XXI Semana del Tiempo Ordinario (Año Impar)
Sábado
Lecturas bíblicas
a.- 1Tes. 4,9-11: Dios les ha enseñado a amarse los unos a los otros.
b.- Mt. 25, 14-30: Parábola de los talentos.
Este evangelio, nos presenta la parábola de los talentos. El señor confía a sus
criados varios encargos para cuando se ausente; lo que importan es que cumplan
su voluntad. El dinero confiado, no es para guardarlo de los ladrones, sino para
hacerlos ganar más dinero, lo que exige en el fondo, es tener deseos de aumentar
esos bienes con la iniciativa y riesgo personal. La distinta cantidad de dinero, se
suma a la capacidad personal de cada criado; el señor confía en la acreditada
fidelidad de cada uno y la ratifica en la cantidad que le confió: uno recibe, cinco,
otro dos, el tercero uno. Los dos primeros producen lo esperado, pero el tercero,
decepciona a su señor, porque enterró el dinero y no produjo nada. Hay que
destacar el tiempo, que tuvieron para trabajar ese dinero, ya que el señor, volvió
después de mucho tiempo, en forma al parecer imprevista. En el ajuste de cuentas,
sólo sale mal el tercero, puesto que no sólo no trabajó, sino que además acusa al
señor de codicioso o haber querido enriquecer injustamente; este siervo no
comprendió desde el comienzo la voluntad de su señor. Los dos primeros son
premiados ubérrimamente, en cambio, el tercero, es castigado a las tinieblas,
donde hay llanto y crujir de dientes. Finalmente, se descubre que el único talento
que tenía el mal siervo, pasa a aumentar al que tiene diez, con lo que se dice, que
los talentos han pasado a ser propiedad de los siervos. No sólo deben restituir lo
confiado, sino que el señor les entregó los talentos para que los trabajaran, los
administrasen y los aumentaran. Los dos primeros siervos, son premiados con
entrar en el banquete de su señor, es decir, participación en el reino de Dios, en
cambio el siervo perezoso, perdió el único talento que se le confió y además fue
condenado a las tinieblas, es decir, exclusión del banquete del reino de Dios. Esta
parábola quiere resaltar por una parte, la libertad y misericordia infinita con que
obra Dios, pero por otra, la obra y responsabilidad del hombre en lo que a la
fidelidad a la voluntad de Dios se refiere, a la justicia y amor, por el encargo
recibido. Jesucristo vendrá, y pagará a cada uno según sus obras (cfr. Mt. 16, 27),
es decir, se tomará en cuenta la fe vivida, podrá vivir la esperanza, quien es fiel
administrador de lo confiado, sólo quien tiene el aceite vigilante del amor en su
lámpara, y viste el traje nupcial de la gracia bautismal, ingresará en la vida eterna,
en el banquete de su Señor.
La Santa Madre Teresa de Jesús, buscó siempre gente en sus empresas
fundacionales, hombres y mujeres de letras y muchos talentos, pues toda la
persona debía estar al servicio del Señor Jesús: “Alabe muy mucho al Señor el
alma…a quien dio letras y talentos” (V 30, 21).