EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Evangelio según San Lucas 8,1-3.
Después, Jesús recorría las ciudades y los pueblos, predicando y anunciando la
Buena Noticia del Reino de Dios. Lo acompañaban los Doce
y también algunas mujeres que habían sido curadas de malos espíritus y
enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios;
Juana, esposa de Cusa, intendente de Herodes, Susana y muchas otras, que los
ayudaban con sus bienes.
Comentario del Evangelio por :
Beato Juan Pablo II (1920-2005), papa
Alocución del 29 de abril 1979 13 - Copyright © Libreria Editrice Vaticana
“Lo acompañaban los Doce y también algunas mujeres”
Es particularmente conmovedor meditar en la actitud de Jesús hacia la mujer: se
mostró audaz y sorprendente para aquellos tiempos, cuando, en el paganismo, la
mujer era considerada objeto de placer, de mercancía y de trabajo, y, en el
judaísmo, estaba marginada y despreciada. Jesús mostró siempre la máxima
estima y el máximo respeto por la mujer, por cada mujer, y en particular fue
sensible hacia el sufrimiento femenino. Traspasando las barreras religiosas y
sociales del tiempo, Jesús restableció a la mujer en su plena dignidad de persona
humana ante Dios y ante los hombres.
¿Cómo no recordar sus encuentros con Marta y María, con la Samaritana, con la
viuda de Naín, con la mujer adúltera, con la hemorroisa, con la pecadora en casa de
Simón el fariseo? El corazón vibra de emoción al sólo enumerarlos. Y cómo no
recordar sobre todo, que Jesús quiso asociar algunas mujeres a los Doce, que le
acompañaban y servían y fueron su consuelo durante la vía dolorosa hasta el pie de
la cruz? Y después de la resurrección Jesús se apareció a las piadosas mujeres y a
María Magdalena, encargándole anunciar a los discípulos su resurrección. Deseando
encarnarse y entrar en nuestras historia humana, Jesús quiso tener una Madre,
María Santísima, y elevó así a la mujer a la cumbre más alta y admirable de la
dignidad, Madre de Dios encarnado, Inmaculada, Asunta, Reina del cielo y de la
tierra.
¡Por eso, vosotras, mujeres cristianas, debéis anunciar, como María Magdalena y
las otras mujeres del Evangelio debéis testimoniar que Cristo ha resucitado
verdaderamente, que El es nuestro verdadero y único consuelo! Tened, pues,
cuidado de vuestra vida interior
(Referencias bíblicas: Lc 10,38-42; Jn 4,1-42; Lc 7,11-17; Jn 8,3-9; Mt
9,20-22; Lc 7,36-50; Lc 8,2-3; Mt 28,8 )
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”