XXIII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C.
Padre Dr. Juan Pablo Esquivel
+ El Evangelio de hoy nos pone frente a las exigencias de seguir a Jesucristo.Él en
Persona nos hace ver hoy que no basta con ser “una buena persona” para
serdiscípulo. Las frases de Jesús desalientan a todos aquellos que quieren
sercristianos, pero carecen de ese “amor hasta el fin” que caracterizandola
vida del Señor, no puede estar ausente en susdiscípulos.
Las tres frases deJesús terminan de la misma manera: “quien no estádispuesto
a… no puede ser mi discípulo”… y con dos parábolas se insiste en lanecesidad de
reflexionar bien antes de emprender una obra deimportancia.
“Junto conJesús iban grandes multitudes” (Evangelio). Jesús,sin dejarse
impresionar por esto, les muestra las condiciones para seguirlo (queno es lo mismo
que caminar “junto con” Él):
Iª condición) “Sialguno no odia a su padre y a su madre…” Palabras de
unimpacto escandaloso... Sin pretender atenuar las exigencias del
Se￱or,recordemos que, en las lenguas semíticas, se puede decir “odiar” para
indicar que se ama menos que aotros (así está en el Ev. de San Mateo). Por lo
tanto, se trata dela capacidad de postergar todos los amores, incluso aquellos
que parecenser los más impostergables : padre, madre,esposa, hijos…y aún la
propia vida .
El Señor reclamapara sí el amor más grande (como es Su Amor para con nosotros);
y aunque estasopciones nos parezcan excepcionales, debemos estar preparados
para ellas: (v.g.:o los seres queridos, o Cristo… Conservar nuestra vida, o ser fieles
al Señor). Decidirse por Cristo implica poner todo después de Él, incluso la
propiavida…
IIª condición) “Quienno carga con su propia cruz…” Paranosotros no es
lo mismo que para aquella época: elmás terrible instrumento de tortura, utilizada
por los romanos para loscriminales más despreciables (nunca usada para un
ciudadano romano). se tratapor ende de tener disposición a sermenospreciado hasta
lo último. No vale ante Dios, nosirve un cristianismo tibio, amorfo, que se acomoda
a los criterios mundanos yse reduce a prácticas devocionales individualistas…
El Señor exigedisposiciones interiores como para enfrentarse al mundo y
transformarlo,asumiendo el cristianismo hasta sus últimas consecuencias, incluso
hasta lamuerte.
IIIªcondición): “Quien no renuncia atodo…” (tema predilecto de Lc.) y
que se plantea para todos los cristianos (no sólo los consagrados). Si hay que estar
dispuesto a renunciara la propia vida, con más razón aún a losbienes.
Los apóstoles lo dejarontodo…
En la primitiva comunidad, todo lo tenían encomún…
Quien quieravivir egoístamente, gozando de sus propios bienes sin ocuparse
de lasnecesidades de los otros, no puede considerarse cristiano… Porque no loes.
+ Poreso Jesús propone 2 parábolas hoy: para hacernos reflexionar acerca de
siestamos dispuestos a asumir estas exigencias sin claudicar en el momento de
laprueba.
Torre que hay que edificar…¿hay materialsuficiente?
Ejército que debe enfrentar a uno que loduplica…¿conviene librar batalla?
¿Es esa una buena estrategia?, o convienenegociar la paz?...
Setrata de pensar muy bien en las exigencias del llamado de Jesús, para
noquedarse “a medio camino” (como la Torre inconclusa, o el Ejército derrotado). El
Señorno quiere cristianos tibios (el Ap. dice que esos serán“vomitados de su boca”).
El Se￱or nos llama a todos, y no basta con decir “sí”, y quedarseallí nomás.
Este “sí” de coraz￳n implica comprometerse a vivir a fondo lavocaci￳n cristiana.
Escierto que si medimos las exigencias de Jesús y las comparamos con
nuestra pobrefuerza humana, pensaremos que no esposible ser cristianos… Por
eso,en el momento de reflexionar, debemos pensar en lo que nos dice San
Pablo: “Dios esquien da el querer y el obrar”; “ todol o puedo en aquel que me
conforta”;“cuando soy débil, entonces soy fuerte”; “es Cristo quien vive
enmí”… (toda la Biblia, toda la historia dela Salvación está marcada por esta
realidad: la fuerza de Dios, que triunfa através de la debilidad humana) Es
la ayuda de Dios, la gracia deDios, la que nos hace generosos para responder al
Señor, y para que podamosresponder eficazmente,efectivamente (y no
s￳lo“afectivamente”).
Pero es fundamental - y enello se juega el sentido de nuestra vida y nuestra
felicidad - que respondamos generosamente, y no pongamos trabas niresistencias
interiores a la obra de Dios en nosotros. La fuerza de Dios
* es su gracia en nosotros: vida de gracia, conla Confesi￳n y los sacramentos…
* es eucaristíca: comulgar bien dispuesto y frecuentemente…
*se da en la oración (“respiraci￳n delalma”)
* se da en una vida vivida con profundo sentido de Iglesia (cada uno es Iglesia, no
“los otros”, no“los curas”, no “la institución”)…
+ María Ssma. es el ejemplo viviente: “¿Cómo será esto?”…
Y enseguida:
“Hágase en mí tuvoluntad”
Amén