XXII Semana del Tiempo Ordinario (Año Impar)
Viernes
Jesús es el esposo que llega de Dios, y hemos de hacer fiesta
“En aquel tiempo, dijeron a Jesús los fariseos y los escribas: -«Los
discípulos de Juan ayunan a menudo y oran, y los de los fariseos
también; en cambio, los tuyos, a comer y a beber.» Jesús les
contestó: -«¿Queréis que ayunen los amigos del novio mientras el
novio está con ellos? Llegará el día en que se lo lleven, y entonces
ayunarán.»Y añadió esta parábola: -«Nadie recorta una pieza de un
manto nuevo para ponérsela a un manto viejo; porque se estropea
el nuevo, y la pieza no le pega al viejo. Nadie echa vino nuevo en
odres viejos; porque el vino nuevo revienta los odres, se derrama, y
los odres se estropean. A vino nuevo, odres nuevos. Nadie que cate
vino añejo quiere del nuevo, pues dirá: "Está bueno el añejo."»”
(Lucas 5,33-39).
1 . Empiezan las discusiones con los fariseos.
-“ Los fariseos y sus escribas dijeron a Jesús: "Los discípulos
de Juan tienen sus ayunos frecuentes y sus rezos, y los de los
fariseos también, en cambio los tuyos comen y beben." ” En el Antiguo
Testamento, el ayuno y la abstinencia de vino eran signos de austeridad,
ligados a la espera del mesías. Simbólicamente significaban: "los tiempos
son malos, estamos insatisfechos, hemos perdido el gusto de vivir... que
venga de una vez el tiempo de la consolación y de la alegría, cuando el
mesías estará aquí."
Acusan a los discípulos de que "comen y beben", lo mismo que
achacarán a Jesús (Lc 7,33s). Jesús, tú mismo habías ayunado cuarenta
días en el desierto y la comunidad cristiana, desde muy pronto, dedicó dos
días a la semana (miércoles y viernes) al ayuno. No eliminas el ayuno, muy
arraigado en Israel. Pero indicas que ha llegado el Mesías, ha llegado el
Novio, y tus amigos están de fiesta.
-“ Jesús les contestó: ¿Queréis que ayunen los invitados a la
boda mientras el novio está con ellos?"” La respuesta es clara. Los
tiempos de fiesta no son para ayunar, y expresar esa alegría -los cristianos
no pueden ser personas tristes- pues "el Esposo está con ellos."
-“ Llegará el día en que se lleven al novio, y entonces, aquel
día, ayunarán ”. Es lo que hacemos en tiempos de expectaci￳n del Se￱or,
para prepararnos durante el año litúrgico.
-“ Y les decía esta parábola: "Nadie recorta una pieza de un
manto nuevo para echársela a un manto viejo; porque el nuevo se
queda roto, y al viejo no le irá el remiendo del nuevo."” Marcos y
Mateo dicen que no sirve de nada porque el tejido nuevo tira del viejo.
Lucas habla de que es estropear los dos paños. Lo nuevo es el amor de
Dios, la Iglesia, y encuentro ante mí una maravillosa aventura. Jesús, tú
haces nuevas todas las cosas. Te pido que renueves mi corazón para
apreciar la novedad de tu amor encarnado.
-“ Nadie echa tampoco vino nuevo en odres viejos, porque si
no, el vino nuevo revienta los odres; el vino se derrama y los odres
se echan a perder ”. La nueva Alianza, a pesar de la continuidad con la
Antigua, es verdaderamente una novedad: ¡Dios hecho hombre!
Jesús, subrayas el carácter de radical novedad que supone el
acogerte como enviado de Dios, con la doble comparación de la "pieza de
un manto nuevo en un manto viejo" y del "vino nuevo en odres viejos".
Aceptarte en nuestras vidas comporta cambios importantes. No se
trata sólo de "saber" unas cuantas verdades respecto a ti, sino de dejarme
transformar, cambiar mi estilo de vida. Vivir con alegría interior.
