XXIII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C
NO MATARÁS”
.
Y cuando Caín mata a Abel…Dios sale en defensa de la vida humana. Reclama a
Caín como Padre por la vida de su hijo… “Caín d￳nde está tu hermano”. Matar a un
Ser Humano es matar al propio hermano y una gravísima ofensa a Dios Creador y
Padre. Todo homicidio es fratricidio. No hay ningún justificativo para que el hombre
quite la vida al hombre. Ni la propia ni la de otro ser humano desde su concepción
hasta la muerte. La Guerra es un crimen y no hay justificativo humano y menos
cristiano tomar el camino de la guerra para resolver conflictos de la categoría o
dimensiones que fuere.
Justamente desde hace décadas los Papas alzan su voz sin respaldo de armas, una
débil voz de hombre que, en nombre del mismo Dios, clama ¡¡¡Jamás la Guerra!!!
Voz y clamor que acabamos de escuchar de labios de nuestro Francisco, con el
corazón estremecido como el corazón de millones de hombres y mujeres
mentalizados en el valor de la vida humana. La vida de un sólo ser humano: quién
ni￱o o anciano, joven o adulto, de la raza o condici￳n…, por el hecho de ser persona
humana vale más que todas las riquezas existentes en el mundo. Consecuente con
este valor absoluto de la dignidad del ser humano no negociable en un absoluto
total, Juan Pablo II vino a nuestro continente para suplicar a chilenos y argentinos
que dejáramos el camino de la guerra que se había emprendido y ni bien bajó del
Avión en el mismo Aeropuerto de Ezeiza clamó por la Paz entre hermanos y el cese
de la Guerra definiéndola como siempre injusta aunque se pretenda buscar defensa
de derechos propios o ajenos. No es lícito porque no es humano ni cristiano matar
una persona así se pretendiera salvar a la humanidad. El único camino válido para
resolver los conflictos es la mesa de las negociaciones, mesa en que terminan las
guerras, mesa por donde se debería haber comenzado en lugar de la Guerra.
Toda guerra es el mayor absurdo que se ha inventado. En toda declaración de
guerra se esconde un objetivo inconfesable. La motivación última es una ambición
desmedida e irracional… Sí, irracional… La guerra es una locura. Ninguna persona
humana es dueña de la vida humana. Solamente Dios es dueño de la vida y Dios ni
siquiera a quién lo ofende quiere que muera, sino que cambie de conducta y viva
en dignidad .
La guerra baja al ser humano a una animalidad salvaje que supera a las mismas
bestias. Porque la guerra es la muerte organizada del hombre contra el hombre. La
humanidad que se organiza contra sí misma. Es una organización irracional.
Quién o quiénes declaren la guerra no engañen ni se engañen. En lo hondo de su
ser se motivan como la pareja que narra el Génesis: quieren ser como Dios…due￱os
de la vida y de la muerte… Por eso llevarán el estigma de Caín asesino de su
hermano Abel.
Es duro este lenguaje, dirán algunos. Pero ante un crimen no se puede usar
eufemismo alguno y la Guerra, avasallando los Derechos Humanos, es el crimen
organizado y globalizado. Es duro porque por siglos nos hemos mentalizado a favor
de la lucha armada… Siempre se ha declarado la guerra para defender algún
derecho llegando a la misma contradicción del axioma pagano “si quieres la paz
prepara la guerra”. Hoy después de XXI siglos que Jesús nos dijo: “Yo les doy la
Paz, mi Paz y no como la da el mundo” se pretende defender los Derechos
Humanos desencadenando el reinado de la muerte hasta de inocentes.
Desenmascarándolos, Juan Pablo II estampa esta afirmación lapidaria: “La Paz
florece cuando se observan íntegramente los derechos humanos, mientras
que la guerra nace de su transgresión y se convierte, a su vez, en causa de
ulteriores violaciones aún más graves de los mismos” 1
El crimen de Caín consecuencia del pecado adamítico ha impregnado tanto a la
humanidad que hasta en la misma Iglesia se ha llegado a aceptar guerras para
defender derechos. Felizmente la profundización orante del Evangelio del
Príncipe de la Paz , hoy, proclama: ¡¡¡Jamás la Guerra y la Paz es un don de
Dios y una tarea para mujeres y hombres de Buena Voluntad!!!
Miguel Esteban Hesayne – Obispo
mehm@fibertel.com.ar
1 Mensaje de Juan Pablo II para la Jornada Mundial de la Paz.1Enero 1999