XXIV Semana del Tiempo Ordinario (Año Impar)
Lunes
T u Palabra, Señor, nos trae la salvación con la Eucaristía y la caridad
«Cuando terminó de decir todas estas palabras al pueblo que le
escuchaba, entró en Cafarnaún. Había allí un centurión que tenía un
criado enfermo y moribundo a quien estimaba mucho. Habiendo
oído hablar de Jesús, le envió unos ancianos de los judíos para
rogarle que viniera a curar a su criado. Ellos, cuando llegaron junto
a Jesús, le rogaban encarecidamente diciendo: «Merece que hagas
esto, pues aprecia a nuestro pueblo y él mismo nos ha construido
una sinagoga». Jesús, pues, se puso en camino con ellos. Y no
estaba ya lejos de la casa cuando el centurión le envió unos amigos
para decirle: «Señor no te tomes esa molestia, porque no soy digno
de que entres en mi casa, por eso ni siquiera yo mismo me he
considerado digno de venir a ti; pero di una palabra y mi criado
quedará sano. Pues también yo soy un hombre sometido a disciplina
y tengo soldados bajo mis órdenes: digo a éste: ve, y va; y al otro:
ven, y viene; y a mi siervo: haz esto, y lo hace». Al oírlo, Jesús
quedó admirado de él, y volviéndose a la multitud que le seguía,
dijo: «Os digo que ni aun en Israel he hallado tanta fe». Y cuando
volvieron a casa, los enviados encontraron sano al siervo. (Lucas 7,1-
10)
1. Jesús, hoy nos muestras tu diálogo con un hombre de fe: -“ Jesús
entró en Cafarnaúm. Un centurión del ejército romano tenía un
siervo a quien estimaba mucho; éste estaba enfermo a punto de
morir”. Este oficial era un pagano... pues al hacer el milagro que le pedía,
Jesús hizo notar "que no había encontrado una fe tal ni en Israel". Estamos
ante una salvaci￳n universal… desde su fundaci￳n de Jesús, aunque luego
no todos vivan ese espíritu…
-“ El centurión había oído hablar de Jesús, y le envió unos
notables judíos para rogarle que fuera a curar a su siervo...”:
"Merece que se lo concedas porque quiere a nuestra nación y es él quien
nos ha construido la sinagoga". Ese pagano es seguidor de Jesús sin
saberlo, busca la verdad, y de su propio bolsillo había pagado la
construcción de una sinagoga, que no era su religión romana. Quizá había
superado el politeísmo. Entre los paganos y los incrédulos que me rodean
¿no los hay que se interrogan y que buscan la verdad?
-“ Jesús se fue con ellos. No estaba ya lejos de la casa, cuando
el centurión le envió unos amigos a decirle: "Señor, no te molestes,
que yo no soy quién para que entres bajo mi techo. Por eso tampoco
me atreví a ir en persona a encontrarte. ”" No quiere el pagano que
Jesús se manche entrando en su casa, pero Jesús, para quien no hay esas
impurezas legales, agradece esa atención y es respetuoso con el detalle de
cortesía.
-“ No merezco que entres bajo mi techo ”. Como él, también
nosotros nos encontramos indignos de estar en presencia de Dios: ¡es
maravilloso pensar que la Iglesia no ha hallado fórmula mejor para poner
en nuestros labios en el momento que nos acercamos a la eucaristía! Repito
esa fórmula de humildad, de verdad. Rezo...
-“ Pero con una palabra tuya se curará mi criado ”. Jesús, sueles
curar con gestos y palabras, y delante de la persona enferma. Aquí lo harás
a distancia con el centurión, y solo con la palabra, como decimos en la
misa: " pero di solamente una palabra y mi alma quedará salvada".
Y el oficial subraya el poder de la palabra, por su propia experiencia
del mando -" digo a mis subalternos: "ve" y "va" ”- y quiere decir que tu
palabra, Jesús, es una palabra potente, que realiza siempre lo que decide.
Jesús, di una palabra por lo que te pido… (lo que tengamos en el corazón
ahora mismo): que se cure esa persona, que se arregle esta situaci￳n… si
conviene, si es la voluntad de Dios… tu sola Palabra está presente para
salvarnos. Auméntame la fe, Señor, para creer en esta Palabra, que opera
nuestra salvación.
-“ Al oír esto Jesús se quedó admirado: No he encontrado tanta
fe...” La Fe... ese sexto sentido que nos permite percibir unas realidades
nuevas, invisibles a los sentidos corporales. Dichosos ellos, paganos
modernos o cristianos, que mantienen su corazón a la escucha de esas
realidades misteriosas y que no aceptan estar solamente clavados a la
materia... al tiempo... Lo eterno está aquí (Noel Quesson).
