XXIII Semana del Tiempo Ordinario (Año Impar)
Miércoles
Hemos resucitado con Cristo, pensemos por tanto en las cosas de arriba,
viviendo las bienaventuranzas
“En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos hacia sus discípulos,
les dijo: -«Dichosos los pobres, porque vuestro es el reino de Dios.
Dichosos los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados.
Dichosos los que ahora lloráis, porque reiréis. Dichosos vosotros,
cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten, y
proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del
hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra
recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros
padres con los profetas. Pero, ¡ay de vosotros, los ricos!, porque ya
tenéis vuestro consuelo. ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis
saciados!, porque tendréis hambre. ¡Ay de los que ahora reís!,
porque haréis duelo y lloraréis. ¡Ay si todo el mundo habla bien de
vosotros! Eso es lo que hacían vuestros padres con los falsos
profetas» (Lucas 6,20-26).
1 . Cada vez que leemos las bienaventuranzas leemos el retrato de
Jesús. Señor, te vemos bajar de la montaña, donde habías elegido a los
doce apóstoles, y al comenzar tu sermón de la montaña, en esta versión
“de la llanura" (Lc 6,20-49), nos sobrecogemos al escuchar tus
bienaventuranzas. Frente a las ocho de Mateo aquí sólo nos muestras
cuatro seguidas de cuatro malaventuranzas o lamentaciones. “ La
bienaventuranza prometida nos coloca ante elecciones morales
decisivas. Nos invita a purificar nuestro corazón de sus instintos
malvados y a buscar el amor de Dios por encima de todo. Nos
enseña que la verdadera dicha no reside ni en la riqueza o el
bienestar, ni en la gloria humana o el poder, ni en ninguna obra
humana, por útil que sea, como las ciencias, las técnicas y las artes,
ni en ninguna criatura, sino en Dios solo, fuente de todo bien y de
todo amor ” (Catecismo 1723).
Jesús, llamas "felices y dichosos" a cuatro clases de personas: los
pobres, los que pasan hambre, los que lloran y los que son perseguidos por
causa de su fe. Y te lamentas de otras cuatro clases de personas: los ricos,
los que están saciados, los que ríen y los que son adulados por el mundo.
Se trata, por tanto, de cuatro antítesis. Como las que pone Lucas en labios
de María de Nazaret en su Magníficat: Dios derriba a los potentados y
enaltece a los humildes, a los hambrientos los sacia y a los ricos los
despide vacíos. Es como el desarrollo de lo que había anunciado Jesús en
su primera homilía de Nazaret: Dios le ha enviado a los pobres, los
cautivos, los ciegos y los oprimidos.
-“ Dichosos, vosotros, los pobres, Dichosos los que ahora
pasáis hambre, Dichosos los que ahora lloráis. Dichosos vosotros,
cuando os odien los hombres y os expulsen y os insulten y os
desprecien ”. El adverbio "ahora" refuerza el carácter de real, algo
histórico. Jesús, me invitas a: mirar mis propias miserias, mis pobrezas
reales, mis hambres reales, mis llantos reales, los desprecios reales que he
sufrido; y mirar a mi alrededor esos mismos sectores de miseria, esos
pobres, esos sufrientes, esos hambrientos, esos despreciados.
Dichosos... El reino de Dios es vuestro. Dichosos... Vosotros
seréis saciados... Dichosos... porque reiréis. Dichosos... porque
vuestra recompensa será grande en el cielo” . Lucas marca netamente
una antítesis entre el presente y el futuro:
Vosotros, que ahora tenéis hambre, seréis saciados...
Vosotros, que ahora lloráis, reiréis... ” Pero notemos también que la
"felicidad" prometida ya está aquí, es actual. Dichosos... el reino de Dios
es vuestro, desde hoy. Dichosos... vuestra recompensa es grande en
el cielo.
