XXII Semana del Tiempo Ordinario (Año Impar)
Sábado
Jesús no nos quiere aprisionados en intrincadas normativas farisaicas, sino
que vayamos a los sustancial, la libertad del amor
“Un sábado, Jesús atravesaba un sembrado; sus discípulos
arrancaban espigas y, frotándolas con las manos, se comían el
grano. Unos fariseos les preguntaron: -«¿Por qué hacéis en sábado
lo que no está permitido?» Jesús les replicó: -«¿No habéis leído lo
que hizo David, cuando él y sus hombres sintieron hambre? Entró en
la casa de Dios, tomó los panes presentados, que sólo pueden comer
los sacerdotes, comió él y les dio a sus compañeros.» Y añadió: -«El
Hijo del hombre es señor del sábado» (Lucas 6,1-5).
1 . Hoy, Jesús, nos hablas sobre el sábado. Apreciabas el sábado y,
como buen judío, lo habías incorporado a tu espiritualidad: por ejemplo,
ibas cada semana a la sinagoga, a rezar y a escuchar la Palabra de Dios con
los demás. Y cumplirías seguramente las otras normas relativas a este día.
-“ Un sábado atravesaba Jesús por unos campos de trigo” .
Jesús en plena naturaleza estival, al iniciarse la recolección.
-“ Sus discípulos arrancaban espigas y, frotándolas con las
manos, se comían el grano”. Gesto tan natural, tan anodino, tan sencillo,
tan maquinal. ¡Es agradable mascar un grano de trigo tan harinoso! Pero la
alegría no es compartida por todos, sobre todo cuando hay envidiejas, o
complicaci￳n interior… Decía S. Cirilo de Alejandría: “ᄀOh fariseo!, ves al
que hace cosas prodigiosas y cura a los enfermos en virtud de un poder
superior y tú proyectas su muerte por envidia”.
-“ Unos fariseos les dijeron: "¿Por qué hacéis lo que no está
permitido en sábado?" ” Aquí vemos la mente estrecha de algunos que
interpretaba, a su manera minuciosa, las prescripciones rituales. La Ley de
Moisés no habla de esas menudencias, pero las tradiciones, la Mischná,
había añadido toda clase de detalles a la Ley, como las cosas prohibidas en
sábado. Jesús, nos has liberado también de todo esto. El hombre tiene una
fastidiosa tendencia a dar una importancia desmesurada a los "medios",
olvidando a veces el fin. Debo atenerme a lo esencial. En mi Fe, en las
costumbres religiosas, en los ritos, he de ver primero su finalidad, su
objetivo profundo... y pensar que los modos de expresión pueden cambiar.
No te gusta, Jesús, la interpretación exagerada: ¿cómo puede ser
contrario a la voluntad de Dios quitar así el hambre?
-“ Jesús contestó ” (pues la libertad que tienes, Jesús, es espontánea
y actitud reflexiva a la vez): -“ ¿No habéis leído lo que hizo David,
cuando él y sus hombres sintieron hambre? Entró en la casa de
Dios, tomó los panes dedicados -que sólo a los sacerdotes les está
permitido comer-, comió él y les dio a sus hombres ”. Es una respuesta
propia del hijo de David, que invoca las auténticas tradiciones (1 Sam 21).
Es decir les razona con al Palabra, que ellos interpretan mal. Dios no quiere
fastidiarnos. Lo que Dios quiere es que el hombre "viva". Las mismas
normas de ley natural tienen una gradación: la conservación de la persona,
de la vida, de la familia… ﾿C￳mo ha podido el cristianismo parecer a veces
deshumanizante, menospreciador del cuerpo y de las realidades humanas?
Mi cuerpo, ¿es importante para mí? ¿Qué haría sin él? Incluso la oración, la
actividad más espiritual, es imposible sin ese buen compañero. Y "el Verbo
se hizo carne", se hizo cuerpo.
-“ Y Jesús añadió: "EI Hijo del hombre es señor del Sábado."
¡Dios bien sabía que el sábado era una institución sagrada! Ahora bien,
Jesús afirma tener derecho a rechazar los detalles rituales concernientes al
sábado para volver a encontrar la intención primitiva del legislador (Noel
Quesson).