Hoy vemos también intercesores, santos que nos ayudan a
aumentar la fe: «Por el hecho de que los del cielo están más íntimamente
unidos a Cristo, consolidan más firmemente a toda la Iglesia en la
santidad... no dejan de interceder por nosotros ante el Padre. Presentan por
medio del único Mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, los
méritos que adquirieron en la tierra... Su solicitud fraterna ayuda, pues,
mucho a nuestra debilidad» (Catecismo 956).
Señor, auméntame la fe, basada en la humildad: «no soy digno de
que entres en mi casaᄏ… y esto no depende de mis méritos: «Pásmate ante
la bondad de Dios, porque Cristo quiere vivir en ti..., también cuando
percibes todo el peso de la pobre miseria, de esta pobre carne, de esta
vileza, de este pobre barro.
”-Sí, también entonces, ten presente esa llamada de Dios: Jesucristo,
que es Dios, que es Hombre, me entiende y me atiende porque es mi
Hermano y mi Amigo» (J. Escrivá, Forja 182).
2. –“ Ante todo recomiendo que se hagan plegarias... por todos
los hombres”. Una «plegaria universal»: ¡rogar por todos los hombres! El
concilio Vaticano Il restableció esa antigua tradición. Las asambleas de los
primeros cristianos debían de ser poco numerosas, pues no habiendo
todavía iglesias ni capillas, se reunían sólo en casas particulares. Ahora
bien, san Pablo les pide que amplíen su plegaria a las dimensiones del
mundo entero. Aunque poco numerosos, todavía hoy, los cristianos
reunidos representan la humanidad ante Dios y son solidarios de «todos».
No se va a misa con el fin de rogar primero por sí mismo o por el círculo
restringido de los suyos... se va por la «multitud» a la cual Jesús ha dado
su vida. Esta invitación de Pablo podría ser para mí una incitación a reservar
un rato a esa misma «oración universal».
-“ Sobre las plegarias de petición, de intercesión de acción de
gracias...” Este es el contenido ordinario de toda plegaria verdadera. Los
fines de la misa resumen esa plegaria que dirigimos a Dios. La adoración,
acción de gracias (eucaristía), petición de perdón, e impetración de dones.
Conocí a un hombre bueno, Alvaro del Portillo, que rezaba: “¡Se￱or:
gracias, perdón, y ayúdame más!” Sin darse cuenta quizá, resumía así los
cuatro fines de nuestra misa y nuestra vida: “¡Se￱or!”: adoraci￳n.
“Gracias”: agradecimiento. “Perd￳n”, te pido perd￳n por eso y lo otro… “Y
ayúdame más” en estas cosas que traigo en la cabeza…
-“ Por los jefes de Estado y todos los constituidos en autoridad,
para que podamos vivir con tranquilidad y seguridad, como hombres
religiosos y cabales”. Ya entonces sentía san Pablo la importancia de esas
articulaciones colectivas y en particular de «aquellos que tienen
responsabilidades» sobre todo un conjunto de hombres. Nuestras preces
universales actuales han reemprendido esa intención. No olvidemos que los
jefes de Estado por los que Pablo pedía oraciones eran en aquella época
todos paganos. Esta nota nos permite subrayar el papel de la política, de los
gobiernos, según san Pablo: en su terreno profano deben permitir y facilitar
la paz civil, en la tranquilidad y seguridad... para que sea posible una vida
humana religiosa y seria.
-“ Porque Dios quiere que todos los hombres se salven y
lleguen al pleno conocimiento de la verdad”. Frase célebre que hay
que dejar que resuene en nuestro interior. Nuestra oración tiene que ser
universal porque la voluntad de salvación es universal: ¡qué «todos» los
hombres se salven!
-“ No hay más que un solo Dios, un solo mediador entre Dios y
los hombres, Cristo Jesús, hombre también, que se entregó a sí
mismo como rescate por todos los hombres”. Dos razones profundas
motivan que nuestra oración sea universal. --Dios es el único Dios, el de
todos... --Jesús es el único camino para ir a Dios... Si nuestro corazón ha de
estar ampliamente abierto al mundo entero, es porque el corazón de Dios
ama y quiere salvar a todos los hombres. ¡Cada hombre, cada mujer, uno a
uno, es amado de Dios! (Noel Quesson).
-“ Quisiera pues que los hombres oren en todo lugar elevando
sus manos al cielo”.
3. El salmo recoge este tono de súplica: " escucha mi voz
suplicante cuando te pido auxilio, cuando alzo las manos hacia tu
santuario. Salva a tu pueblo y bendice tu heredad ". Es la oración
universal u oración de los fieles donde en la misa, “el pueblo, ejercitando su
oficio sacerdotal, ruega por todos los hombres... por la santa Iglesia, por los
gobernantes, por los que sufren alguna necesidad y por todos los hombres y
la salvación de todo el mundo" (IGMR 45).
Llucià Pou Sabaté