XXVI Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C.
Padre Dr. Juan Pablo Esquivel
+ Lc. 16,14: “Estaban oyendo todas estas cosas los fariseos, que
eran amigos del dinero , y se burlaban de Él (de Jesús)”
Tema central del Evangelio de hoy: el amor al dinero.
Parábola del “rico epulón y el pobre Lázaro”.
Se compara aquí a dos personas , que viven en situaciones muy diferentes.
Lo único que se nos dice de ambos es cómo se vestían , y que comían .
* El rico : “púrpura y lino” = lo mejor de entonces.
Y “cada día celebraba espléndidos banquetes”
* El pobre : “cubierto de llagas; deseaba las migajas que caían de la mesa
del rico” (“vestido” de llagas, y sin comer nada). En vez de amigos que lo
consuelen, perros que vienen a lamer sus llagas.
+ Después de esta presentación, se nos dice que ambos murieron y
tuvieron suertes muy diversas:
* El pobre Lázaro: “llevado por los ángeles al seno de Abraham”
(expresión judaica que resume toda la felicidad de la otra vida. En la fiesta del cielo
está Abraham, modelo de todos los creyentes, nuestro padre en la fe. Y Lázaro ha
obtenido un lugar de preferencia, pues aparece recostado en el pecho de Abraham
(como Juan respecto a Jesús en la Última Cena) y allí es consolado de todas las
miserias que pasó en esta vida.
* El rico: está en el infierno, en medio de horribles tormentos, torturado
por el fuego. Desea “una gota de agua en la punta de un dedo...” (lo cual da una
idea de lo espantoso de su situación.
+ Notemos que:
La situación ha cambiado totalmente con la muerte de ambos.
No se nos ha dicho que el rico fuese una mala persona; ni tampoco que el
pobre fuera virtuoso y bueno…
Jesús quiere poner en claro esta afirmación: “en asuntos de pobreza y
riqueza las cosas no duran para siempre, porque en el momento de nuestra
muerte toda cambiará” Por lo tanto, riqueza y pobreza son cosas muy pasajeras:
lo importante es preocuparse por ser ricos en el cielo , es decir, para siempre .
¿Cómo lograrlo?
Usando sabiamente los bienes que Dios nos ha dado a cada uno. En algunas
partes de su Evangelio Lc. lo dice con las palabras “vender y dar todo a los pobres” ;
“renunciar a los bienes”; pero cuando quiere darnos un ejemplo concreto para
poder imitar, nos muestra lo que hacían los primeros cristianos: cada uno tenía sus
cosas, pero todos ponían lo suyo al servicio de los demás como sí todo fuera de
todos… Porque lo importante es no apoderarse de las cosas como si los demás
no existieran.
En el Evangelio el rico digno de condenación es aquel que no sabe
compartir, insensible frente a las necesidades ajenas. El que sabe compartir es
rico para el cielo.
+ Si tratamos de buscar el aspecto de la parábola que más tiene que decir a
nuestro tiempo, tendríamos que llamarla “parábola de los seis hermanos” (el
rico más sus cinco hermanos). Estos seis hermanos se dedican a “vivir la vida”, a
“pasarla bien” , a gozar despreocupados, sin darse cuenta de lo efímera, lo fugaz
que es nuestra vida en este mundo. No son “malas personas” (“no matan ni
roban”), pero viven un egoísmo despiadado, insensibles a las más elementales
necesidades ajenas (como el rico con Lázaro); sordos a la Palabra de Dios, viven
como si con la muerte todo se acabase.
Esta clase de personas, existieron en todas las épocas; también en la
época de Jesús estos hombres mundanos y escépticos le pidieron “pruebas” a Jesús
(ya que Él pedía mucho, ellos querían estar “seguros”). Pero ni aún los milagros
alcanzan para ellos (recordar lo ocurrido con la resurrección de Lázaro, el amigo de
Jesús: se endurecieron aún más, e intentaron matarlo también a él, pues muchos
creían por su causa)… Quien no se inclina ante la palabra de Dios tampoco
será llamado a la conversión por un milagro . La petición de señales es una
escapatoria, un no querer comprometerse con Dios por el camino de la fe, y una
muestra de impenitencia. Frente a éste reclamo tan poco piadoso, la única señal
que ofreció Dios es la su Hijo Único muerto en cruz por nosotros; señal escandalosa
y necia para quienes no quieren creer; y señal de salvación, para que quien
quiera creer, crea.
+ Si miramos bien las cosas, también podemos interpretar la parábola de
esta forma: si el cristiano se tiene que caracterizar por su actitud ante los
necesitados, su primera preocupación tiene que ser la de salir a ayudar a aquellos
que tienen la mayor carencia: la carencia de Dios. Forma eminente de compartir los
bienes será entonces la Evangelización, la actividad misionera. Y, vistas así las
cosas, no es el avaro el único rico que merece condenación . El cristiano
indolente, “comodón”, que no se preocupa de llevar la Buena Nueva a los demás
está en falta frente a la Verdad y la Vida, que se le ha dado para compartir con
quienes la esperan y necesitan.
+ En síntesis : el cristiano es un hombre que ha renunciado a todos sus
bienes; porque reconoce que todo lo recibe de Dios y debe utilizarlo con criterios
sobrenaturales. Por todo agradece a Dios, Dueño de todo; y todo quiere
administrarlo de acuerdo a la voluntad de Dios ( compartir ).
Todos tenemos alguna riqueza... (vida; facultades, tiempo; habilidad;
bienes materiales) pero sobre todo, el ser hijos de Dios; la Redención, los
sacramentos; la Palabra de Dios. Preguntémonos entonces, nuevamente:
¿Somos “ricos” a los ojos de Dios?
María, llena ( rica ) de gracia nos enseñe, nos bendiga. Amén