EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
domingo 22 Septiembre 2013
Vigésimo quinto Domingo del tiempo ordinario C
Libro de Amós 8,4-7.
Escuchen esto, ustedes, los que pisotean al indigente para hacer desaparecer a los
pobres del país.
Ustedes dicen: "¿Cuándo pasará el novilunio para que podamos vender el grano, y
el sábado, para dar salida al trigo? Disminuiremos la medida, aumentaremos el
precio, falsearemos las balanzas para defraudar;
compraremos a los débiles con dinero y al indigente por un par de sandalias, y
venderemos hasta los desechos del trigo".
El Señor lo ha jurado por el orgullo de Jacob: Jamás olvidaré ninguna de sus
acciones.
Salmo 113(112),1-2.3-4.5-6.7-8.
¡Aleluya!
¡Alaben, servidores del Señor,
alaben el nombre del Señor!
¡Bendito sea el nombre del Señor
ahora y para siempre!
¡Desde donde sale el sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor!
¡El Señor domina a todas las naciones,
su gloria está por encima de los cielos!
¿Quién es como el Señor, nuestro Dios,
que se sienta en las alturas,
pero que se inclina para ver
los cielos y la tierra?
Al pobre lo recoge desde el polvo,
de la mugre retira al desvalido,
para darle un asiento entre los nobles,
con los grandes de su pueblo.
Primera Carta de San Pablo a Timoteo 2,1-8.
Ante todo, te recomiendo que se hagan peticiones, oraciones, súplicas y acciones
de gracias por todos los hombres,
por los soberanos y por todas las autoridades, para que podamos disfrutar de paz y
de tranquilidad, y llevar una vida piadosa y digna.
Esto es bueno y agradable a Dios, nuestro Salvador,
porque él quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad.
Hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres: Jesucristo, hombre
él también,
que se entregó a sí mismo para rescatar a todos. Este es el testimonio que él dio a
su debido tiempo,
y del cual fui constituido heraldo y Apóstol para enseñar a los paganos la verdadera
fe. Digo la verdad, y no miento.
Por lo tanto, quiero que los hombres oren constantemente, levantando las manos al
cielo con recta intención, sin arrebatos ni discusiones.
Evangelio según San Lucas 16,1-13.
Decía también a los discípulos: "Había un hombre rico que tenía un administrador,
al cual acusaron de malgastar sus bienes.
Lo llamó y le dijo: '¿Qué es lo que me han contado de ti? Dame cuenta de tu
administración, porque ya no ocuparás más ese puesto'.
El administrador pensó entonces: '¿Qué voy a hacer ahora que mi señor me quita el
cargo? ¿Cavar? No tengo fuerzas. ¿Pedir limosna? Me da vergüenza.
¡Ya sé lo que voy a hacer para que, al dejar el puesto, haya quienes me reciban en
su casa!'.
Llamó uno por uno a los deudores de su señor y preguntó al primero: '¿Cuánto
debes a mi señor?'.
'Veinte barriles de aceite', le respondió. El administrador le dijo: 'Toma tu recibo,
siéntate en seguida, y anota diez'.
Después preguntó a otro: 'Y tú, ¿cuánto debes?'. 'Cuatrocientos quintales de trigo',
le respondió. El administrador le dijo: 'Toma tu recibo y anota trescientos'.
Y el señor alabó a este administrador deshonesto, por haber obrado tan
hábilmente. Porque los hijos de este mundo son más astutos en su trato con los
demás que los hijos de la luz.
Pero yo les digo: Gánense amigos con el dinero de la injusticia, para que el día en
que este les falte, ellos los reciban en las moradas eternas.
El que es fiel en lo poco, también es fiel en lo mucho, y el que es deshonesto en lo
poco, también es deshonesto en lo mucho.
Si ustedes no son fieles en el uso del dinero injusto, ¿quién les confiará el
verdadero bien?
Y si no son fieles con lo ajeno, ¿quién les confiará lo que les pertenece a ustedes?
Ningún servidor puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al
otro, o bien se interesará por el primero y menospreciará al segundo. No se puede
servir a Dios y al Dinero".
Comentario del Evangelio por:
San Ambrosio (c 340-397), obispo de Milán y maestro de San Agustín,
doctor de la Iglesia
Sobre el Evangelio de Lucas, 7, 244s
“Uno sólo es vuestro Maestro,… Cristo” (Mt 23,8)
“Nadie puede servir a dos señores.” No porque él tenga dos: no hay más que un
Señor. Porque aunque haya personas que sirven al dinero, éste, de suyo, no posee
ningún derecho a ser señor; son ellos mismos los que se cargan con el yugo de la
esclavitud. En efecto, no se trata de un justo poder, sino de una injusta esclavitud.
Por eso dice: “Haceos amigos con el dinero mal ganado” para que, a través de
nuestra generosidad para con los pobres, alcancemos el favor de los ángeles y de
los demás santos.
No se critica al intendente: con ello aprendemos que no somos amos sino
intendentes de las riquezas de otros. Aunque haya hecho una falta, es alabado
porque, contando con los otros en nombre de su amo, se gana adictos. Y Jesús ha
hablado muy bien del “dinero engañoso” porque la avaricia, a través de las variadas
seducciones que ofrecen las riquezas, tienta nuestras inclinaciones hasta el punto
que queremos ser esclavos de los bienes. Por eso dice: “Si no fuisteis de fiar en lo
ajeno, ¿quién os dará lo vuestro?” Las riquezas nos son extrañas porque están
fuera de nuestra naturaleza; no nacen con nosotros, y no nos siguen en la muerte.
Cristo, por el contrario, es nuestro porque él es la vida… No seamos, pues, esclavos
de los bienes exteriores, porque no debemos reconocer a otro como señor sino sólo
a Cristo.
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”