EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Evangelio según San Lucas 4,38-44.
Al salir de la sinagoga, entró en la casa de Simón. La suegra de Simón tenía mucha
fiebre, y le pidieron que hiciera algo por ella.
Inclinándose sobre ella, Jesús increpó a la fiebre y esta desapareció. En seguida,
ella se levantó y se puso a servirlos.
Al atardecer, todos los que tenían enfermos afectados de diversas dolencias se los
llevaron, y él, imponiendo las manos sobre cada uno de ellos, los curaba.
De muchos salían demonios, gritando: "¡Tú eres el Hijo de Dios!". Pero él los
increpaba y no los dejaba hablar, porque ellos sabían que era el Mesías.
Cuando amaneció, Jesús salió y se fue a un lugar desierto. La multitud comenzó a
buscarlo y, cuando lo encontraron, querían retenerlo para que no se alejara de
ellos.
Pero él les dijo: "También a las otras ciudades debo anunciar la Buena Noticia del
Reino de Dios, porque para eso he sido enviado".
Y predicaba en las sinagogas de toda la Judea.
Comentario del Evangelio por:
Catecismo de la Iglesia Católica
309-310
“Al llegar Jesús a la casa de Pedro, encontró a la suegra de éste acostada
con fiebre.” (Mt 8,14)
Si Dios Padre todopoderoso, Creador del mundo ordenado y bueno, tiene cuidado
de todas sus criaturas, ¿por qué existe el mal? A esta pregunta tan apremiante
como inevitable, tan dolorosa como misteriosa no se puede dar una respuesta
simple. El conjunto de la fe cristiana constituye la respuesta a esta pregunta: la
bondad de la creación, el drama del pecado, el amor paciente de Dios que sale al
encuentro del hombre con sus Alianzas, con la encarnación redentora de su Hijo,
con el don del Espíritu, con la congregación de la Iglesia, con la fuerza de los
sacramentos, con la llamada a una vida bienaventurada que las criaturas son
invitadas a aceptar libremente, pero a la cual, también libremente, por un misterio
terrible, pueden negarse o rechazar. No hay un rasgo del mensaje cristiano que no
sea en parte una respuesta a la cuestión del mal.
¿Por qué Dios no creó un mundo tan perfecto que en él no pudiera existir ningún
mal? En su poder infinito, Dios podría siempre crear algo mejor (cf S.Tomás de A.,
s. Th. I, 25,6). Sin embargo, en su sabiduría y bondad infinitas, Dios quiso
libremente crear un mundo “en estado de vía” hacia su perfección última. Este
devenir trae consigo en el designio de Dios, junto con la aparición de ciertos seres,
la desaparición de otros; junto con lo más perfecto lo menos perfecto; junto con las
construcciones de la naturaleza también las destrucciones. Por tanto, con el bien
físico existe también el mal físico, mientras la creación no haya alcanzado su
perfección. (cf S. Tomás de A. S. Gent. 3,71)
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”