Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Tiempo Ordinario, Año Impar,
Semana No. 22, Martes
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Murió por nosotros para que vivamos con él * Espero
gozar de la dicha del Señor en el país de la vida. * Sé quién eres: el Santo de Dios
Textos para este día:
1 Tesalonicenses 5,1-6.9-11:
En lo referente al tiempo y a las circunstancias no necesitáis, hermanos, que os
escriba. Sabéis perfectamente que el día del Señor llegará como un ladrón en la
noche. Cuando estén diciendo: "Paz y seguridad", entonces, de improviso, les
sobrevendrá la ruina, como los dolores de parto a la que está encinta, y no podrán
escapar.
Pero vosotros, hermanos, no vivís en tinieblas, para que ese día no os sorprenda
como un ladrón, porque todos sois hijos de la luz e hijos del día; no lo sois de la
noche ni de las tinieblas. Así, pues, no durmamos como los demás, sino estemos
vigilantes y despejados. Porque Dios no nos ha destinado al castigo, sino a obtener
la salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo; él murió por nosotros para que,
despiertos o dormidos, vivamos con él. Por eso, animaos mutuamente y ayudaos
unos a otros a crecer, como ya lo hacéis.
Salmo 26:
El Señor es mi luz y mi salvación, / ¿a quién temeré? / El Señor es la defensa de mi
vida, / ¿quién me hará temblar? R.
Una cosa pido al Señor, / eso buscaré: / habitar en la casa del Señor / por los días
de mi vida; / gozar de la dulzura del Señor, / contemplando su templo. R.
Espero gozar de la dicha del Señor / en el país de la vida. / Espera en el Señor, sé
valiente, / ten ánimo, espera en el Señor. R.
Lucas 4,31-37:
En aquel tiempo, Jesús bajó a Cafarnaún, ciudad de Galilea, y los sábados
enseñaba a la gente. Se quedaban asombrados de su doctrina, porque hablaba con
autoridad. Había en la sinagoga un hombre que tenía un demonio inmundo, y se
puso a gritar a voces: "¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a
acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios." Jesús le intimó: "¡Cierra la
boca y sal!" El demonio tiró al hombre por tierra en medio de la gente, pero salió
sin hacerle daño. Todos comentaban estupefactos: "¿Qué tiene su palabra? Da
órdenes con autoridad y poder a los espíritus inmundos, y salen." Noticias de él
iban llegando a todos los lugares de la comarca.
Homilía
Temas de las lecturas: Murió por nosotros para que vivamos con él * Espero
gozar de la dicha del Señor en el país de la vida. * Sé quién eres: el Santo de Dios
1. Vivir en la luz
1.1 Un gran predicador, el P. Tomas Forrest, ha escrito una hermosa reflexión sobre
el tema de las lecturas de hoy, es decir, el contraste y la lucha entre la luz y las
tinieblas, entre el espíritu de Jesús y el espíritu del engaño. Adaptando a nuestra
numeración lo ofrecemos aquí.
1.2 Queridos hermanos en Cristo, hay muchísima gente, por millones, que se pasan
la vida entera en la oscuridad. ¿Por qué? Porque viven sin la Luz que vino al mundo
hace 20 siglos, aquella Luz que se llama Jesucristo.
1.3 No me refiero a lugares como África o China, donde la tradición cristiana ha
sido muy débil; me refiero al Occidente, a países de Europa y del Continente
Americano, en los que pareciera irse apagando la luz de Jesucristo. En Irlanda, por
ejemplo, es la primera vez en su historia que se oye decir que los jóvenes no están
viniendo a Misa. Y en los Estados Unidos, se puede demostrar estadísticamente que
las personas que van a la iglesia a ofrecerle a Dios al menos una de las 168 horas
que Él nos da en la semana son relativamente pocas.
1.4 Es hora de reconocer este hecho porque nosotros —o mejor dicho, ustedes—
tienen la tarea de volver a encender la luz. No basta con decir, "Bueno, tenemos a
Jesús en nuestra historia, en el arte, en la música, en la literatura." No, es preciso
actuar para que la luz de Cristo vuelva a brillar con todo su esplendor en el corazón
de los seres humanos. ¿Por dónde hemos de empezar? Por nosotros mismos.
2. La vida sin luz.
2.1 Vivir en la oscuridad espiritual es mucho peor que vivir sin luz física. Sin la luz
de Cristo, quedamos desamparados, porque al diablo le gusta mucho la oscuridad,
al punto de que le llaman "el príncipe de la oscuridad". Sin la luz de Cristo, este
"príncipe" tiene plena libertad para destruir toda esperanza y dominar a los
humanos valiéndose del miedo. Sin la luz de Cristo, no podemos avanzar ni crecer
en la santidad que Dios ha previsto para todos; sin la luz de Cristo quedamos
espiritualmente paralizados, tal como quedó el avión en la pista cuando yo iba a
viajar, y los carros en las calles, los trenes en la ciudad y los ascensores en los
edificios: ¡paralizados por falta de la energía de la luz!
2.2 Cuando falta la luz de Cristo, no tenemos semáforos para dirigir las acciones.
No hay luz roja que nos diga "pare" cuando surgen las pasiones egoístas, las
emociones negativas y el afán individualista. Tampoco hay luz verde que nos diga
"siga adelante" para realizar las buenas obras que Dios creó y dispuso para sus
hijos. No tenemos luz roja que ponga atajo al mal, pero tampoco luz verde que nos
dé la pasada para hacer el bien y dar fruto en abundancia.
2.3 Cuando las personas no están iluminadas por la luz de Cristo, se encuentran
envueltas en las densas tinieblas del egocentrismo y el egoísmo. ¿Y qué es lo que
quiere el que es egoísta? Quiere tener el derecho de ser la única persona egoísta en
el mundo. No quiere a su lado a nadie que sea egoísta, porque considera que ser
egoísta es derecho suyo y de nadie más. ¿Hay algo más espantoso que esto?
2.4 Otra oscuridad es el resentimiento. Si tú tienes algún resentimiento en el
corazón, por favor decide ponerle fin y busca la sanación, porque es mucho más
perjudicial para ti mismo que para la persona contra quien sientes antipatía o
rechazo. Es algo que envenena la vida. Los recuerdos ingratos y las amistades
traicionadas son tinieblas en las que mucha gente vive día a día. La codicia es otro
ejemplo: el afán de querer más y más bienes materiales. Decían que Imelda Marcos
tenía 3.000 pares de zapatos. Un día se me ocurrió calcular que, si ella hubiera sido
un cienpiés, podría haberse puesto un par distinto todos los días durante dos meses
sin repetir ninguno. También está la oscuridad de las adicciones. ¡Una realidad
horrible en nuestro mundo! Hay gente adicta al alcohol, a las drogas, a la comida.
¿De qué quieren huir? De la oscuridad, pero se hunden cada vez más profundo en
ella.
3. El anhelo de paz
3.1 La oscuridad que prevalece en el corazón de muchísimas personas les impide
decir, "Me siento en paz. Ya tengo suficiente." ¡Qué bendicióón es la paz! Esta es la
razón de la evangelización. San Juan decía que Jesús es la luz que brilla en la
oscuridad, y luego añadía que Jesús es aquella luz que las tinieblas no pueden
apagar (Juan 1,5). Jesús es el único que puede llenar de luz la vida del ser humano.
3.2 ¿Te has encontrado alguna vez en medio de un huracán? A mí me sucedió
varias veces cuando vivía en el Caribe. Cuando viene el huracán, todo el mundo se
llena de oscuridad, de viento y de lluvia y pareciera que no hay nada más. Pero
cuando ha pasado, desaparecen las nubes del cielo y el sol vuelve a brillar; así
también pasan el miedo y la preocupación, y el mundo se llena de luz nuevamente.
