EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Santa Rosa de Lima, virgen, Patrona de América Latina, fiesta
Carta II de San Pablo a los Corintios 10,17-18.11,1-2.
Hermanos:
El que se gloría, que se gloríe en el Señor.
Porque el que vale no es el que se recomienda a sí mismo, sino aquel a quien Dios
recomienda.
¡Ojalá quisieran tolerar un poco de locura de mi parte! De hecho, ya
me toleran. Yo estoy celoso de ustedes con el celo de Dios, porque los he unido al
único Esposo, Cristo, para presentarlos a él como una virgen pura.
Salmo 148(147),1-2.11-13a.13c-14.
Alaben al Señor desde los cielos,
alábenlo en las alturas,
alábenlo todos sus ángeles,
alábenlo todos sus ejércitos.
Reyes de la tierra, todas las naciones,
príncipes y los que gobiernan la tierra,
jóvenes y muchachas, ancianos con los niños,
alaben el nombre del Señor.
Alaben el nombre del Señor
pues su Nombre es el único sublime,
su majestad excede tierra y cielo.
Su majestad excede tierra y cielo,
levantó la cornamenta de su pueblo,
causa de orgullo para todos sus amigos,
para Israel, el pueblo que a él se acerca.
Evangelio según San Mateo 13,44-46.
Jesús dijo a la multitud: "El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en
un campo; un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, vende
todo lo que posee y compra el campo.
El Reino de los Cielos se parece también a un negociante que se dedicaba a buscar
perlas finas;
y al encontrar una de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró."
Comentario del Evangelio por:
Santa Teresa del Niño Jesús (1873-1897), carmelita descalza, doctora de
la Iglesia
Carta 145
Un tesoro escondido
La esposa [del Cantar] de los Cantares dice que, al no encontrar a su Amado en el
lecho, se levantó para buscarle por la ciudad, pero en vano; y que en cuanto salió
de la ciudad, encontró al que amaba su alma... (Ct 3,1-4). Jesús no quiere que
encontremos en el reposo su presencia adorable; él se esconde... ¡Y qué melodía
para mi corazón ese silencio de Jesús...! Él se hace pobre para que nosotras
podamos darle limosna, nos tiende la mano como un mendigo, para que cuando
aparezca en su gloria el día del juicio, pueda hacernos oír aquellas dulces palabras:
«Venid vosotros, benditos de mi Padre, porque tuve hambre y me disteis de comer,
tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve enfermo y
en la cárcel y me socorristeis» (Mt 25, 34-36). El mismo Jesús que pronunció estas
palabras es quien busca nuestro amor, quien lo mendiga... Se pone, por así decirlo,
a nuestra merced. No quiere tomar nada sin que se lo demos...
Jesús es un tesoro escondido, un bien inestimable que pocas almas saben
encontrar porque está escondido, y el mundo ama lo que brilla. ¡Ah!, si Jesús
quisiera mostrarse a todas las almas con sus dones inefables, ciertamente ni una
sola alma los desdeñaría. Pero él no quiere que le amemos por sus dones: él mismo
quiere ser nuestra recompensa.
Para encontrar una cosa escondida, hay que esconderse también uno mismo.
Nuestra vida ha de ser, pues, un misterio. Tenemos que parecernos a Jesús, al
Jesús cuyo rostro estaba escondido (Is 53,3)... Jesús te ama con un amor tan
grande, que, si lo vieras, caerías en un éxtasis de felicidad..., pero no lo ves y
sufres. ¡Pronto Jesús se levantará para salvar a todos los mansos y humildes de la
tierra»...!
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”