Comentario al evangelio del Viernes 20 de Septiembre del 2013
No hace falta ser una teóloga feminista para vibrar con el evangelio de hoy. Los elementos sustanciales
forman parte de nuestro acervo bíblico. Hay un paralelismo entre lo que Lucas dice del grupo de los
doce varones en el capítulo 5 y lo que dice en el capítulo 8 que hoy leemos del grupo de las tres
mujeres (María Magdalena, Juana, Susana) y el resto de sus compañeras. El “curriculum” de estas
mujeres, sus méritos para entrar a formar parte de la comunidad de discípulos, es desconcertante. No se
alude a cualidades especiales, ni a títulos de ningún tipo. Lo que estas mujeres tienen en común, y lo
que a Lucas le interesa subrayar, es que “habían sido curadas de malos espíritus y de enfermedades”.
Son mujeres que se sienten curadas por Jesús. Responden entregando sus personas (“lo acompañan por
el camino”) y sus bienes.
Quizá sea posible extraer conclusiones enérgicas sobre el papel de la mujer en la iglesia de Jesús, sobre
el paralelismo entre los doce y el grupo de mujeres. La teología contemporánea ya ha explorado varias
vías en este sentido. Pero lo que en ningún caso debe pasar a segundo plano es el hecho más resaltado
por Lucas: las seguidoras son mujeres curadas por Jesús. La experiencia de la curación es la puerta de
ingreso en la comunidad discipular.
¿No os parece que este hecho nos brinda una clave para entender por qué a menudo somos remisos en
nuestra entrega? Si nunca hemos tomado conciencia de nuestras heridas y enfermedades, si no hemos
experimentado el toque sanador de Jesús, ¿en virtud de qué extraño voluntarismo vamos a entregarnos
con total dedicación a su persona y a su causa?
C.R.