Domingo XXV. Ciclo C
La responsabilidad social es tarea de todos.
EMILIO RODRIGUEZ ASCURRA / contactoconemilio@gmail.com
Era costumbre normal en la Palestina de tiempos de Jesús que el mayordomo, aquel que
administraba los bienes de su amo, incluyese en los recibos de venta de sus bienes
mayor cantidad de la realmente comerciada, dado que no recibía sueldo. Así al
momento de la paga obtenía su ganancia de los intereses que había aplicado, lo que hoy
conocemos como el reembolso por un trabajo realizado. De allí que el señor alabe a este
administrador sagaz y astuto.
Una de las frases que más ruido nos hace de este texto es: “Háganse amigos con el
dinero injusto”, parece una propuesta de por sí corrupta, contaminada de interés
personal. Ahora bien, eso de acuerdo a lo que entendamos por “dinero injusto”, el texto
nos propone descubrir en los bienes materiales, particularmente en estos papeles de
colores que aunque necesarios para vivir muchas veces lo son todo en nuestras vidas, el
medio de perdición de nuestra buena conducta, pues quien solo se maneja de acuerdo a
este criterio material se ve tarde o temprano envuelto en injusticias y actos de
corrupción que atentan contra la propia moral y contra la vida de los otros,
especialmente la de los más indefensos.
La astucia de la que habla el Evangelio de este domingo está lejos de proponernos un
modo de actuar que atente contra la dignidad humana, por el contrario nos invita a
valorar los verdaderos bienes, que son los de arriba, frente a aquellos que vemos a diario
y que fácilmente nos perturban, para ello se utiliza el contraste justo-injusto. Quien se
deja llevar por lo material de la vida, por el solo propósito de acumular riquezas en este
mundo queda alienado, pues siempre quiere más; mientras que quien se sabe
administrador de los bienes eternos debe buscar salir de su pequeño mundo, para
encontrarse con los demás, de allí el sentido de catolicidad (universalidad) de la que
habla Pablo en la segunda lectura al pedir oraciones por todos.
Al mismo tiempo el cristiano es hombre de este tiempo, no puede ni debe
despreocuparse por los problemas de sus hermanos, por los asuntos que atañen al aquí y
al hoy de nuestra historia, mucho menos especular con los problemas y situaciones
adversas de los hombres, hecho condenado por el profeta Amós, el profeta de la justicia
social, en la primera lectura. La sociedad podrá mirar hacia otro lado ante el mal del
prójimo pero Dios “jamás olvidará ninguna de sus acciones”, la responsabilidad social
es tarea de cualquier persona de buena voluntad, de manera única y especial de cada
cristiano llamado a entrar en relación de fraternidad con todos.-