Estamos de fiesta. ¿Se nos nota?, ¿o vivimos tristes, como si no
hubiera venido todavía el Salvador? La fe en Cristo pide traje nuevo y odres
nuevos. Jesús rompe moldes. Lo que Pablo llama "revestirse de Cristo
Jesús" no consiste en unos parches y unos cambios superficiales. A los
ap￳stoles les cost￳ el cambio… Nosotros estamos rodeados de una ideología
y una sensibilidad neopagana. También tenemos que ir madurando: el vino
nuevo de Jesús nos obliga a cambiar los odres. El vino nuevo implica
actitudes nuevas, maneras de pensar propias de Cristo, que no coinciden
con las de este mundo. Son cambios de mentalidad, profundos. No de
meros retoques externos. En muchos aspectos son incompatibles el traje de
este mundo y el de Cristo. Por eso cada día venimos a escuchar, en la misa,
la doctrina nueva de Jesús y a recibir su vino nuevo (J. Aldazábal).
“El mérito de nuestros ayunos no consiste solamente en la
abstinencia de los alimentos; de nada sirve quitar al cuerpo su nutrición si
el alma no se aparta de la iniquidad y si la lengua no deja de hablar mal”
(S. León Magno).
El ayuno y la abstinencia de vino, actitudes específicas del nazireato
(Lc 22,14-20), expresaban la insatisfacción de la época presente y la espera
de la consolación de Israel. Juan Bautista hizo de esta actitud una ley
fundamental de su comportamiento (Lc 1,15). Desde entonces, cuando los
discípulos de Jesús se dispensan de los ayunos prescritos o espontáneos,
dan la impresión de desinteresarse de la llegada del Mesías y de negarse a
participar de la esperanza mesiánica. La respuesta de Jesús es clara: los
discípulos no ayunan porque ya no tienen nada que esperar, puesto que ya
han llegado los tiempos mesiánicos: ya no tienen que apresurar, mediante
prácticas ascéticas, la llegada de un Mesías en cuya intimidad ya viven. Esta
intimidad será interrumpida por la pasión y la muerte de su Maestro: en
este momento, ayunarán (v 30, en relación con Lc 22,18) hasta el tiempo
en que el Esposo les sea devuelto en la resurrección y en el Reino definitivo.
Las parábolas del vestido y de los odres proporcionan otra respuesta
a la extrañeza de los discípulos de Juan y de los fariseos. Inaugurador de
los tiempos mesiánicos, Jesús es consciente de aportar al mundo una
realidad sin común medida con todo lo que los hombres han poseído hasta
entonces (cf Lc 16,16 o el milagro de Caná: Jn 2,10). Las dos parábolas no
ofrecen ningún juicio de valor al afirmar que el vino viejo es mejor que el
nuevo o que el vestido nuevo es preferible al viejo. No establecen una
comparación, sino que subrayan solamente una incompatibilidad: no hay
que querer asociar lo nuevo a lo viejo, so pena de perjudicar a uno y otro,
porque el vestido remendado combinará mal y el odre viejo se perderá
irremediablemente... y el vino con él.
La Nueva Alianza hace ceder las prescripciones de la Antigua, que
tienen que acomodarse a la Nueva. El bebedor de vino viejo no dice que el
nuevo sea malo; afirma solamente que no puede beberse después de haber
probado el viejo, puesto que sus aromas son incompatibles. El que no ha
conocido al Esposo y desea participar de su amor no puede al mismo tiempo
vivir como si no existiera. El Evangelio excluye ciertas componendas
(Maertens-Frisque).
-“ Nadie, después de beber el vino añejo, quiere el nuevo,
porque dice: "¡El añejo es el bueno!"” Quedémonos con el "bueno".
¡Danos, Señor, tu vino! (Noel Quesson).
Nosotros estamos con el Señor, como amigos invitados al
banquete de bodas. Él nos dice: vosotros seréis mis amigos si
cumplís mis mandamientos. No basta, por tanto, estar en intimidad
con Él a través de la oración, incluso prolongada. Mientras no
estemos dispuestos a escuchar su Palabra y a ponerla en práctica, el
Señor no podrá decir que somos sus amigos, y mucho menos de su
familia como nos lo dice en otra ocasión: El que cumple la voluntad
de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, mi hermana
y mi madre . Cuando en verdad permitamos al Espíritu Santo renovar
nuestra vida, entonces seremos criaturas nuevas en Cristo;
entonces la vida de fe en el Señor no será sólo un parche en
nosotros, ni algo nuevo que llega a un corazón que continúa
cargando con el hombre viejo, que se corrompe siguiendo la
seducción de las concupiscencias. De nosotros se espera una vida
que manifieste la alegría de sabernos amados y unidos a Cristo; sin
embargo, al contemplar que hay muchos que viven separados de Él,
o que ni siquiera han oído hablar de Él, nos ha de llevar a
sacrificarnos a favor de ellos, poniendo todo nuestro empeño en
hacer que el Señor llegue a habitar en todos para que nuestra
humanidad se renueve en el amor, en la verdad, en la justicia, en la
solidaridad, y en la comunión fraterna ( www.homiliacatolica.com ) .