Jesús, hablas realmente con autoridad y poder. Te atreves a
reinterpretar una de las instituciones más sagradas de su pueblo. Sobre
todo les debió saber muy mal a los fariseos la última afirmación: "el Hijo del
Hombre es señor del sábado". Si ese día era la representación de Dios,
entonces te hacías Dios, y era algo blasfemo para ellos.
Pero en otros momentos dijiste también “no es el hombre para el
sábado sino el sábado para el hombre”. Ahí entiendo que nos decías que las
normas son para las personas, para su bien, y no al revés. Que los
mandamientos de amar a Dios y a los demás (y por tanto no caer en la
idolatría o en el homicidio u otros crímenes) son básicos, pero que las
demás obligaciones miran el bien de la persona, de la familia, de la
comunidad. Por tanto, que su cumplimiento es válido cuando ayuda al fin de
esas normas (el sábado es para el hombre), y no ha de ser el hombre para
el sábado en el sentido de que pierda la salud o la familia por un
cumplimiento de ellas.
Es una difícil sabiduría distinguir entre lo que es importante y lo que
no. Guardar el sábado como día de culto a Dios, día de descanso en su
honor, día de la naturaleza, día de paz y vida de familia, día de liberación
interior, sí era importante. No valía la pena discutir y perder la paz por eso.
Es un ejemplo de lo que ayer nos decía Jesús respecto al paño nuevo y a los
odres nuevos. Cuántas ocasiones tenemos, en nuestra vida de comunidad,
de aplicar este principio. Cuántas veces perdemos la serenidad y el humor
por tonterías de estas, aferrándonos a nimiedades sin importancia. Lo que
está pensado para bien de las personas y para que esponjen sus ánimos -
como la celebración del domingo cristiano- lo podemos llegar a convertir,
por nuestra casuística e intransigencia, en unas normas que quitan la
alegría del espíritu. El domingo es un día que tiene que ser todo él, sus
veinticuatro horas, un día de alegría por la victoria de Cristo y por nuestra
propia liberación. Con la Eucaristía comunitaria en medio, pero con el
espíritu liberado y gozoso: un espíritu pascual. El legalismo exagerado
también puede matar el espíritu cristiano. Por encima de todo debe quedar
la misericordia, el amor (J. Aldazábal).
Jesús, tú eres el Esposo y ha llegado el tiempo de la boda. Al
atardecer del día sexto, Dios había descansado para consagrar la creación,
y los hombres habían consagrado el sábado para alabar a Dios por sus
maravillas. Un día para santificar el tiempo... Ahora, Jesús, ya estás tú aquí,
y toda la vida del hombre es "santa": es tiempo del hombre y tiempo de
Dios. En adelante, nada de cuanto es humano es ajeno a Dios. Ahora
vivimos el “domingo”, día del Se￱or (o como se dice en otros idiomas, día
del Sol que eres tú, Señor, con tu Resurrección).
Nadie puede estar al 100% en esa interpretación de la voluntad de
Dios. Recordemos lo que Pablo nos decía ayer: "¡No juzguéis antes de
tiempo, dejad que venga el Señor!" Cabe, indudablemente, (no tenemos la
clarividencia de Jesús) el riesgo de equivocarnos. Pero os confieso que,
personalmente, prefiero equivocarme desde el amor y la misericordia que
desde la observancia o la rigidez. No se trata de relativizar, como si todo
diera lo mismo. Se trata de cultivar la conciencia de la propia fragilidad, de
la propia e incesante necesidad de perdón, de la certeza de sólo Dios puede
ver hasta el fondo nuestras intenciones y... las de los demás. Clamemos a
El: su Amor nos sostendrá (Olga Elisa Molina).
Como rezaba Charles Peguy: Tenemos que salvarnos todos juntos.
Todos hemos de llegar juntos a la casa del Padre. ¿Qué nos diría el Padre si
nos viera llegar a unos sin los otros?
2. -" En otro tiempo fuisteis extraños ", extranjeros. Podemos ser
extraños a nosotros mismos, al no adecuarnos a nuestra misión en la vida.
