermanos, el que día y noche los acusaba delante de nuestro
Dios.
Salmo 45(44),10bc.11-12.15b-16.
Oro de Ofir en sus vestiduras luce.
Ahora tú, hija, atiéndeme y escucha:
olvida a tu pueblo y la casa de tu padre,
y tu hermosura al rey conquistará. El es tu Señor:
vestida de brocados al rey es conducida.
La siguen sus compañeras vírgenes
que te son presentadas.
Escoltadas de alegría y júbilo,
van entrando al palacio real.
Carta I de San Pablo a los Corintios 15,20-27a.
Pero no, Cristo resucitó de entre los muertos, el primero de todos.
Porque la muerte vino al mundo por medio de un hombre, y también por medio de
un hombre viene la resurrección.
En efecto, así como todos mueren en Adán, así
también todos revivirán en Cristo, cada uno según el orden que le corresponde:
Cristo, el primero de todos, luego, aquellos que estén unidos a él en el momento de
su Venida.
En seguida vendrá el fin, cuando Cristo entregue el Reino a Dios, el Padre, después
de haber aniquilado todo Principado, Dominio y Poder.
Porque es necesario que Cristo reine hasta que ponga a todos los enemigos debajo
de sus pies.
El último enemigo que será vencido es la muerte,
ya que Dios todo lo sometió bajo sus pies. Pero cuando él diga: "Todo está
sometido", será evidentemente a excepción de aquel que le ha sometido todas las
cosas.
Evangelio según San Lucas 1,39-56.
En aquellos días, María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá.
Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel,
llena del Espíritu Santo,
exclamó: "¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu
vientre!
¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme?
Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno.
Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del
Señor".
María dijo entonces: "Mi alma canta la grandeza del Señor,
y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador,
porque el miró con bondad la pequeñez de tu servidora. En adelante todas las
generaciones me llamarán feliz,
porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas: ¡su Nombre es santo!
Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquellos que lo
temen.
Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón.
Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes.
Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías.
Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su misericordia,
como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y de su
descendencia para siempre".
María permaneció con Isabel unos tres meses y luego regresó a su casa.
Comentario del Evangelio por:
Concilio Vaticano II
Lumen Gentium 68-69 - Copyright © Libreria Editrice Vaticana
María, signo de esperanza cierta y de consuelo para el Pueblo peregrinante
de Dios
Mientras tanto, la Madre de Jesús, de la misma manera que, glorificada ya en
los cielos en cuerpo y en alma, es imagen y principio de la Iglesia que habrá de
tener su cumplimiento en la vida futura, así en la tierra precede con su luz al
peregrinante Pueblo de Dios como signo de esperanza cierta y de consuelo hasta
que llegue el día del Señor (cf. 2 P 3,10).
Es motivo de gran gozo y consuelo para este santo Concilio el que también
entre los hermanos separados no falten quienes tributan el debido honor a la Madre
del Señor y Salvador, especialmente entre los Orientales, que concurren con
impulso ferviente y ánimo devoto al culto de la siempre Virgen Madre de Dios.
Ofrezcan todos los fieles súplicas apremiantes a la Madre de Dios y Madre de los
hombres para que ella, que ayudó con sus oraciones a la Iglesia naciente, también
ahora, ensalzada en el cielo por encima de todos los ángeles y bienaventurados,
interceda en la comunión de todos los santos ante su Hijo hasta que todas las
familias de los pueblos, tanto los que se honran con el título de cristianos como los
que todavía desconocen a su Salvador, lleguen a reunirse felizmente, en paz y
concordia, en un solo Pueblo de Dios, para gloria de la Santísima e indivisible
Trinidad.
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”