XXI Semana del Tiempo Ordinario (Año Impar)
Miércoles
Lecturas bíblicas
a.- 1Tes. 2,9-13: Trabajando proclamaos el Evangelio de Dios.
b.- Mt. 23, 27-32: Sois hijos de los que asesinaron a los profetas.
Las dos últimas maldiciones o recriminaciones de Jesús contra los fariseos se
refieren a la pureza del corazón (vv.27.29). Comparar a los fariseos con sepulcros
blanqueados, es decirles, que por fuera son blancos y puros, pero por dentro, están
llenos de corrupción; se trata de la contraposición entre lo exterior y lo interior. La
crítica, va en contra del afán de cumplir la ley, cuando lo que pretende es burla la
ley en sus exigencias más profundas (cfr. Rm. 2, 17ss). No cumple la ley, pero se
gloria de hacerlo (cfr. Mt. 6, 2. 5. 16), usa la ley para adquirir prestigio ante los
hombres. Una segunda mención a los sepulcros, se refiere a los profetas que
mataron los judíos (cfr. 2Cro. 24, 20-22). Había surgido en tiempos de Jesús, un
culto a los profetas mártires y a los grandes hombres del pueblo de Israel. En
Hebrón, se habían levantado sendos sepulcros a Abraham, Isaac y Jacob, pero sus
hijos habían matado a los embajadores de Yahvé por eso, Jesús los condena porque
ahora tampoco aceptan a su enviado el Mesías. Velada alusión a su propia muerte,
al destino que le esperaba entre esa gente, por eso dice: “¡Colmad también
vosotros la medida de vuestros padres!” (v. 32). Como el profeta, Jesús tiene su
destino sellado y, serán precisamente escribas y fariseos, quienes lo condenarán a
muerte en el Calvario, pero que con su Resurrección traerá la salvación al mundo
entero. A nosotros este evangelio nos dice que debemos cumplir la palabra de
Dios, pero lejos de nosotros pensar que por ello ya estamos seguros de la salvación
u obtenemos una salvación automática. No, la salvación aunque cumplamos todo,
es siempre una gracia nueva del Señor, don gratuito, amor que nos hace mejores
cristianos cada día, y por ello, debemos ser hombres y mujeres agradecidos. Dios
cuenta con nuestra voluntad, para seguir amándole y sirviendo al prójimo, desde
una respuesta libre y humilde, aunque somos cristianos desde la cuna, siempre
tendremos que decir: somos siervos inútiles, hicimos o que teníamos que hacer en
la casa del Señor (cfr. Lc. 17, 10).
Teresa de Jesús, buscaba en la lectura de libros espirituales, el camino de la oración
y, cuando se los quitaron, el Señor le dijo que ÉL sería en el futuro su libro vivo:
“Cuando se quitaron muchos libros de romance, que no se leyesen, yo sentí mucho,
porque algunos me daba recreación leerlos, y yo no podía ya, por dejar los
[escritos] en latín. Me dijo el Señor: No tengas pena, que Yo te daré libro vivo. Yo
no podía entender por qué se me había dicho esto, porque aún no tenía visiones;
después, desde a bien pocos días, lo entendí muy bien, porque he tenido tanto en
qué pensar y recogerme en lo que veía presente, y ha tenido tanto amor el Señor
conmigo para enseñarme de muchas maneras, que muy poca o casi ninguna
necesidad he tenido de libros. Su Majestad ha sido el libro verdadero adonde he
visto las verdades” (V 26,5).