Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Tiempo Ordinario, Año Impar,
Semana No. 23, Miércoles
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Habéis muerto con Cristo; en consecuencia, dad muerte a
todo lo terreno que hay en vosotros * El Señor es bueno con todos. * Dichosos los
pobres; ¡ay de vosotros, los ricos!
Textos para este día:
Colosenses 3,1-11:
Hermanos: Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba,
donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no
a los de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está con Cristo escondida
en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida nuestra, entonces también vosotros
apareceréis, juntamente con él, en gloria.
En consecuencia, dad muerte a todo lo terreno que hay en vosotros: la fornicación,
la impureza, la pasión, la codicia y la avaricia, que es una idolatría. Esto es lo que
atrae el castigo de Dios sobre los desobedientes. Entre ellos andabais también
vosotros, cuando vivíais de esa manera; ahora, en cambio, deshaceos de todo eso:
ira, coraje, maldad, calumnias y groserías, ¡fuera de vuestra boca! No sigáis
engañándoos unos a otros. Despojaos del hombre viejo, con sus obras, y revestíos
del nuevo, que se va renovando como imagen de su Creador, hasta llegar a
conocerlo. En este orden nuevo no hay distinción entre judíos y gentiles, circuncisos
e incircuncisos, bárbaros y escitas, esclavos y libres, porque Cristo es la síntesis de
todo y está en todos.
Salmo 144:
Día tras día, te bendeciré / y alabaré tu nombre por siempre jamás. / Grande es el
Señor, merece toda alabanza, / es incalculable su grandeza. R.
Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, / que te bendigan tus fieles; / que
proclamen la gloria de tu reinado, / que hablen de tus hazañas. R.
Explicando tus hazañas a los hombres, / la gloria y majestad de tu reinado. / Tu
reinado es un reinado perpetuo, / tu gobierno va de edad en edad. R.
Lucas 6,20-26:
En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos hacia sus discípulos, les dijo: "Dichosos
los pobres, porque vuestro es el reino de Dios. Dichosos los que ahora tenéis
hambre, porque quedaréis saciados. Dichosos los que ahora lloráis, porque reiréis.
Dichosos vosotros, cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten, y
proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre. Alegraos
ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso
es lo que hacían vuestros padres con los profetas. Pero, ¡ay de vosotros, los ricos!,
porque ya tenéis vuestro consuelo. ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados!,
porque tendréis hambre. ¡Ay de los que ahora reís!, porque haréis duelo y lloraréis.
¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que hacían vuestros padres
con los falsos profetas."
Homilía
Temas de las lecturas: Habéis muerto con Cristo; en consecuencia, dad muerte a
todo lo terreno que hay en vosotros * El Señor es bueno con todos. * Dichosos los
pobres; ¡ay de vosotros, los ricos!
1. Los Bienes de Arriba
1.1 Pablo, el apóstol incansable, nos pone en movimiento el día de hoy: hacia
arriba y hacia delante. Nos invita, nos apremia a buscar los bienes de cielo y a
dejar atrás nuestro pasado de pecado.
1.2 De aquí aprendemos en primer lugar que la vida cristiana es movimiento más
que posesión; conquista, más que dominio; más la búsqueda del peregrino, que la
seguridad del residente.
1.3 Queda claro también que la dirección no es la que cada cual pretenda, sino que
el Señor Jesús, en virtud de su resurrección, se ha convertido en el punto omega de
toda evolución y trasegar humanos, y a la vez, en el punto de referencia y criterio
de marcha de la humanidad entera.
1.4 Por otro lado, no dejemos perder ese otro dinamismo tan característico del
pensamiento paulino: la dialéctica entre lo antiguo y lo nuevo, entre el "hombre
viejo" y el "hombre nuevo". El pecado es una flecha que pretende retardar el
tiempo, para encarcelarnos en "lo mismo". El tiempo, en efecto, es el gran signo e
instrumento del Creador y Soberano de todos. Por eso el pecado es una lucha
contra el tiempo, y la resurrección es la victoria que da sentido al tiempo, aunque
trascendiendo el lenguaje del tiempo. Esta victoria es la "novedad" por excelencia.
2. Bienaventuranzas y "Malaventuranzas"
2.1 Tal vez el contraste más notable entre la versión que Lucas nos ofrece de las
bienaventuranzas y la que nos había dado Mateo, en el capítulo quinto de su
Evangelio, es que Lucas, junto al anuncio de la bienaventuranza, nos declara la
"malaventuranza". No sólo nos dice en qué dirección va la felicidad sino también
por dónde se nos puede escapar. Porque en el fondo de eso es de lo que se trata:
por dónde se va y por dónde no se va a la felicidad.
2.2 Lo cierto es que, ya en su construcción gramatical, tanto estas
bienaventuranzas como estas malaventuranzas miran al futuro. Unas y otras son,
en la voz de nuestro profeta y maestro, Jesucristo, el lenguaje que nos apremia a ir
más allá del bien inmediato o del mal inmediato. Como vemos, una vez más, está
aquí el gran tema del TIEMPO.
2.3 El presente, convertido en absoluto, es pésimo consejero, nos está diciendo
Cristo. La felicidad presente nos deslumbra y nos hace olvidar que de hecho es
pasajera; el abatimiento presente nos abruma y nos impide el consuelo de saber
que tendrá que pasar y relevarnos de su carga. Por eso Cristo hace su llamado,
para que entendamos que el tiempo tiene una dirección.
2.4 Ahora bien, esa "flecha" del tiempo no proviene del mismo tiempo, sino de
Dios, que es el Señor de los tiempos y las horas. Desde una perspectiva
judeocristiana, las cosas no cambian por capricho, según creían los paganos; ni por
la fuerza de un destino o una razón inexorable, como pensaron muchos filósofos; ni
tampoco por la repetición de ciclos, al modo de la opinión hinduista. Es Dios, y sólo
Dios, quien trae la novedad radical; es Él, y sólo Él, quien abre un futuro y quien
convierte lágrimas de dolor en cantos de gozo, o risas de frivolidad en lamentos de
duelo.
2.5 Con Cristo ha llegado el tiempo decisivo. Cristo en la tierra es el gran "kairós",
es la ocasión única, es la acción irreversible del amor y del poder compasivo de
Dios. Jesucristo, entonces, y sólo Él, puede pronunciar en verdad las
bienaventuranzas y las malaventuranzas, porque ante Él comparecen de hecho
todos los tiempos y todas las eras.