Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Tiempo Ordinario, Año Impar,
Semana No. 24, Miércoles
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Grande es el misterio que veneramos * Grandes son las
obras del Señor. * Tocamos y no bailáis, cantamos lamentaciones y no lloráis
Textos para este día:
1 Timoteo 3,14-16:
Querido hermano: Aunque espero ir a verte pronto, te escribo esto por si me
retraso; quiero que sepas cómo hay que conducirse en la casa de Dios, es decir, en
la asamblea de Dios vivo, columna y base de la verdad. Sin discusión, grande es el
ministerio que veneramos: Manifestado en la carne, justificado en el Espíritu,
contemplado por los ángeles, predicado a los paganos, creído en el mundo, llevado
a la gloria.
Salmo 110:
Doy gracias al Señor de todo corazón, / en compañía de los rectos, en la asamblea.
/ Grandes son las obras del Señor, / dignas de estudio para los que las aman. R.
Esplendor y belleza son su obra, / su generosidad dura por siempre; / ha hecho
maravillas memorables, / el Señor es piadoso y clemente. R.
Él da alimento a sus fieles, / recordando siempre su alianza; / mostró a su pueblo
la fuerza de su obrar, / dándoles la heredad de los gentiles. R.
Lucas 7,31-35:
En aquel tiempo, dijo el Señor: "¿A quién se parecen los hombres de esta
generación? ¿A quién los compararemos? Se parecen a unos niños, sentados en la
plaza, que gritan a otros: "Tocamos la flauta y no bailáis, cantamos lamentaciones
y no lloráis." Vino Juan el Bautista, que ni comía ni bebía, y dijisteis que tenía un
demonio; vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: "Mirad qué comilón y
qué borracho, amigo de publicanos y pecadores." Sin embargo, los discípulos de la
sabiduría le han dado la razón."
Homilía
Temas de las lecturas: Grande es el misterio que veneramos * Grandes son las
obras del Señor. * Tocamos y no bailáis, cantamos lamentaciones y no lloráis
1. Columna de la Verdad
1.1 Con ser tan breve, la primera lectura de hoy contiene dos bellísimos elogios,
uno para Jesucristo y otro para su Esposa, la Iglesia.
1.2 De la Iglesia se dice que es "casa del Dios vivo" y también que es "columna y
fundamento de la verdad". Dos afirmaciones fuertes que muestran a la vez la
grandeza del misterio y la profundidad de la vocación que ha recibido la Iglesia.
Vienen bien estas afirmaciones en estos tiempos en que se suele mirar y juzgar de
la Iglesia de un modo muy simplista, pragmático y externo, incluso por los mismos
miembros de la Iglesia.
1.3 Si uno examina a la luz de la historia de dónde proviene esa actitud de recelo y
distancia frente a la Iglesia, pronto se llega a una conclusión: la Reforma
Protestante. En su valiente pero también cuestionable postura, Lutero hace valor
los derechos de su conciencia (lo cual está muy bien) y los derechos de la Escritura
(cosa loable, desde luego). Pero omitió a la Iglesia. Habló como si la Palabra y su
conciencia pudieran encontrarse de una manera ideal y directa, y por eso no tomó
en cuenta todo el tema hermenéutico de la mediación de la comunidad en la
proposición y adquisición de sentido de la Palabra.
1.4 Casi cinco siglos después, entendemos, tanto del punto de vista racional-
hermenéutico como estrictamente teológico, el tamaño del error del Lutero, pero
también la profundidad de su intención. Una Iglesia enajenada de la Palabra se
desnaturaliza; una Iglesia sustraída del mundo de la existencia y la conciencia de
sus fieles languidece. Lutero tenía razón en ello. Pero una conciencia sin Iglesia o
una Biblia sin Iglesia serán todo, menos la casa de Dios y el fundamento de la
verdad.
2. El misterio de Cristo
2.1 La primera lectura tiene también un magnífico himno cristológico que
probablemente, piensan los estudiosos, es anterior a la redacción misma de esta
Carta a Timoteo. Son seis calificativos de Cristo, en dos series de tres, que recorren
con admiración enamorada el ser, la obra y la presencia gloriosa del Señor.
2.2 La primera serie se refiere a las manifestaciones que el Señor hizo de sí mismo,
según el designio del Padre: "hecho hombre, santificado por el Espíritu y
contemplado por los ángeles". Esta trilogía contiene el abajamiento de la
encarnación, la exaltación de la resurrección y la entronización propia de su
ascensión a los cielos. Es como una flecha que nos hace recorrer en un instante
desde lo hondo del sepulcro y el cuerpo humillado de Cristo hasta el cielo altísimo,
allí donde se pierde extasiada la mirada de los santos ángeles.
2.3 La segunda serie pertenece al misterio de Cristo en su Iglesia: "anunciado a
todas las naciones, aceptado en el mundo mediante la fe y elevado a la gloria". Es
hermoso ver que este himno, al utilizar este género de adjetivos-participios, sitúa
nuestros ojos como en el cielo, como en la eternidad. En efecto, todavía Cristo no
ha sido "anunciado a todas las naciones", ni se la ha "aceptado en el mundo
mediante la fe". El punto de vista de este cántico es el del triunfo final en el que el
universo entero, integrado en la Iglesia que lo recapitula todo, es lo que san
Agustín llamaba el "Cristo total", ese que habrá de ser, como ya lo fue la
humanidad misma de nuestro redentor, "elevado a la gloria".