Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Tiempo Ordinario, Año Impar,
Semana No. 23, Sábado
--------------------------------------------------------------------------------
Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Vino al mundo para salvar a los pecadores * ¿Por qué me
llamáis "Señor, Señor", y no hacéis lo que digo?
Textos para este día:
1Timoteo 1,15-17:
Querido hermano: Podéis fiaros y aceptar sin reserva lo que os digo: que Cristo
Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, y yo soy el primero. Y por eso se
compadeció de mí: para que en mí, el primero, mostrara Cristo Jesús toda su
paciencia, y pudiera ser modelo de todos los que creerán en él y tendrán vida
eterna. Al rey de los siglos, inmortal, invisible, único Dios, honor y gloria por los
siglos de los siglos. Amén.
Lucas 6,43-49: Vino al mundo para salvar a los pecadores * ¿Por qué me
llamáis "Señor, Señor", y no hacéis lo que digo?
En aquel tiempo, decía Jesús a sus discípulos: "No hay árbol sano que dé fruto
dañado, ni árbol dañado que dé fruto sano. Cada árbol se conoce por su fruto;
porque no se cosechan higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos.
El que es bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es
malo, de la maldad saca el mal; porque lo que rebosa del corazón, lo habla la boca.
¿Por qué me llamáis "Señor, Señor", y no hacéis lo que digo? El que se acerca a mí,
escucha mis palabras y las pone por obra, os voy a decir a quién se parece: se
parece a uno que edificaba una casa: cavó, ahondó y puso los cimientos sobre
roca; vino una crecida, arremetió el río contra aquella casa, y no pudo tambalearla,
porque estaba sólidamente construida. El que escucha y no pone por obra se
parece a uno que edificó una casa sobre tierra, sin cimiento; arremetió contra ella
el río, y en seguida se derrumbó y quedó hecha una gran ruina."
Homilía
Temas de las lecturas: Vino al mundo para salvar a los pecadores * ¿Por qué me
llamáis "Señor, Señor", y no hacéis lo que digo?
1. Dos veces "el primero"
1.1 En el breve texto de la primera lectura de hoy encontramos que Pablo se
declara por dos veces "el primero". Se considera el primero entre los pecadores y el
primero entre los signos de la misericordia de Dios, una especie de ejemplo que
invita a la fe.
1.2 Y como Dios hizo de él un signo de misericordia, con eso mismo lo hizo un
instrumento de misericordia a través del ministerio de la predicación. Aquel que ha
sido compadecido no tiene más que predicar sino su propia historia. La compasión
divina es tan poderosa, en efecto, que hace que nuestro pasado sea un lenguaje en
el que ya no se lee ruina sino construcción maravillosa; ya no la herida sino el
relato de su curación; ya no el hedor del pecado sino el penetrante y dulce aroma
de la gracia.
1.3 Por eso, para aprender a ser predicadores de la gracia necesitamos aprender a
ser conocedores de la desgracia, es decir: de nuestras desgracias distintivas, que
no son otra cosa que nuestros pecados. Un predicador ajeno al tema del pecado es
un predicador ausente del drama del dolor humano y de la epopeya del amor
divino.
2. Hacer lo escuchado
2.1 La pregunta de Jesús en el evangelio de hoy no pierde actualidad: "¿Por qué me
dicen: Señor, Señor; y no hacen lo que yo les digo?". El Génesis nos relata con
primorosa belleza el poder que reside en la Palabra de Dios: "dijo Dios... y fue así"
(Gén 1,6-7.9.11). Lo propio de la creación es precisamente eso: no hay ruptura, no
hay solución de continuidad entre la palabra pronunciada y la obra realizada.
2.2 Cristo, en cambio, detecta ahora una situación diferente. Ahora sucede que
Dios habla y nada sucede. Es ante todo una afrenta a Dios. Nuestra rebeldía es
como un modo de decirle que él no es nuestro creador o nosotros no somos sus
creaturas.
2.3 Hay otra cosa interesante en el texto de hoy. El mismo Señor nos hace ver que
hay una continuidad entre el corazón y la boca, pues enseña que "la boca habla de
lo que está lleno el corazón". Esto, que es verdad en el hombre, semejanza de Dios,
es verdad de modo eminente en Dios, de quien el hombre ha sido hecho imagen. Es
decir: la boca de Dios no habla otra cosa sino lo que tiene su corazón.
2.4 Es lo mismo que leemos en el evangelio de Juan: " Nadie ha visto jamás a Dios;
el unigénito Dios, que está en el seno del Padre, El le ha dado a conocer" (Jn 1,18).
Cristo, Palabra del Padre, es también la expresión del ser íntimo del Padre, de modo
que nada más cabe conocer de Dios sino lo que podemos saber a través de Cristo y
en Cristo.