Esta paradoja no va con los criterios del mundo. En nuestra sociedad
se felicita a los ricos y a los que tienen éxito y a los que gozan de salud y a
los que son aplaudidos por todos. Pero la fe es creer en ti, Señor, en tu
estilo de vida y tu verdadera sabiduría, el auténtico camino de la felicidad y
de la libertad. La del salmo 1: " Dichoso el que no sigue el consejo de
los impíos: es como un árbol plantado junto a corrientes de agua...
No así los impíos, no así, que son como paja que se lleva el viento ".
O como la de Jeremías: " Maldito aquél que se fía de los hombres y
aparta de Yahvé su corazón... Bendito aquél que se fía de Yahvé y a
la orilla de la corriente echa sus raíces " (Jr 1 7,5-6). Lo anunciado por
los profetas se hace patente en ti, Señor (J. Aldazábal).
-“ Alegraos ese día y saltad de gozo...” Sí, ese día, a partir de
hoy... aun en medio de la pobreza, de las dificultades cotidianas, de los
sufrimientos... tú nos invitas, Señor, al gozo que se expresa incluso
exteriormente: "¡saltad de gozo!" Se nos debería notar ese comenzar a
vivir en el gozo de la felicidad eterna (Noel Quesson).
El modelo de la bienaventuranza es la Virgen María
(1,45.48;11,27.28): “ bienaventurada el alma de la Virgen que,
guidada por el magisterio del Espíritu que habitaba en ella, se
sometía siempre y en todo a las exigencias de la Palabra de Dios.
Ella no se dejaba llevar por su propio instinto o juicio, sino que su
actuación exterior correspondía siempre a las insinuaciones
internas de la sabiduría que nace de la fe (…) Imítala tú, alma fiel.
Entra en el templo de tu corazón, si quieres alcanzar la purificación
espiritual y la limpieza de todo contagio de pecado” (S. Lorenzo Justiniani).
La grandeza de alma de S. Ignacio de Antioquía le hace decir:
moriré de buena gana por Dios, con tal que vosotros no me lo impidáis.
Os lo pido por favor: no me demostréis una benevolencia inoportuna. Dejad
que sea pasto de las fieras, ya que ello me hará posible alcanzar a Dios.
Soy trigo de Dios y he de ser molido por los dientes de las fieras,
para llegar a ser pan limpio de Cristo ”.
2. –“ Hermanos, habéis resucitado con Cristo ”. Pablo creó un
término. El participio «resucitado», en griego permanece indisolublemente
ligado a la preposición «con» como si Pablo quisiera que experimentáramos
físicamente hasta qué punto nuestra suerte está ligada a la de Jesús.
Cuando Jesús resucitó yo estaba como incluido «en El», yo resucitaba con
El. Notemos que Pablo utiliza un verbo en pasado: mi resurrección ya está
realizada en la de Jesús. El principio que fundamenta la conducta moral del
cristiano es su unión con Cristo que comienza con el Bautismo (verdadera
resurrección espiritual) y se perfecciona con los demás sacramentos y con
la vida de oración, hay una búsqueda incesante de “las cosas de arriba”
donde está Cristo. Para esto hay una trayectoria: apartarse de lo viejo y
revestirse del hombre nuevo, ejercitándose en las virtudes. “Mi amor está
crucificado (…) no me satisfacen los alimentos corruptibles y los placeres de
este mundo. Lo que yo quiero es el pan de Dios, que es la carne de Cristo,
nacido de la descendencia de David, y no deseo otra bebida que su sangre,
que es la caridad incorruptible” (S. Ignacio de Antioquía). Dice la Gaudium
et Spes 57: “Los cristianos, en marcha hacia la ciudad celeste, deben
buscar y gustar las cosas de arriba, lo cual en nada disminuye, antes por el
contrario, aumenta, la importancia de la misión que les incumbe de trabajar
con todos los hombres en la edificación de un mundo más humano”. En la
cotidianidad, estamos con Dios, quien va “jugando en el orbe de la tierra y
encontrando sus delicias en estar entre los hijos de los hombres. Con todo
lo cual es espíritu humano, más libre de la esclavitud de las cosas, puede
