Comentario al evangelio del Viernes 16 de Agosto del 2013
El proyecto de Dios era bello: en el Paraíso, el amor haría encontrarse en plenitud al hombre y a la
mujer. Ese amor era, debería ser, un reflejo del mismo amor de Dios. Pero ese proyecto quedó
destrozado por el pecado. Ahora vivimos en un esfuerzo continuo y dificil por reconstruir aquel sueño.
Por eso cada pareja que se casa nos permite ilusionarnos de nuevo y soñar que el amor es posible. Y
cada fracaso de una pareja en su amor se convierte en una pesadilla. No se trata sólo de su fracaso
como personas. Su fracaso es nuestro fracaso. Su dolor es nuestro dolor.
Una vez más el sueño de Dios se ha visto frustrado. Pero la voz de Jesús nos sigue invitando a soñar, a
ilusionarnos, a volver a intentarlo, aunque el fracaso esté delante de nosotros como una posibilidad,
Por que el amor entre el hombre y la mujer será siempre uno de los signos más bellos del amor con el
que Dios nos ama.
CR