EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
jueves 19 Septiembre 2013
Jueves de la vigésima cuarta semana del tiempo ordinario
Primera Carta de San Pablo a Timoteo 4,12-16.
Que nadie menosprecie tu juventud: por el contrario, trata de ser un modelo para
los que creen, en la conversación, en la conducta, en el amor, en la fe, en la pureza
de vida.
Hasta que yo llegue, dedícate a la proclamación de las Escrituras, a la exhortación y
a la enseñanza.
No malogres el don espiritual que hay en ti y que te fue conferido mediante una
intervención profética, por la imposición de las manos del presbiterio.
Reflexiona sobre estas cosas y dedícate enteramente a ellas, para que todos vean
tus progresos.
Vigila tu conducta y tu doctrina, y persevera en esta actitud. Si obras así, te
salvarás a ti mismo y salvarás a los que te escuchen.
Salmo 111(110),7-8.9.10.
Verdad y justicia son obra de sus manos,
todos sus decretos son seguros,
apoyados en una base inamovible,
portadores de verdad y rectitud.
Envió a su pueblo la liberación,
fijó con él una alianza para siempre;
santo y temible es su Nombre.
El principio del saber es temer al Señor,
es sabio de verdad el que así vive,
su alabanza perdura para siempre.
Evangelio según San Lucas 7,36-50.
Carta encíclica "Dives in Misericordia", § 13 - Copyright © Libreria Editrice Vaticana
Un fariseo invitó a Jesús a comer con él. Jesús entró en la casa y se sentó a la
mesa.
Entonces una mujer pecadora que vivía en la ciudad, al enterarse de que Jesús
estaba comiendo en casa del fariseo, se presentó con un frasco de perfume.
Y colocándose detrás de él, se puso a llorar a sus pies y comenzó a bañarlos con
sus lágrimas; los secaba con sus cabellos, los cubría de besos y los ungía con
perfume.
Al ver esto, el fariseo que lo había invitado pensó: "Si este hombre fuera profeta,
sabría quién es la mujer que lo toca y lo que ella es: ¡una pecadora!".
Pero Jesús le dijo: "Simón, tengo algo que decirte". "Di, Maestro!", respondió él.
"Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios, el otro
cincuenta.
Como no tenían con qué pagar, perdonó a ambos la deuda. ¿Cuál de los dos lo
amará más?".
Simón contestó: "Pienso que aquel a quien perdonó más". Jesús le dijo: "Has
juzgado bien".
Y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: "¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y
tú no derramaste agua sobre mis pies; en cambio, ella los bañó con sus lágrimas y
los secó con sus cabellos.
Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entré, no cesó de besar mis pies.
Tú no ungiste mi cabeza; ella derramó perfume sobre mis pies.
Por eso te digo que sus pecados, sus numerosos pecados, le han sido perdonados
porque ha demostrado mucho amor. Pero aquel a quien se le perdona poco,
demuestra poco amor".
Después dijo a la mujer: "Tus pecados te son perdonados".
Los invitados pensaron: "¿Quién es este hombre, que llega hasta perdonar los
pecados?".
Pero Jesús dijo a la mujer: "Tu fe te ha salvado, vete en paz".
Comentario del Evangelio por :
Beato Juan Pablo II (1920-2005), papa
Carta encíclica "Dives in Misericordia", § 13 - Copyright © Libreria Editrice
Vaticana
"Sus pecados, sus numerosos pecados, le han sido perdonados"
Precisamente porque existe el pecado en el mundo, al que «Dios amó tanto.. que lo
dio su Hijo unigénito», (Jn 3,16) Dios que «es amor» (Jn 4,8) no puede revelarse
de otro modo si no es como misericordia. Esta corresponde no sólo con la verdad
más profunda de ese amor que es Dios, sino también con la verdad interior del
hombre y del mundo que es su patria temporal… Por tanto, la Iglesia profesa y
proclama la conversión. La conversión a Dios consiste siempre en descubrir su
misericordia, es decir, ese amor que es paciente y benigno (Cfr 1Co 13,4) a medida
del Creador y Padre: el amor, al que «Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo» (Cfr
2Co 1,3) es fiel hasta las últimas consecuencias en la historia de la alianza con el
hombre: hasta la cruz, hasta la muerte y la resurrección de su Hijo. La conversión a
Dios es siempre fruto del «reencuentro» de este Padre, rico en misericordia (Ef
2,4).
El auténtico conocimiento de Dios, Dios de la misericordia y del amor benigno, es
una constante e inagotable fuente de conversión, no solamente como momentáneo
acto interior, sino también como disposición estable, como estado de ánimo.
Quienes llegan a conocer de este modo a Dios, quienes lo «ven» así, no pueden
vivir sino convirtiéndose sin cesar a El. Viven pues in statu conversionis; es este
estado el que traza la componente más profunda de la peregrinación de todo
hombre por la tierra in statu viatoris.
Es evidente que la Iglesia profesa la misericordia de Dios, revelada en Cristo
crucificado y resucitado, no sólo con la palabra de sus enseñanzas, sino, por encima
de todo, con la más profunda pulsación de la vida de todo el Pueblo de Dios.
Mediante este testimonio de vida, la Iglesia cumple la propia misión del Pueblo de
Dios, misión que es participación y, en cierto sentido, continuación de la misión
mesiánica del mismo Cristo.
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”