“EL AMOR LIGHT TE VACÍA…”
Carta monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas
para el XXI domingo de Pascua (25 de agosto de 2013)
En el Evangelio de este domingo (Lc. 13,22-30), el Señor nos presenta algunas condiciones para
participar del banquete del amor, o del Reino. Desde ya, su propuesta es exigente: “Esfuércense
en entrar por la puerta angosta, porque les digo que muchos intentarán entrar pero no podrán”
(Lc. 13,24). Es cierto que solo podemos asumir las exigencias o condiciones, cuando
descubrimos el tesoro. En el texto Jesús nos plantea que ese tesoro es el Reino de Dios, en
definitiva este nuevo Reino es el “Reino del Amor”.
Considero importante que intentemos profundizar sobre el sentido cristiano de la palabra amor.
Muchas veces escuchamos el uso de esta palabra vaciada del significado profundo que tiene. Es
comprensible que esto ocurra en el contexto de nuestra época que tiende a superficializar las
propuestas y presentarnos cosas que parecen ser, pero no son. Tenemos bebidas, comidas y a
veces hasta relaciones humanas que son solamente “Light” (superficiales). En este contexto la
palabra amor se liga a logros sensibles, a cuestiones circunstanciales y sin compromisos.
El amor que nos propone Jesús para ingresar a su Reino nos plantea que: “No hay amor más
grande que dar la vida por los amigos” (Jn. 15,13). Uno queda sorprendido como muchos luchan
por acceder a otro tipo de reino, “el reino del poder, tener y placer”. Reinos temporales que son
absolutizados e idolatrizados. ¿Cómo hacer entender que la idolatría, no llena ni plenifica el
corazón humano? Es lamentable tener que señalar que es muy difícil encontrar actitudes, que
están realmente motivadas por el bien común, aún cuando la mayoría se denomina cristiano. A
veces se habla de justicia, de los pobres, de reivindicaciones sociales… ¡Se habla!, se pelea y
lucha, pero en general no tanto por solidaridad hacia el necesitado, sino para encubrir luchas de
poder. El Eclesiastés nos señala el absurdo de tanto desgaste, “si todo es vanidad y solo atrapar
vientos”. Es bueno recordar a nuestra dirigencia que hay “estilos” que cayeron en desgracia y
que no tienen futuro. El que apueste a trabajar de verdad, por el bien común de la gente,
dialogue, y tenga en cuenta el valor de la ¡justicia!, seguramente contará con su credibilidad y
favor.
Es necesario señalar que a pesar de estos males del presente, también podemos encontrar muchas
expresiones de verdadero amor en nuestra sociedad, expresiones de bien común, que son en
definitiva las acciones que sostienen y construyen la historia: El amor de una madre por sus
hijos, el sacrificio de un padre de familia, amigos que dan la vida por sus amigos, los esposos
que se hacen uno en el amor, ciudadanos y dirigentes generosos, pero Jesús a los cristianos nos
enseña algo nuevo, él amó así a todos, incluso a los enemigos. Por eso la caridad no es solo para
un grupo, es universal. A este Reino o a este banquete están invitados todos: “Pues vendrán
muchos de oriente y occidente, del norte y del sur, a sentarse a la mesa en el Reino de Dios. Hay
últimos que serán los primeros y primeros que serán últimos” (Lc. 13,29-30).
Pero no debemos olvidar que el ingreso es por la puerta angosta. Amar exige tener en cuenta a
los demás, dar la vida por los otros, sobre todo por los que más necesitan. Para que el servicio a
los demás no sea solo sacar provecho personal necesita del respaldo de la caridad.
Este tema tiene especial vigencia, porque hoy insistimos que es indispensable globalizar la
solidaridad. La palabra solidaridad para un cristiano no tiene solo un componente social, sino
que además tiene un fundamento teológico o bien en la fe. La solidaridad es una expresión de la
caridad. Jesucristo, es el maestro de la caridad, quien por amor dio su vida por nosotros.
Esta condición que nos plantea el Evangelio de este domingo para entrar al Reino, de amar como
fundamento de la solidaridad y del bien común, es un tema central para que lo tengamos presente
y evitemos seguir perdiendo el tiempo atrapando vientos. La mentira no tiene futuro.
Un saludo cercano y hasta el próximo domingo!
Mons. Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas