Comentario al evangelio del Sábado 07 de Septiembre del 2013
Agradar a Dios sirviendo al hombre
Disponemos de dos maneras de vivir en cristiano: desde la observancia estricta de la ley o desde el
Evangelio que da sentido a la ley; es la dialéctica de lo secundario frente a lo esencial, de lo externo
frente a la pureza de corazón.
Otra vez aparece el sábado. El sábado era la expresión clara de la religión judía. Era día de descanso
(lo fue para Dios en la creación; lo fue para el pueblo tras la liberación de la esclavitud de Egipto. El
sábado era el signo de la Alianza de Dios con su pueblo. Pero el proyecto de Dios quedó perturbado
por el pecado del hombre; por las exigencias tan duras, como la prohibición, en este día, de arar la
tierra o cortar leña. Jesús reacciona: “El Hijo del hombre es señor del sábado”. Antes había dicho: “El
sábado es para el hombre, no el hombre para el sábado. Lo primero, Dios y su imagen que es el
hombre; todo lo demás viene detrás y está al servicio del hombre. Pero si hasta el Padre entregó al
hombre a su propio Hijo Jesucristo.
Si no es demasiado fuerte la expresión, habría que afirmar que “nada debe ser sacralizado”. Cuántos
“sábados” construimos contra el hombre: el dinero, el poder, la ley, las tradiciones, las ideologías. No
es Dios quien nos arrebata la libertad sino el idolatrar las cosas. Si Dios es infinito, todo cabe en Él; si
Dios es amor, siempre quiere lo mejor para nosotros. Vamos a conjugar el descanso, el ocio, la fiesta,
lo gratuito con el culto, la adoración, la escucha de la palabra. Lo realmente inconcebible es querer
agradar a Dios fastidiando al hombre. Cuántos conflictos por querer defender a Dios en ritos,
formulaciones, formalidades. Solo nos toca discernir: ¿Es esto realmente lo que Dios quiere en este
momento? ¿Con esto amamos realmente a los hombres según el querer de Dios? Y siempre con Jesús:
antes el hombre que el sábado.
Conrado Bueno, cmf