ser elevado con mayor facilidad al culto mismo y a la contemplación del
Creador. Más todavía, con el impulso de la gracia se dispone a reconocer al
Verbo de Dios, que antes de hacerse carne para salvarlo todo y recapitular
todo en Él, estaba en el mundo como luz verdadera que ilumina a todo
hombre (Jn 1,9)”. Es cierto que conviene purificar la idea de progreso actual
que es pobre al excluir la Verdad, y querer sustituir la esperanza. “Sin
embargo, estas lamentables consecuencias no son efectos necesarios de la
cultura contemporánea ni deben hacernos caer en la tentación de no
reconocer los valores positivos de ésta. Entre tales valores se cuentan: el
estudio de las ciencias y la exacta fidelidad a la verdad en las
investigaciones científicas, la necesidad de trabajar conjuntamente en
equipos técnicos, el sentido de la solidaridad internacional, la conciencia
cada vez más intensa de la responsabilidad de los peritos para la ayuda y la
protección de los hombres, la voluntad de lograr condiciones de vida más
aceptables para todos, singularmente para los que padecen privación de
responsabilidad o indigencia cultural. Todo lo cual puede aportar alguna
preparación para recibir el mensaje del Evangelio, la cual puede ser
informada con la caridad divina por Aquel que vino a salvar el mundo”. Es
entrar en una perspectiva más alta, es “dejarse mover y poseer por la
poderosa mano del autor de todo bien” (S. Ignacio de Loyola).
-“ Así pues buscad las cosas de arriba, donde está Cristo
sentado a la derecha de Dios. Aspirad a las cosas de arriba, no a las
de la tierra ”. Comportémonos a la altura del Hijo de Dios. No vivamos, por
tanto, dominados por ninguna clase de maldad. Que más bien
resplandezcan en nosotros los bienes de arriba, no los de la tierra. No
seamos engaño, mentira para los demás; caminemos en la verdad y demos
testimonio de Cristo: "buscar las cosas de allá arriba" significa vivir con una
mentalidad no terrena, según las pasiones e instintos que a todos nos atan
de alguna manera.
-“ En efecto, habéis muerto con Cristo y vuestra vida está
oculta con Cristo en Dios”. Nada ha cambiado aparentemente en un
cristiano, con relación a los demás hombres. Un esplendor divino yace
escondido en lo más cotidiano, si estamos unidos a Cristo.
-“ Cuando aparezca Cristo, vuestra vida ”... ¡Cristo mi vida! Señor,
ayúdame a ser más consciente. -“ Entonces también vosotros
apareceréis gloriosos con Él ”. Jesús y yo formamos ¡un solo ser! Estoy
escondido, vivo, en el cielo. El cielo ya ha empezado. Simplemente, un día,
eso aparecerá claramente. Pero ya existe, si quiero consentir en ello.
-“ Por lo tanto, extirpad lo que hay de terreno en vosotros:
fornicación, impureza, pasiones, malos deseos ”. Los altos vuelos
místicos precedentes no impiden a san Pablo tocar de pies al suelo. Vivir por
adelantado en el cielo, es también crear un pequeño paraíso a nuestro
alrededor, para los demás.
-“ Revestíos del hombre nuevo que por el conocimiento se va
renovando a imagen de su Creador ”... Abandonarme. Dios me está
creando. Modela en mí la imagen de Cristo. Señor, que esté disponible a
ello (Noel Quesson).
3. “ Día tras día, te bendeciré y alabaré tu nombre por siempre
jamás. Grande es el Señor, merece toda alabanza, es incalculable su
grandeza”. Nuestro cántico se eleva al Señor con todas las criaturas.
“Consagrarse a la alabanza es propio de un corazón filial. El que alaba al
Señor cada día, lo alabará en el Día eterno” (S. Juan Crisóstomo): “ Que
todas tus criaturas te den gracias, Señor, que te bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañas.
Explicando tus hazañas a los hombres, la gloria y majestad de tu
reinado. Tu reinado es un reinado perpetuo, tu gobierno va de edad
en edad ”.
Llucià Pou Sabaté