Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Tiempo Ordinario, Año Impar,
Semana No. 21, Martes
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Deseábamos entregaros no sólo el Evangelio de Dios, sino
hasta nuestras propias personas * Señor, tú me sondeas y me conoces. * Esto es lo
que habría que practicar, aunque sin descuidar aquello
Textos para este día:
1 Tesalonicenses 2,1-8:
Sabéis muy bien, hermanos, que nuestra visita no fue inútil. A pesar de los
sufrimientos e injurias padecidos en Filipos, que ya conocéis, tuvimos valor -
apoyados en nuestro Dios- para predicaros el Evangelio de Dios en medio de fuerte
oposición. Nuestra exhortación no procedía de error o de motivos turbios, ni usaba
engaños, sino que Dios nos ha aprobado y nos ha confiado el Evangelio, y así lo
predicamos, no para contentar a los hombres, sino a Dios, que aprueba nuestras
intenciones.
Como bien sabéis, nunca hemos tenido palabras de adulación ni codicia disimulada.
Dios es testigo. No pretendimos honor de los hombres, ni de vosotros, ni de los
demás, aunque, como apóstoles de Cristo, podíamos haberos hablado
autoritariamente; por el contrario, os tratamos con delicadeza, como una madre
cuida de sus hijos. Os teníamos tanto cariño que deseábamos entregaros no sólo el
Evangelio de Dios, sino hasta nuestras propias personas, porque os habíais ganado
nuestro amor.
Salmo 138:
Señor, tú me sondeas y me conoces; / me conoces cuando me siento o me levanto,
/ de lejos penetras mis pensamientos; / distingues mi camino y mi descanso, /
todas mis sendas te son familiares. R.
No ha llegado la palabra a mi lengua, / y ya, Señor, te la sabes toda. / Me
estrechas detrás y delante, / me cubres con tu palma. / Tanto saber me sobrepasa,
/ es sublime, y no lo abarco. R.
Mateo 23,23-26:
En aquel tiempo, habló Jesús diciendo: "¡Ay de vosotros, escribas y fariseos
hipócritas, que pagáis el décimo de la menta, del anís y del comino, y descuidáis lo
más grave de la ley: el derecho, la compasión y la sinceridad! Esto es lo que habría
que practicar, aunque sin descuidar aquello. ¡Guías ciegos, que filtráis el mosquito y
os tragáis el camello! ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que limpiáis
por fuera la copa y el plato, mientras por dentro estáis rebosando de robo y
desenfreno! ¡Fariseo ciego!, limpia primero la copa por dentro, y así quedará limpia
también por fuera."
Homilía
Temas de las lecturas: Deseábamos entregaros no sólo el Evangelio de Dios, sino
hasta nuestras propias personas * Señor, tú me sondeas y me conoces. * Esto es lo
que habría que practicar, aunque sin descuidar aquello
1. Un amor inmenso
1.1 Es admirable el amor que Cristo otorga a sus evangelizadores. Lo sentimos
palpitar en la primera lectura del día de hoy. ¿Qué tal esa maravilla: "tan grande es
nuestro afecto por ustedes, que hubiéramos querido entregarles no solamente el
Evangelio de Dios, sino también nuestra propia vida"?
1.2 ¿No es un milagro en sí mismo eso de que alguien pase tantas penalidades,
sufra tantos desengaños, padezca tantas ingratitudes, se vea escaso de alimento y
de descanso, no reciba sueldo ni riquezas, sea castigado y despreciado como reo de
un delito que no cometió, y con todo eso encima, sonría cargado de amor y diga:
"hubiéramos querido entregarles no solamente el Evangelio de Dios, sino también
nuestra propia vida"?
1.3 El gran milagro de la evangelización no son las sanaciones físicas, ni los
exorcismos espectaculares, ni la elocuencia imparable, ni los beneficios sociales o la
promoción humana. El gran milagro de la evangelización es que alguien llegue a
amar a sus hermanos, aun sin que ellos le amen, en grado tan alto que pueda
entregar de su tiempo, sus bienes, su paz y hasta su vida por ellos. Ese es el amor
que hace genuinos evangelizadores. Clamemos a Dios por él.
2. Cristo Indignado
2.1 Los versículos que ayer y hoy hemos encontrado en el evangelio tienen una
impresionante carga de indignación y de reprensión. En pocos lugares del Nuevo
Testamento encontramos a Cristo tan indignado y tan acerado en sus palabras
como en este capítulo 23 de san Mateo.
2.2 Hay razón, desde luego, para ese enojo, y, puesto que toda palabra de Cristo
es enseñanza sus discípulos, aprendamos, hermanos, de este enojo del Señor, así
como en otras ocasiones hemos querido aprender de su sonrisa, su abrazo o su
ternura.
2.3 La razón fundamental de tanto castigo es la hipocresía. Y la razón para castigar
la hipocresía es que nos hace inhábiles para la conversión. Además, la mentira que
nos ciega a nuestros males igualmente nos ciega a los bienes ajenos. El resultado
es que quien no reconoce su daño se afianza en él y daña a los demás.
2.4 Entendemos así que Jesucristo quiere erradicar del mundo la hipocresía por
amor a quienes la practican y por compasión con quienes la padecen