Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Ciclo C, Tiempo Ordinario,
Domingo de la Semana No. 23
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: ¿Quién comprende lo que Dios quiere? * Señor, tú has sido
nuestro refugio de generación en generación. * Recíbelo, no como esclavo, sino
como hermano querido * El que no renuncia a todos sus bienes no puede ser
discípulo mío
Textos para este día:
Sabiduría 9, 13-18:
¿Qué hombre conoce el designio de Dios?
¿Quién comprende lo que Dios quiere?
Los pensamientos de los mortales son mezquinos, y nuestros razonamientos son
falibles; porque el cuerpo mortal es lastre del alma, y la tienda terrestre abruma la
mente que medita.
Apenas conocemos las cosas terrenas y con trabajo encontramos lo que está a
mano: pues, ¿quién rastreará las cosas del cielo?
¿Quién conocerá tu designio, si tú no le das sabiduría, enviando tu santo espíritu
desde el cielo?
Sólo así fueron rectos los caminos de los terrestres, los hombres aprendieron lo que
te agrada, y la sabiduría los salvó.
Salmo 89:
Tú reduces el hombre a polvo, diciendo: "Retornad, hijos de Adán." Mil años en tu
presencia son un ayer, que pasó; una vela nocturna. R.
Los siembras año por año, como hierba que se renueva: que florece y se renueva
por la mañana, y por la tarde la siegan y se seca. R.
Enséñanos a calcular nuestros años, para que adquiramos un corazón sensato.
Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo? Ten compasión de tus siervos. R.
Por la mañana sácianos de tu misericordia, y toda nuestra vida será alegría y júbilo.
Baje a nosotros la bondad del Señor y haga prósperas las obras de nuestras manos.
R.
Filemón 9b-10. 12-17:
Querido hermano:
Yo, Pablo, anciano y prisionero por Cristo Jesús, te recomiendo a Onésimo, mi hijo,
a quien he engendrado en la prisión; te lo envío como algo de mis entrañas.
Me hubiera gustado retenerlo junto a mí, para que me sirviera en tu lugar, en esta
prisión que sufro por el Evangelio; pero no he querido retenerlo sin contar contigo;
así me harás este favor, no a la fuerza, sino con libertad.
Quizá se apartó de ti para que lo recobres ahora para siempre; y no como esclavo,
sino mucho mejor: como hermano querido.
Si yo lo quiero tanto, cuánto más lo has de querer tú, como hombre y como
cristiano.
Si me consideras compañero tuyo, recíbelo a él como a mí mismo.
Lucas 14, 25-33:
En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo: "Si
alguno se viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre, y a su mujer y a
sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser
discípulo mío.
Quien no lleve su cruz detrás de mí no puede ser discípulo mío.
Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a
calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla?
No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él
los que miran, diciendo: "Este hombre empezó a construir y no ha sido capaz de
acabar."
¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con
diez mil hombres podrá salir al paso del que le ataca con veinte mil?
Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de
paz.
Lo mismo vosotros: el que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo
mío."
Homilía
Temas de las lecturas: ¿Quién comprende lo que Dios quiere? * Señor, tú has
sido nuestro refugio de generación en generación. * Recíbelo, no como esclavo,
sino como hermano querido * El que no renuncia a todos sus bienes no puede ser
discípulo mío
1. La Sabiduría como Regalo
1.1 La primera lectura de hoy nos invita a apreciar la necesidad de la sabiduría, así
como su valor incomparable. Es tan valiosa que finalmente llegamos a concluir que
no la podemos alcanzar con nuestras solas fuerzas y que sólo podemos poseerla si
llega a nosotros como regalo.
1.2 Con una influencia platónica reconocible, esta primera lectura, tomada del libro
de la Sabiduría, expresa una realidad que todos conocemos: nuestro pensamiento
no vuela libre; bien sentimos el peso de nuestro "cuerpo" y de las cosas
"terrenales." Nuestras reflexiones son inseguras y de hecho, si leemos la historia de
la filosofía, vemos que los grandes pensadores no terminan de ponerse de acuerdo
ni siquiera en los elementos básicos de su reflexión. Esto no significa que todo
filosofar sea perder el tiempo, sino que ese no será el camino que nos lleve a las
respuestas más hondas.
1.3 Las respuestas más bien nos van llegando como un don: Dios se deja conocer,
revela su plan, nos habla como amigo, nos deja sentir su amor. De este modo
nuestro pensamiento se habitúa a su escala, a su estilo, a su manera de obrar. La
sabiduría que él nos concede no es simplemente conocimiento sino camino de vida
y fuente de gozo.
2. La sabiduría como Opción
2.1 El evangelio de hoy prolonga el tema de la sabiduría desde una óptica
diferente: lo mismo que el rey que evalúa si conviene o no entrar en combate, el
discípulo de Cristo debe evaluar con gran sabiduría y ponderación si quiere entrar
en la batalla. ¿Cuál batalla?
2.2 No se trata tanto de un combate exterior cuanto de esa serie de opciones
íntimas y de renuncias profundas que vamos encontrando a medida que todos
nuestros afectos y valores se confrontan con Cristo. Es fácil proclamar que Jesús es
el Señor pero para que ello sea una realidad es preciso que cada cosa y cada
persona, cada afecto y cada recuerdo, cada pensamiento y cada proyecto que
tenemos, comparezca ante Jesucristo. A menudo esto implica renuncias y división
interior. La victoria sin embargo es incomparable: la amistad con Cristo, la paz del
corazón, la verdadera e imperecedera luz.