XXV Semana del Tiempo Ordinario (Año Impar)
Lunes
Escuchar palabra de Dios y ponerla en obra, es el camino para pertenecer a
la familia de Jesús
“En aquel tiempo, vinieron a ver a Jesús su madre y sus hermanos,
pero con el gentío no lograban llegar hasta él. Entonces lo avisaron:
-«Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte.» Él les
contestó: -«Mi madre y mis hermanos son éstos: los que escuchan
la palabra de Dios y la ponen por obra»” (Lucas 8,l9-21).
1 . Entre los que seguían a Jesús, hoy aparecen también " su madre y
sus hermanos ", María su madre y los parientes de Nazaret, que en lengua
hebrea se designan indistintamente con el nombre de "hermanos". En la
versión de Marcos van a verle para avisarle, que lo que decía hacía peligrar
su vida, venían poco menos que a llevárselo, porque decían que "estaba
fuera de sí" (Mc 3,20-21). Lucas, que parece conocer noticias más directas -
¿de parte de la misma Virgen?- no le da esa lectura. Podían venir
sencillamente a saludarle, a hacer acto de presencia junto a su pariente tan
famoso, a alegrarse con él y a preocuparse de si necesitaba algo. Esto, en
el caso de que fuera la misma escena, pues puede ser otra ocasión.
-“ Fueron a verlo su Madre y sus hermanos, pero con el gentío
no lograron llegar hasta El...” Es una escena natural y emotiva...
-“ Entonces le avisaron: "Tu Madre y tus hermanos están ahí
fuera y quieren verte." ” ¿Estoy yo también deseoso de "ver a Jesús"?
Teresa de Ávila, siendo niña, se escapó un día de su casa. Se la encontró
caminando por la carretera "¿Qué haces aquí?" -"¡Quiero ver a Dios!" Había
oído decir que los sarracenos mataban a los cristianos, y, en su deseo de
ver a Dios, con la ingenuidad de su corazón de niña, se había imaginado
llegar hasta el sur de España donde le sería fácil, pensaba, recibir el
martirio. Naturalmente fue reconducida a la casa paterna. Pero toda su vida
de adulta fue como la realización de ese deseo: quiero ver a Dios. ¿Participa
mi oración de ese deseo? Vivir con Dios, acercarme a El.
-“ Pero Él les contesto: "Mi Madre y mis hermanos son los que
escuchan la Palabra de Dios...” Esa es la explicación muy positiva que
Lucas nos propone.
Para entender bien ese episodio hemos de ver que están escritos
exactamente después de las parábolas de la "semilla" y de la "lámpara". De
ese modo Lucas elaboró como una pequeña teología de la Palabra: los que
escuchan a Dios, son tierra buena que produce mucho... son también como
lámpara sobre un pedestal que alumbra lejos en derredor... pero también, y
sobre todo, son la "familia de Jesús"... "¿Mi madre, mis hermanos? ¡Son los
que escuchan la Palabra de Dios!"
¡No se trata, para Jesús, de rehusar a su familia, sino de ampliarla!
Como si dijera: "¡Oh sí, amo a mi familia; pero esa familia es mucho más
extensa de lo que imagináis! Comporta innumerables lazos con
innumerables hermanos".
Si escuchamos la Palabra de Jesús, nos hacemos semejantes a El,
poco a poco vamos pensando y reaccionando como El... como si viviéramos
familiarmente con El, como hermanos...
-“ Los que escuchan la Palabra de Dios, y la ponen en obra”.
Encontramos aquí la misma insistencia que en las dos parábolas
precedentes: vivir la fe... vivir lo que se cree; poner en práctica,
eficazmente, nuestras convicciones... practicar, poner en obra, la Palabra de
Dios... (Noel Quesson).
