Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Tiempo Ordinario, Año Impar,
Semana No. 24, Viernes
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Tú, en cambio, hombre de Dios, practica la justicia *
Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. *
Algunas mujeres acompañaban a Jesús y le ayudaban con sus bienes
Textos para este día:
1Timoteo 6,2c-12:
Querido hermano: Esto es lo que tienes que enseñar y recomendar. Si alguno
enseña otra cosa distinta, sin atenerse a las sanas palabras de nuestro Señor
Jesucristo y a la doctrina que armoniza con la piedad, es un orgulloso y un
ignorante, que padece la enfermedad de plantear cuestiones inútiles y discutir
atendiendo sólo a las palabras. Esto provoca envidias, polémicas, difamaciones,
sospechas maliciosas, controversias propias de personas tocadas de la cabeza, sin
el sentido de la verdad, que se han creído que la piedad es un medio de lucro. Es
verdad que la piedad es una ganancia, cuando uno se contenta con poco. Sin nada
venimos al mundo, y sin nada nos iremos de él. Teniendo qué comer y qué vestir
nos basta. En cambio, los que buscan riquezas caen en tentaciones, trampas y mil
afanes absurdos y nocivos, que hunden a los hombres en la perdición y la ruina.
Porque la codicia es la raíz de todos los males, y muchos, arrastrados por ella, se
han apartado de la fe y se han acarreado muchos sufrimientos. Tú, en cambio,
hombre de Dios, huye de todo esto; practica la justicia, la piedad, la fe, el amor, la
paciencia, la delicadeza. Combate el buen combate de la fe. Conquista la vida
eterna a la que fuiste llamado, y de la que hiciste noble profesión ante muchos
testigos.
Salmo 48:
¿Por qué habré de temer los días aciagos, / cuando me cerquen y acechen los
malvados, / que confían en su opulencia / y se jactan de sus inmensas riquezas? /
¿Si nadie puede salvarse / ni dar a Dios un rescate? R.
Es tan caro el rescate de la vida, / que nunca les bastará / para vivir
perpetuamente / sin bajar a la fosa. R.
No te preocupes si se enriquece un hombre / y aumenta el fasto de su casa: /
cuando muera, no se llevará nada, / su fasto no bajará con él. R.
Aunque en vida se felicitaba: / "Ponderan lo bien que lo pasas", / irá a reunirse con
sus antepasados, / que no verán nunca la luz. R.
Lucas 8,1-3:
En aquel tiempo, Jesús iba caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo,
predicando el Evangelio del reino de Dios; lo acompañaban los Doce y algunas
mujeres que él había curado de malos espíritus y enfermedades: María la
Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa,
intendente de Herodes; Susana y otras muchas que le ayudaban con sus bienes.
Homilía
Temas de las lecturas: Tú, en cambio, hombre de Dios, practica la justicia *
Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. *
Algunas mujeres acompañaban a Jesús y le ayudaban con sus bienes
1. ¿Cuál es la frontera entre el diálogo y la palabrería?
1.1 La Iglesia Católica, especialmente a partir del Concilio Vaticano II, ha insistido
mucho en la palabra diálogo. Los cristianos estamos llamados a abrirnos al diálogo
entre nosotros mismos, con Dios y con el mundo también.
1.2 Pero casi toda realidad buena es susceptible de desfiguración, y el diálogo no
escapa a esa ley. Son deformaciones de él "las discusiones y los juegos de
palabras", de que nos habla el apóstol Pablo en la primera lectura de hoy. Porque,
si bien es verdad que la predicación es por excelencia el ejercicio de la palabra, ese
instrumento precioso puede desgastarse cuando el hablar se convierte como en un
objetivo en sí mismo: algo que no va hacia la transformación de la vida en Cristo
sino hacia la afirmación del propio "yo" por el gusto de ganarle a otro en combate
verbal.
1.3 Además, esa pasión por ganar suele ir unida al gusto de hacer negocios. Es
natural. Así resulta que la palabrería a menudo es la herramienta preferida de quien
quiere hacer ganancias terrenales con términos celestiales. Por eso la denuncia que
hace Pablo.
1.4 Pero no se queda en la denuncia; ofrece un remedio: "tú, evita todo eso y lleva
una vida de rectitud, piedad, amor, paciencia y mansedumbre".
2. Mujeres junto al ministerio de Jesús
2.1 Sólo Lucas, en el evangelio de hoy, nos dejó constancia de un rasgo muy
peculiar del ministerio público de Jesús: la presencia de mujeres que lo
acompañaban y le ayudaban con sus bienes.
2.2 Esta actitud puede ser calificada de revolucionaria, pues en vano buscaríamos
en las páginas del Antiguo Testamento un ejemplo parecido. Sin embargo, no es la
única actitud que refleja el modo peculiar en que Cristo manifiesta un modo distinto
de relacionarse con la mujer, así como en otro sentido, ha manifestado modos
nuevos de acercamiento a otros de los que eran excluidos en la sociedad de aquel
tiempo: los pecadores, los leprosos, los niños, los enfermos.
2.3 Esto quiere decir que Jesús, dejándose acompañar por este grupo en el que
había mujeres de diverso rango y condición, no está obrando de un modo extraño
al mensaje central de su Evangelio: está mostrando más bien que la gracia por él
ofrecida trae una renovación de todas las cosas y que ese tipo de exclusiones no
caben en los discípulos del Reino.
2.4 Por otro lado, toda esta libertad de Cristo en su obrar no implica que él mismo
no tenga en cuenta los lugares distintos que tienen unas u otras personas en la
comunidad que está naciendo de su palabra. Aquellos, por ejemplo, que quieren
tomar el modo de obrar de Jesús para decir que las mujeres deben recibir el
ministerio ordenado tendrían que responder por qué Cristo, que vemos que obra en
todo con tanta libertad, no tomó esa opción ni en una sola ocasión.
2.5 Por eso el Papa el 22 de mayo de 1994, en su Carta Apostólica "Ordinatio
Sacerdotalis", nos escribía: "Cristo eligió a los que quiso (cf. Mc. 3, 13-14; Jn. 6,
70), y lo hizo en unión con el Padre por medio del Espíritu Santo (Hch. 1, 2),
después de pasar la noche en oración (cf. Lc. 6, 12). Por tanto, en la admisión al
sacerdocio ministerial, la Iglesia ha reconocido siempre como norma perenne el
modo de actuar de su Señor en la elección de los doce hombres, que él puso como
fundamento de su Iglesia (cf. Ap. 21, 14). En realidad, ellos no recibieron
solamente una función que habría podido ser ejercida después por cualquier
miembro de la Iglesia, sino que fueron asociados especial e íntimamente a la misión
del mismo Verbo encarnado (cf. Mt. 10, 1. 7-8; 28, 16-20; Mc. 3, 13-16; 16, 14-
15). Los Apóstoles hicieron lo mismo cuando eligieron a sus colaboradores que les
sucederían en su ministerio. En esta elección estaban incluidos también aquellos
que, a través del tiempo de la Iglesia, habrían continuado la misión de los Apóstoles
de representar a Cristo, Señor y Redentor".
2.6 Lo que concluimos de aquí es que la mujer tiene un lugar muy cercano al
corazón y la misión de Cristo, pero que ese lugar no está hecho sólo de gente
ordenada sacramentalmente.