2. Pablo eleva un himno a Cristo, que nosotros repetimos -junto con
parte del pasaje de ayer- en Vísperas de la Liturgia de las horas, cada
miércoles.
-“ Cristo es la imagen del Dios invisible ”... La humanidad fue ya
creada según ese modelo (Gen 1,26), tiene identidad de naturaleza divina
entre el Padre y el Hijo, y se alude también a que el Hijo procede del Padre:
es imagen perfectísima del Padre. «Se le llama "imagen" porque es
consustancial y porque, en cuanto tal, procede del Padre, sin que el Padre
proceda de Él» (S. Gregorio Nacianceno, De theologia 30,20). Y Santo
Tomás explica que la Imagen del Padre es perfecta en el Hijo, e imperfecta
en nosotros.
-“ El primogénito en relación a toda criatura... Nacido antes que
toda criatura »: «Fue llamado "primogénito" no por su proveniencia del
Padre, sino porque en Él fue hecha la creación... Si el Verbo fuera una de
las criaturas, habría dicho la Escritura que Él es primogénito de todas las
criaturas. Ahora bien, diciendo los santos que Él es "primogénito de toda la
creaci￳n” directamente se muestra que es otro distinto a toda la creaci￳n y
que el Hijo de Dios no es una criatura» (S. Atanasio, Contra Arrianos 2,63).
Además, «ya sabemos los cristianos que se llevó a cabo la
resurrección en nuestra Cabeza y que se llevará en los miembros. La cabeza
de la Iglesia es Cristo, y los miembros de Cristo, la Iglesia. Lo que aconteció
en la cabeza se cumplirá más tarde en el cuerpo. Ésa es nuestra esperanza»
(S. Agustín).
-“ Porque en El fueron creadas todas las cosas, en los cielos y
en la tierra, las visibles y las invisibles todo fue creado por El y para
El ”. Las fórmulas se acumulan y se completan: ¡todo es en El, por y para El!
-“ El existe con anterioridad a todos los seres y todo subsiste
en El ”. Y en Él la Creación continúa, construyéndose. -“ Es también la
cabeza del cuerpo, es decir, de la Iglesia . –“ Cristo en el Principio, el
Primogénito de entre los muertos para que sea El el primero en
todo, pues Dios tuvo a bien hacer residir en El toda la Plenitud ”.
-“ Y quiso Dios reconciliar por Cristo y para Cristo todas las
cosas, pacificando, mediante la sangre de su cruz lo que hay en la
tierra y en los cielos ”. ¡Todo! ¡La salvación de todos! ¡La reconciliación
universal! Por su cruz, por su amor hasta el final, por su sangre ofrecida
(Noel Quesson).
3. Es el salmo intenso llamamiento a la oración: « Aclamad..., servid
al Señor con alegría, entrad en su presencia con vítores. Sabed que
el Señor es Dios... Entrad por sus puertas con acción de gracias, por
sus atrios con himnos, dándole gracias y bendiciendo su nombre” .
Estamos en las manos de Dios, Señor y Rey, somos su pueblo, el Señor es
bueno, su amor es eterno, su fidelidad no tiene límites: la bondad, el amor
misericordioso («hésed»), la fidelidad. Son las tres virtudes que
caracterizan la alianza de Dios con su pueblo. Como si siguiera la invitación
de este salmo, la Virgen elevó al Señor un canto de alabanza manifestando
su alegría; a ella en la Anunciación se le ha revelado la bondad del Señor y
todas las generaciones lo proclamarán llamándola bienaventurada,
reconociendo a Dios como santo.
Llucià Pou Sabaté