Sacramento de la misericordia
Entender a Dios, saber de Dios, conocerlo, explicarlo son para el ser humano, meras
aproximaciones en lejanía. Nuestro lenguaje se queda corto. A la inversa, de parte de
Dios, Él se acomoda a nuestro modo de hablar, de entender, de comunicarnos. Sin
embargo, hay un tema que es propio de Dios y lo expresa a su manera, algo que nos
deja en el asombro y es la misericordia.
Dios lo expresa con tres palabras: Amor, perdón, alegría. Hay una cara oculta de Dios
que nos revela este sacramento: Su debilidad. Y un mecanismo fácil de seducción: La
memoria. Moisés apela a esta astucia cuando intercede por su pueblo: “Acuérdate de tus
promesas hechas a Abrahán, Isaac, Jacob…” ¡Dios tiene memoria! Y tras ella se guarda
lo más íntimo y misterioso de su Ser: El amor.
Pablo se siente protegido, arropado en la Misericordia divina. “Él era un blasfemo,
perseguidor y violento”. Como decir poca cosa ante los ojos de Dios. Cristo vuelve a la
memoria, lo derriba de su ímpetu salvaje y lo convierte, por su Misericordia, en “vaso
de predilección”. Pudo más la debilidad de un Cristo enamorado que la soberbia de un
judío en celos por la ley.
Las tres parábolas de Lucas en el evangelio de hoy, son la descripción real y simple de
la Misericordia: El amor de Dios que supera normas, cánones, que confía sin cansarse
de esperar. El perdón como esencia y oficio permanente de Dios. La alegría como
celebración, fiesta sin límites donde la memoria borra cualquier pasado escabroso y se
revierte en gozo, en posesión adquirida de lo que se había perdido y ahora recuperado.
Cochabamba 15.09.13
Jjesús e. osorno g. mxy
jesus.osornog@gmail.com