XXII Semana del Tiempo Ordinario (Año Impar)
Viernes
Lecturas bíblicas
a.- Col. 1, 15-20: Todo fue creado por ÉL y para ÉL
b.- Lc. 5, 33-39: El vino añejo es el mejor.
En este evangelio tenemos el tema del ayuno (vv.33-35), luego las parábolas del
vestido y del vino nuevo (vv.36-39). El tema del ayuno en la vida de Jesús no es
problema, por una razón muy sencilla, porque estaba mandado ayunar por la ley de
Moisés, lo que lo hacía del ayuno una práctica habitual de la religiosidad judía (cfr.
Lv. 16,29-31; 23,27-32). Jesús y sus discípulos participan de los banquetes,
mientras los fariseos y escribas velan por la santidad del pueblo. Ellos como Juan
Bautista ayunan y hacen oración con frecuencia. Con ello querían señalar lo
transitorio de la vida del justo y para otros, una forma de apresurar la venida del
Mesías. Pero, ¿por qué los discípulos de Jesús no ayunan como ellos? Para Cristo
Jesús y sus discípulos hay más motivos para estar alegres, que para hacer
penitencia. Si unos esperaban al Mesías con ayunos, los discípulos ya lo
encontraron, por lo tanto, en su lugar se impone la alegría, tiempo de bodas, por el
Esposo Cristo que está en medio de ellos; el reino de Dios ha sido inaugurado por
ÉL, en sus palabras y obras. La espera acabó, estamos en tiempo de bodas, nadie
invita a los comensales de una boda a ayunar (vv. 34-35). El tiempo de salvación
ha llegado, lo compara Jesús con tiempo de bodas y tiempo de alegría. Es el año
del Señor, tiempo más propicio de banquetes que de ayunos. Cuando les sea
arrebatado el novio, entonces ayunarán, dice Jesús (v.35), es decir, los discípulos
ayunarán, en memoria de la muerte violenta de Cristo. Mientras tanto es el Mesías,
el Esposo prometido, tiempo marcado por la alegría que provoca la salvación que
ya alborea entre los hombres. En un segundo momento de este evangelio Jesús les
propone dos parábolas que describen la novedad del evangelio: una usa la imagen
del manto o vestido nuevo y la otra habla del vino nuevo. ¿Cómo se han de
distinguir los discípulos de Jesús? Los fariseos pensaban que la renovación religiosa
consistía en alejarse de lo impuro con nuevas prácticas religiosas, ayunos y
oraciones, en cambio Jesús piensa en renovar las actitudes interiores. Lo que
anuncia Jesús no es un remiendo sobre un manto viejo, como el judaísmo, el
evangelio es algo nuevo que supone conversión total en el modo de pensar del
hombre. Hay que hacer un manto nuevo con la palabra y persona de Jesús.
Tampoco se puede verter, el vino nuevo en los viejos odres o moldes, de la
religiosidad judía; quien recibe a Jesucristo en su vida, debe cambiar sus odres, sus
esquemas, sus valores, todo. Se trata de comenzar una vida nueva desde ÉL y con
ÉL. El mejor vino es el añejo, es decir, Jesús y su evangelio; sus discípulos, son el
mejor vino de Jesús y de la Iglesia, porque ha descubierto la alegría de creer.
Muchos creyentes no han descubierto la novedad del evangelio y llevan en sus
vidas remiendos de cristianismo; necesitan revestirse de Jesucristo esposo del alma
y beber el vino nuevo de la fidelidad.
Este pasaje del Cantar de los cantares, expresa la experiencia de Teresa de Jesús
de saber que la caridad, su amor eterno, ordena toda su voluntad, todo su querer,
la hace criatura nueva. “La metió Dios en la bodega del vino, y ordenó en ella la
caridad” (5M 2,12; cfr. Ct. 2, 4)..