DOMINGO XX. CICLO C.
SER CRISTIANOS ES IR CONTRACORRIENTE.
EMILIO RODRIGUEZ ASCURRA / contactoconemilio@gmail.com
La fidelidad a Jesús no es tarea fácil para ningún cristiano, así como la vida de Él
mismo no fue sencilla sino estuvo cargada de oposiciones, cuestionamientos y dolores.
Las palabras con las que nos habla Jesús este domingo nos escandalizan, estamos
acostumbrados a que nos hable de amor, de paz, de la bondad, no de división,
enfrentamientos, y de desear que el fuego estuviese ya ardiendo sobre la tierra.
A simple vista nos da la impresión de que Jesús se deja llevar por el enojo de ver que
pocos se convierten ante sus palabras, parece un profeta de calamidades más que el
Salvador esperado. Sin embargo, nos anticipa lo que ocurrirá utilizando un lenguaje que
nos resulta duro de asimilar pero que no nos deja iguales, nos interpela, nos mueve.
Así es Jesús, nadie puede quedar igual cuando lo ha escuchado, cuando su Palabra ha
hecho mecha en nuestro corazón y ha transformado nuestra existencia. Ese es el fuego
que Jesús desea arda pronto sobre la tierra: el fuego del corazón ardiente de todos sus
discípulos, de todos quienes hemos decidido configurar nuestra vida con los valores del
Reino que son la unión, la caridad, la esperanza, la bondad, la solidaridad. Todos los
contrarios a los que describe Jesús, pues lo que nos quiere hacer ver es que su presencia
en medio de los pueblos no pasa desapercibida sino que marca una brecha entre quienes
le decimos sí y entre los que se oponen a hacer el bien.
Éstas son las divisiones y las discordias de las que nos habla hoy aun en los núcleos más
íntimos como lo es la propia familia, prefiguradas en la imagen del profeta Jeremías que
fue arrojado a un poso y condenado a morir de inanición si Dios no hubiese intervenido
a favor de él por aquellos que no toleraban sus profecías, pues no se condecían con sus
deseos egoístas. Ser cristianos es ir contracorriente no generar cortocircuitos, sino
sembrar amor donde solo hay hostilidad, unidad donde hay división, esperanza donde
abunda la desolación y a Dios mismo allí donde la tiniebla todo lo oculta. No tengamos
miedo de ir contracorriente.-