Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Tiempo Ordinario, Año Impar,
Semana No. 21, Viernes
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Esto quiere Dios de vosotros: una vida sagrada *
Alegraos, justos, con el Señor. * ¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!
Textos para este día:
1 Tesalonicenses 4,1-8:
Hermanos, por Cristo Jesús os rogamos y exhortamos: Habéis aprendido de
nosotros cómo proceder para agradar a Dios; pues proceded así y seguid adelante.
Ya conocéis las instrucciones que os dimos, en nombre del Señor Jesús. Esto quiere
Dios de vosotros: una vida sagrada, que os apartéis del desenfreno, que sepa cada
cual controlar su propio cuerpo santa y respetuosamente, sin dejarse arrastrar por
la pasión, como hacen los gentiles que no conocen a Dios. Y que en este asunto
nadie ofenda a su hermano ni se aproveche con engaño, porque el Señor venga
todo esto, como ya os dijimos y aseguramos. Dios no nos ha llamado a una vida
impura, sino sagrada. Por consiguiente, el que desprecia este mandato no desprecia
a un hombre, sino a Dios, que os ha dado su Espíritu Santo.
Salmo 96:
El Señor reina, la tierra goza, / se alegran las islas innumerables. / Justicia y
derecho sostienen su trono. R.
Los montes se derriten como cera / ante el dueño de toda la tierra; / los cielos
pregonan su justicia, / y todos los pueblos contemplan su gloria. R.
El Señor ama al que aborrece el mal, / protege la vida de sus fieles / y los libra de
los malvados. R.
Amanece la luz para el justo, / y la alegría para los rectos de corazón. / Alegraos,
justos, con el Señor, / celebrad su santo nombre. R.
Mateo 25,1-13:
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: "Se parecerá el reino de
los cielos a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo.
Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas. Las necias, al tomar las lámparas,
se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las
lámparas. El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A
medianoche se oyó una voz: "¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!" Entonces se
despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las
necias dijeron a las sensatas: "Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos
apagan las lámparas." Pero las sensatas contestaron: "Por si acaso no hay bastante
para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis."
Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron
con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las
otras doncellas, diciendo: "Señor, señor, ábrenos." Pero él respondió: "Os lo
aseguro: no os conozco." Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora."
Homilía
Temas de las lecturas: Esto quiere Dios de vosotros: una vida sagrada *
Alegraos, justos, con el Señor. * ¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!
1. Lo que Dios quiere es que seamos santos
1.1 La primera lectura condensa el ideal de la vida cristiana en la palabra santidad.
Y es admirable el valor de Pablo al predicar a los fieles de Tesalónica lo que tenía
que sonarle no sólo extraño sino antipático e imposible. El apóstol, en efecto, habla
de la pureza, particularmente en el matrimonio, a una gente que estaba
acostumbrada a todo tipo de excesos y que miraba la infidelidad en la pareja con
una mezcla de cinismo y resignación.
1.2 Esto conviene recordarlo porque nos hace ver que no es el Evangelio el que
tiene que adaptarse al mundo sino al revés. Si el mensaje del Evangelio tuviera que
adaptarse al mundo Pablo habría tenido que alabar las costumbres de aquellos
paganos, o por lo menos hacer caso omiso de su estilo de vida lascivo y
concupiscente. Muy al contrario, este verdadero testigo de Cristo tomó el camino
arduo y antipático, y como quien anuncia la Cruz, predicó que la pureza era no sólo
hermosa, sino necesaria para todo aquel que quiera seguir el camino de Dios. No es
este un asunto de obedecer opiniones humanas sino de seguir o no seguir la senda
que Dios mismo ha querido para nuestra salvación.
1.3 Frente a un mundo que trata al sexo desde la trivialidad, el lucro o el descaro,
también nosotros hoy tenemos una doble lucha: la búsqueda de la genuina pureza
de corazón, nacida del amor a Cristo, y el anuncio de esa misma pureza a la gente
de nuestro tiempo. No tendremos la victoria si no entramos en el combate, pero
nuestro combate, si lo guía Cristo, no quedará sin victoria.
2. Prepararse para despertar
2.1 La invitación de Jesús es clara: "Estén, pues, preparados, porque no saben ni el
día ni la hora" (Mt 25,13). En esta parábola en particular Cristo admite que hay una
especie de sueño que nos envuelve a todos, porque la diferencia entre unas y otras
doncellas no está en que unas durmieron y otras no. Lo que las diferencia no es en
este caso el sueño sino cómo se dispusieron para la hora del banquete, es decir:
cómo prepararon su despertar.
2.2 Algunas simplemente no prepararon su despertar. El cansancio, el hastío o la
oscuridad de la noche les ganaron y ellas pasivamente entregaron al sueño sin
pensar qué podría suceder después. Otras en cambio, aunque sintieran que la
noche les podía vencer, hicieron acopio de aceite, de modo que al despertar
pudieran contar con algo para vencer a la noche. Es un asunto de conciencia: unas
fueron conscientes de que podían dormirse, y tomaron medidas al respecto; otras
sencillamente se dejaron ganar del sueño.
2.3 Para nosotros, ¿qué es preparar el despertar? Depende de qué sueño estemos
hablando. Uno puede pensar en el sueño de la muerte, cosa que suena muy
concorde con el tono escatológico de estos capítulos finales del evangelio de Mateo.
Quienes se dejan llevar por este sueño son quienes extinguen su mirada sobre este
mundo como si nada realmente fuera a suceder después. Quienes, por el contrario,
son previsivos, guardan aceite, que es una manera de guardar luz. Aunque su
cuerpo sea vencido por el sueño, hay un poco de luz que no duerme con ellos. ¿Qué
luz estamos guardando? ¿Qué puede alumbrar en nosotros cuando ya nos hayamos
dormido, esto es, cuando ya la muerte nos haya sometido a su poder?