Así debería llegar Cristo a nuestra vida, brindando belleza, color y bondad. Pues
bien, cada uno de nosotros debería ser como San Juan Bautista, testigo de la luz
verdadera que alumbra a todo hombre. En efecto, nuestro cometido es encender la
luz en este mundo, para que la gente viva en la luz y nunca regrese a las tinieblas.
3.3 Zacarías, padre de San Juan Bautista, profetizó lo que sucedería cuando viniera
el Mesías: Que haría brillar su luz sobre los que vivían "en tinieblas" y "en la
sombra de la muerte" (Lucas 1,79 BL). Esta no es la muerte que pone fin a nuestra
vida en la tierra; es la muerte que se llama "pecado", la muerte que se llama
"miedo". Esto es lo que cada evangelizador debe estar haciendo, y si no se dedica a
esto, está cometiendo error y pecado. Luego, Zacarías nos dice qué hacer: Dirigir
los pasos de las personas por el camino de la paz. Esto es lo que hacemos cuando
ayudamos a que se haga la luz en la vida de alguien. Ahora bien, cuando alguien
está en la oscuridad absoluta no puede ver dónde pone el pie; no puede caminar;
en cambio la luz ilumina el camino, y la Escritura dice que este camino lleva a la
paz.
3.4 ¿Cuánta gente hay en el mundo que anhela encontrar la paz? Todos los
alcohólicos, los drogadictos, los que compran y compran cosas materiales creyendo
que les van a dar paz y contento no la encuentran . . . No, porque el que da la paz
es el Príncipe de la Paz. Jesús mismo dice que Él es "La luz del Mundo", la Luz de la
Vida (Juan 8,12). El Señor no alumbra las calles, pero hace brillar la luz, el color, la
alegría, la felicidad y el sentido correcto en la vida de sus fieles.
4. Vivan como hijos de la luz
4.1 ¡Qué bueno es Jesús! Él mismo explica su propia misión: "El Espíritu del Señor
está sobre mí porque me ha consagrado para . . . dar vista a los ciegos" (Lucas
4,18). ¿Quiénes son los ciegos? Son aquellas personas a quienes nos referíamos:
las que son espiritual, emocional y psicológicamente ciegas; las que no saben de
dónde vienen, dónde están ni adónde deberían dirigirse; están emocionalmente
paralizadas. Pero Jesús dijo, "He venido al mundo para que los que crean en mí no
se queden en la oscuridad" (Juan 12,46).
4.2 ¡Qué hermosa, qué espléndida, qué bondadosa es esta labor! Para definirla
usamos una palabra llamativa —evangelización— pero lo que realmente significa es
dar vista a los ciegos. ¡Qué incomparable acto de amor y bondad es iluminar el
camino de alguien que se encuentra perdido en las tinieblas! ¡Qué inmenso acto de
amor es proclamar junto con San Pablo: "Ustedes antes vivían en la oscuridad, pero
ahora, por estar unidos al Señor, viven en la luz" (Efesios 5,8)!
4.3 Pero no es solamente el haber pasado de la oscuridad a la luz. Es más que eso.
Es haber dejado de ser oscuridad para empezar a ser luz en este mundo. San Pablo
añade: "Pórtense como quienes pertenecen a la luz. Despiértate, tú que duermes;
levántate de entre los muertos y Cristo te alumbrará" (Efesios 5,8.14).
4.4 Esta es la razón por la cual decimos que el Evangelio es una buena noticia.
Porque ahora podemos vivir en la luz. No hay la menor duda de que la
evangelización es el supremo servicio cristiano de enseñar, a los que estáán
espiritualmente ciegos, a suplicar al Señor tal como el ciego del Evangelio: "Señor,
quiero recobrar la vista" (Lucas 18,41). ¡Si le pidieran al Señor con estas palabras,
cuántos ciegos empezarían a ver!