Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Tiempo Ordinario, Año Impar,
Semana No. 23, Jueves
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Por encima de todo, el amor, que es el ceñidor de la
unidad consumada * Todo ser que alienta alabe al Señor. * Sed compasivos como
vuestro Padre es compasivo
Textos para este día:
Colosenses 3,12-17:
Hermanos: Como elegidos de Dios, santos y amados, vestíos de la misericordia
entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensión. Sobrellevaos mutuamente y
perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado:
haced vosotros lo mismo. Y por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor de
la unidad consumada. Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón; a
ella habéis sido convocados, en un solo cuerpo. Y sed agradecidos. La palabra de
Cristo habite en vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda
sabiduría; corregíos mutuamente. Cantad a Dios, dadle gracias de corazón, con
salmos, himnos y cánticos inspirados. Y, todo lo que de palabra o de obra realicéis,
sea todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.
Salmo 150:
Alabad al Señor en su templo, / alabadlo en su fuerte firmamento. / Alabadlo por
sus obras magníficas, / alabadlo por su inmensa grandeza. R.
Alabadlo tocando trompetas, / alabadlo con arpas y cítaras, / alabadlo con
tambores y danzas, / alabadlo con trompas y flautas. R.
Alabadlo con platillos sonoros, / alabadlo con platillos vibrantes. / Todo ser que
alienta alabe al Señor. R.
Lucas 6,27-38:
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "A los que me escucháis os digo:
Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os
maldicen, orad por los que os injurian. Al que te pegue en una mejilla, preséntale la
otra; al que te quite la capa, déjale también la túnica. A quien te pide, dale; al que
se lleve lo tuyo, no se lo reclames. Tratad a los demás como queréis que ellos os
traten. Pues, si amáis sólo a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los
pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien sólo a los que os hacen bien,
¿qué mérito tenéis? También los pecadores lo hacen. Y si prestáis sólo cuando
esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a otros
pecadores, con intención de cobrárselo. ¡No! Amad a vuestros enemigos, haced el
bien y prestad sin esperar nada; tendréis un gran premio y seréis hijos del Altísimo,
que es bueno con los malvados y desagradecidos.
Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo; no juzguéis, y no seréis
juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados;
dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida,
rebosante. La medida que uséis, la usarán con vosotros."
Homilía
Temas de las lecturas: Por encima de todo, el amor, que es el ceñidor de la
unidad consumada * Todo ser que alienta alabe al Señor. * Sed compasivos como
vuestro Padre es compasivo
1. La Vida Cristiana
1.1 Sin duda es alto el nivel de vida y virtud que Pablo espera de los cristianos,
según aprendemos de la primera lectura. Quiere que seamos "compasivos,
magnánimos, humildes, afables y pacientes". Y lo primero que nos llama la atención
es cómo en todas ellas brilla más la dimensión de recibir y de acoger que la de
emprender o sobresalir.
1.2 Según eso, lo grande de ser cristiano está decisivamente en la capacidad de
construir en otros y con otros. Es fuerte el contraste con los arquetipos y puntos de
referencias que ofrece este mundo. Pablo nos quiere "compasivos" ante la debilidad
o dolor de los demás; el mundo a menudo nos manda ser egoístas y tener cuidado
sólo de nuestras metas y nuestro propio confort. Pablo nos quiere "magnánimos",
es decir, de alma grande y horizontes amplios; el mundo pretende que nos
concentremos en unas metas y que seamos mezquinos en nuestro manejo de los
resentimientos y roces con los demás, como condición para construir nuestro
pequeño imperio. Pablo nos pide "humildad" y el mundo nos reclama
autosuficiencia, vanidad, egolatría, apetito de honores y una vida centrada en
nosotros mismos y nuestros intereses. Pablo, en fin, quiere que vivamos en la
"afabilidad" y la "paciencia", pero ¿quién más en el mundo estaría interesado en
ello? El mundo parece pertenecer a los impacientes, a los implacables, a los
inescrupulosos y a los "duros".
1.3 Ahora bien, ¿por qué un cristiano debería estar dispuesto a practicar, fomentar
y predicar este género de virtudes "blandas"? ¿Qué razones tiene para apartarse
del río común del comportamiento humano, sobre todo si lo miramos en nuestra
sociedad occidental? Las razones las da el mismo Pablo: "Dios los ha elegido a
ustedes, los ha consagrado a él y les ha dado su amor". Antes de pedir nada en
nombre de Dios, el apóstol recuerda cuánto nos ha "dado" Dios. Esto también
quiere decir que, sin la conciencia de esa elección divina, y de haber sido
consagrados por él, y sobre todo, sin la conciencia bien despierta de haber sido
AMADOS por él, es imposible practicar lo que aquí se pide.
1.4 Por eso la parte, digamos "moral", de la vida en Cristo no puede separarse de
otras partes, en particular, de los elementos de predicación y de celebración. Por
eso san Pablo nos dice, en el mismo pasaje de hoy: "Que la Palabra de Cristo habite
en ustedes con toda su riqueza"; y también: "con el corazón lleno de gratitud
alaben a Dios con salmos, himnos y cánticos espirituales". Con otras palabras: una
Iglesia colmada de la abundancia de la Palabra y rebosante de la acción del Espíritu
que ora en nosotros es una Iglesia que vive la vida de Cristo. ¿Podía ser de otro
modo?
2. Una vida extraordinaria
2.1 En el evangelio de hoy tenemos una especie de prolongación de estas ideas,
llevadas incluso a su extremo, si se quiere. Porque al fina y al cabo Pablo pedía
toda esa capacidad de acogida y bondad para la vida de los cristianos dentro de sus
propias comunidades, pero Cristo, como queriendo romper toda barrera y
trascender todo límite, nos lanza hacia lo extraordinario: el amor a los enemigos.
2.2 Y no es poca la fuerza de lo extraordinario. El amor a los enemigos, la
capacidad de perdonar y compadecer, y otras virtudes por el estilo, aparentemente
"inútiles" y "débiles", fueron muy probablemente una causa próxima de la
propagación del Evangelio en el mundo antiguo. Ver que alguien pretende imponer
sus ideas, así sean ideas sobre lo bueno y lo santo, es común; es lo que uno
esperaría del ser humano. Pero uno no espera del ser humano la capacidad de
acoger el dolor de un desconocido o de gastarse por alguien que ni siquiera lo
agradece, o de ofrecer una mano al que antes ha maltratado y humillado.
2.3 En tiempos, pues, de la antigua Roma, todas estas palabras tenían que sonar a
fantasías y debían parecer simplemente absurdas. La "realidad", la dura y cruda
realidad era el lenguaje del poder y de los poderosos, es decir, de aquellos que
tenían potestad hasta para hacer morir ignominiosamente a los cristianos. Veinte
siglos después, el Evangelio se propaga y gana nuevos adeptos cada día. ¿Queda
de aquellos emperadores algo más que un recuerdo a menudo amargo?