EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Jueves 29 agosto 2013
Memoria del martirio de San Juan Bautista
Libro de Jeremías 1,17-19.
En cuanto a ti, cíñete la cintura, levántate y diles todo lo que yo te ordene. No te
dejes intimidar por ellos, no sea que te intimide yo delante de ellos.
Mira que hoy hago de ti una plaza fuerte, una columna de hierro, una muralla de
bronce, frente a todo el país: frente a los reyes de Judá y a sus jefes, a sus
sacerdotes y al pueblo del país.
Ellos combatirán contra ti, pero no te derrotarán, porque yo estoy contigo para
librarte -oráculo del Señor-".
Salmo 71(70),1-2.3-4a.5-6ab.15ab.17.
En ti, Señor, confío,
que no quede decepcionado.
En tu justicia tú querrás defenderme,
inclina a mí tu oído y sálvame.
Sé para mí una roca de refugio,
una ciudad fortificada en que me salve,
pues tú eres mi roca, mi fortaleza.
Líbrame, oh Dios, de la mano del impío,
de las garras del malvado y del violento,
pues tú eres, Señor, mi esperanza,
y en ti he confiado desde mi juventud.
En ti me apoyé desde mis primeros pasos,
tú me atrajiste desde el seno de mi madre,
y para ti va siempre mi alabanza.
Mi boca contará tus obras justas
y tu salvación a lo largo del día,
pues son más de lo que podría decir.
Oh Dios, me has enseñado desde joven,
y hasta ahora anuncié tus maravillas;
Evangelio según San Marcos 6,17-29.
Herodes, en efecto, había hecho arrestar y encarcelar a Juan a causa de Herodías,
la mujer de su hermano Felipe, con la que se había casado.
Porque Juan decía a Herodes: "No te es lícito tener a la mujer de tu hermano".
Herodías odiaba a Juan e intentaba matarlo, pero no podía,
porque Herodes lo respetaba, sabiendo que era un hombre justo y santo, y lo
protegía. Cuando lo oía quedaba perplejo, pero lo escuchaba con gusto.
Un día se presentó la ocasión favorable. Herodes festejaba su cumpleaños,
ofreciendo un banquete a sus dignatarios, a sus oficiales y a los notables de Galilea.
La hija de Herodías salió a bailar, y agradó tanto a Herodes y a sus convidados, que
el rey dijo a la joven: "Pídeme lo que quieras y te lo daré".
Y le aseguró bajo juramento: "Te daré cualquier cosa que me pidas, aunque sea la
mitad de mi reino".
Ella fue a preguntar a su madre: "¿Qué debo pedirle?". "La cabeza de Juan el
Bautista", respondió esta.
La joven volvió rápidamente adonde estaba el rey y le hizo este pedido: "Quiero
que me traigas ahora mismo, sobre una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista".
El rey se entristeció mucho, pero a causa de su juramento, y por los convidados, no
quiso contrariarla.
En seguida mandó a un guardia que trajera la cabeza de Juan.
El guardia fue a la cárcel y le cortó la cabeza. Después la trajo sobre una bandeja,
la entregó a la joven y esta se la dio a su madre.
Cuando los discípulos de Juan lo supieron, fueron a recoger el cadáver y lo
sepultaron.
Comentario del Evangelio por
Lansperge el Cartujano (1489- 1539), monje, teólogo
Sermón en la Degollación de Juan Bautista, Opera omnia, t.2.
«Dichosos los perseguidos por la justicia»(Mt 5,10)
La muerte de Cristo está al origen de un multitud de creyentes. Por la fuerza del
mismo Señor Jesús, y gracias a su bondad, la muerte preciosa de sus mártires y de
sus santos ha hecho nacer una gran multitud de cristianos. Jamás, en efecto, la
religión cristiana ha podido ser aniquilada por la persecución de los tiranos y la
muerte injustificable de inocentes: ella más bien ha obtenido cada vez más un gran
aumento.
Nosotros tenemos un ejemplo en San Juan, el que bautizó a Cristo y por tanto
nosotros festejamos hoy el santo martirio. Herodes, ese rey infiel, quiso, por
fidelidad a su juramento, borrar completamente de la memoria de los hombres el
recuerdo de Juan. Pues, no solamente Juan no fue aniquilado, sino millares de
hombres inflamados por su ejemplo, acogerán la muerte con alegría por la justicia y
la verdad... ¿qué cristiano, digno de tal nombre, no venera hoy a Juan, el que
bautizó al Señor? Por todo el mundo los cristianos celebran su memoria, todos las
generaciones lo proclaman bienaventurado y sus virtudes llenan la Iglesia de su
perfume. Juan no ha vencido él solo y no ha muerto él solo.
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