XXV Semana del Tiempo Ordinario (Año Impar)
Martes
Lecturas bíblicas
a.- Esd.6,7-8.12.14-20: Construyeron el templo y celebraron la Pascua.
b.- Lc. 8, 19-21: El verdadero parentesco de Jesús.
En este evangelio Jesús está hablando, rodeado de gente, quizá la visión y audición
se hacía difícil; hasta que alguien grita que están su madre y sus hermanos y
quieren verle a ÉL y sus obras maravillosas (v.20). La respuesta que da Jesús
establece una nueva familia en torno a su persona y misión. El que Jesús no salga a
recibir a su familia biológica quizás es el mejor pretexto para establecer una nueva
relación con los que escuchan y ponen por obra su palabra; los lazos familiares
profundos, como los maternales y fraternos, son un hermoso símbolo de cuanto
quiere conseguir con quienes le escuchan y acompañan. Esta es la nueva familia de
Jesús, no hecha de lazos de sangre, sino del espíritu que nace de su palabra y de
su amor por los hombres; es la semilla que cayó en buena tierra y da fruto en la
respuesta queda el hombre a Dios (cfr. Lc. 8, 4-21). Jesús va a lo esencial, que no
es verle, sino escuchar y poner en práctica la palabra de Dios. Ahora el discípulo
posee la palabra, ahí está la acción salvífica de Dios. El que escucha y pone en
práctica la palabra de Dios, es madre y hermano de Jesús. La comunión con Jesús
no viene por lazos sanguíneos, sino por el oír y hacer vida esa palabra. La Iglesia es
edificada por la palabra, su alma más entrañable, y la Iglesia su mejor fruto, Iglesia
siempre viva. Esta viene a ser la familia de Jesús, que escucha y vive la palabra. La
Madre de Jesús, es la tierra donde germina la palabra de Dios, la Sierva, que da su
Sí a la palabra y la hace germinar en su seno inmaculado (cfr. Lc.1, 38). La Madre
que conserva en su corazón cada palabra del Hijo y la medita (cfr.Lc.2, 19). Lleva
lo meditado y lo comunica a Isabel convirtiéndola en trovadora de las misericordias
de Dios (cfr. Lc. 1,46-55). Si ser Madre del Mesías es una gloria, para esta joven
escogida de entre todas las de Nazaret, mucho mayor esplendor adquiere su
maternidad, porque escuchó e hizo vida la palabra de Dios que Jesús nos
comunicó. Doble corona para la Madre de Jesús de Nazaret. Es la visión
cristológica y mariológica de Lucas, donde la Iglesia, los creyentes dan testimonio
eficaz de esta palabra de Jesús. La clave para ingresar en esta familia tan singular
de Jesús, es escuchar su palabra y hacer la voluntad del Padre.
Teresa de Jesús concibió sus comunidades de frailes y monjas, como la familia de
Jesús, donde ÉL sea en centro de todo. “¡Oh colegio de Cristo que tenía más mando
san Pedro, con ser un pescador y le quiso así el Señor, que san Bartolomé, que era
hijo de rey! …Buen Padre os tenéis, que os da el buen Jesús; no se conozca aquí
otro padre para tratar de Él; y procurad, hijas mías, ser tales que merezcáis
regalaros con El y echaros en sus brazos. Ya sabéis que no os echará de sí si sois
buenas hijas; pues ¿quién no procurará no perder tal Padre? ¡Oh, válgame Dios!, y
que hay aquí en qué os consolar, que por no me alargar más lo quiero dejar a
vuestros entendimientos; que por disparatado que ande el pensamiento, entre tal
Hijo y tal Padre forzado ha de estar el Espíritu Santo que enamore vuestra voluntad
y os la ate tan grandísimo amor, ya que no baste para esto tan gran interés.” (CV
27,6).