Extraños a los demás, si los vemos como rivales o enemigos, con
imposibilidad de establecer con ellos solidaridad. Extraños a Dios en la
imposibilidad de no percibirlo sino como un Dueño todopoderoso que vigila
implacablemente por el buen orden del mundo. " Fuisteis extraños, pero
Dios os ha reconciliado ahora por medio de Cristo ". Reconciliación
conmigo, con los demás, con Dios. Nos pide el Señor que no nos volvamos
a someter a la esclavitud del miedo que hace dudar de uno mismo, con el
fatalismo que os hace decir: "¿De qué sirve todo esto?"; no volváis a
someteros a la esclavitud del realismo destructor de sueños y de la fría
lucidez que adormece todos los entusiasmos. No os refugiéis en vuestros
territorios bien defendidos, en la seguridad tras esas barreras que son
vuestras prisiones, haciendo valer vuestros privilegios, dejando a un lado
vuestras obligaciones por mantener vuestros derechos. No os dejéis apartar
de la esperanza, encerrando a Dios en sus fronteras y levantando a la tierra
contra el cielo. Os pondríais de nuevo bajo el yugo de una ley de muerte,
después de haber saboreado en Cristo la vida (Noel Quesson).
Se nos pide ser " pueblo sin mancha y sin reproche ", pero con la
ayuda de la humanidad Santísima del Señor, instrumento salvador, es
posible: mediante la pasi￳n y muerte “ sufrida en su cuerpo de carne
nuestro Señor venció al pecado y obtuvo las gracias necesarias para limpiar
al hombre de sus culpas y para que pudiera presentarse ante Dios. Esto
está lejos del espiritualismo, del dualismo que sufrían esos primeros
cristianos: “Dios os llama a servirle en y desde las tareas civiles, materiales,
seculares de la vida humana: en un laboratorio, en el quirófano de un
hospital, en el cuartel, en la cátedra universitaria, en la fábrica, en el taller,
en el campo, en el hogar de familia y en todo el inmenso panorama del
trabajo, Dios nos espera cada día. Sabedlo bien: hay un algo santo, divino,
escondido en las situaciones más comunes, que toca a cada uno de vosotros
descubrir.
”Yo solía decir a aquellos universitarios y a aquellos obreros que
venían junto a mí por los años treinta, que tenían que saber materializar la
vida espiritual. Quería apartarlos así de la tentación, tan frecuente entonces
y ahora, de llevar como una doble vida: la vida interior, la vida de relación
con Dios, de una parte; y de otra, distinta y separada, la vida familiar,
profesional y social, plena de pequeñas realidades terrenas. ¡Que no,
hijos míos! Que no puede haber una doble vida, que no podemos ser como
esquizofrénicos, si queremos ser cristianos: que hay una única vida, hecha
de carne y espíritu, y ésa es la que tiene que ser -en el alma y en el cuerpo-
santa y llena de Dios: a ese Dios invisible, lo encontramos en las cosas más
visibles y materiales.
”No hay otro camino, hijos míos: o sabemos encontrar en nuestra
vida ordinaria al Señor, o no lo encontraremos nunca. Por eso puedo deciros
que necesita nuestra época devolver -a la materia y a las situaciones que
parecen más vulgares- su noble y original sentido, ponerlas al servicio del
Reino de Dios, espiritualizarlas, haciendo de ellas medio y ocasión de
nuestro encuentro continuo con Jesucristo.
”El auténtico sentido cristiano -que profesa la resurrección de toda
carne- se enfrentó siempre, como es lógico, con la desencarnación, sin
temor a ser juzgado de materialismo. Es lícito, por tanto, hablar de un
materialismo cristiano, que se opone audazmente a los materialismos
cerrados al espíritu” (San Josemaría).
-“ Y he ahí que ahora Dios os ha reconciliado con El... Gracias al
cuerpo humano de Cristo y por su muerte ”... El pagó el precio.
Redención «costosa». –“ Para presentaros santos, inmaculados e
irreprensibles delante de Él . Con tal que permanezcáis sólidamente
cimentados en la fe . Firmes e inconmovibles en la esperanza del
Evangelio que oísteis, que ha sido proclamado a toda criatura bajo
el cielo y del que yo, Pablo, he llegado a ser ministro ”. Que la «buena
noticia» sea norma de mi vida, Señor: que la extienda a mi alrededor (Noel
Quesson).
3. " Escucha mi súplica. Dios es mi auxilio, el Señor sostiene mi
vida ". Te doy gracias, Señor, en Jesucristo, mi Salvador.
Llucià Pou Sabaté