Jesús, aprovechas la ocasión para decir cuál es su nuevo concepto de
familia o de comunidad: " mi madre y mis hermanos son los que
escuchan la Palabra de Dios y la ponen por obra ". Lo pongo en relación
con el piropo que le diste a tu madre, cuando alguien la bendijo por haberte
traído al mundo y tú dijiste que “ bienaventurados más bien los que
escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica ”, pues María no fue
escogida solo por sus donde, sino también por su correspondencia. Modelo
de creyente, dijo: " hágase en mí según tu palabra ". Su prima Isabel la
retrató bien: “ dichosa tú, porque has creído ” (J. Aldazábal).
“De ahí que María es dichosa también porque escuchó la palabra de
Dios y la cumplió; llevó en su seno el cuerpo de Cristo, pero más aún
guardó en su mente la verdad de Cristo. Cristo es la verdad, Cristo tuvo un
cuerpo: en la mente de María estuvo Cristo, la verdad; en su seno estuvo
Cristo hecho carne, un cuerpo. Y es más importante lo que está en la mente
que lo que se lleva en el seno” (S. Agustín).
Desde que Jesucristo está sentado a la diestra del Padre, no podemos
ya entrar personalmente en contacto con él, no podemos ya verlo con los
ojos, no podemos ya presenciar su acción. Jesús mismo dice qué es lo que
importa: oír y poner en práctica la palabra de Dios. Nosotros tenemos la
palabra de Dios. Los discípulos la siembran todavía en el mundo. Por Jesús
fue traída la palabra de Dios al mundo, hizo una carrera triunfal por el
mundo, nos llegó también a nosotros. En la palabra está la acción salvífica
de Jesús, él está presente como portador de salud "Bienaventurados los que
no vieron y creyeron" (Jn 20,29). El que escucha y pone en práctica la
palabra de Dios, es madre y hermano de Jesús. No son los lazos de la
sangre los que proporcionan la comunión con Jesús, sino el oír y poner en
práctica la palabra de Dios. La Iglesia es edificada por la palabra de Dios.
Ésta es el alma de la Iglesia, y la Iglesia es su fruto. De la palabra de Dios
brota siempre Iglesia viva. Ésta viene a ser familia de Cristo oyendo y
guardando la palabra de Dios. En la historia de la infancia se presenta ya a
la madre de Jesús como la tierra buena que oye y hace, pone en práctica la
palabra de Dios. Es esclava del Señor, que oye la palabra de Dios y se pone
a su disposición como esclava (1. 38). Guarda cada palabra y la medita en
su corazón (2,19). Lleva la palabra a Isabel, y su anuncio la hace tan rica,
que desborda en un cántico (1,46-55). María es el corazón bueno, que
retiene la palabra y lleva fruto con constancia. María es madre de Jesús, no
sólo porque le dio la vida humana, sino también porque oyó y puso en
práctica la palabra de Dios (El NT y su mensaje, Herder).
-“ Los que escuchan la Palabra de Dios, y la ponen en obra ”.
Encontramos aquí la misma insistencia que en las dos parábolas
precedentes: vivir la fe... vivir lo que se cree; poner en práctica,
eficazmente, nuestras convicciones... practicar, poner en obra, la Palabra de
Dios... (Noel Quesson).
2. -“ El rey de Persia, Darío, escribió a las autoridades de la
provincia situada al oeste del Eufrates y de la que dependía
Jerusalén ”... Israel no es independiente, y su identidad es la fe y el culto
de Yahvéh. Cuando en mi vida aparecen las circunstancias malas de falta de
libertad, la pobreza u otras desgracias, ¿me concentro en lo esencial, en
abandonarme en Dios, en saber que de aquello malo vendrá algo bueno si
sé aprovecharlo?
- «Dejad al gobernador de Judá y a los ancianos de los judíos
que reconstruyan ese Templo de Dios... los gastos de esas gentes
les serán reembolsados sin demora de los fondos reales, es decir, de
los impuestos de la provincia.» En medio de la historia hay un proyecto
divino… Darío, sucesor de Ciro, sigue con su misma política de dejar
bastante autonomía a los pueblos que pertenecen a su imperio, y favorece
claramente, según el relato de hoy, que los judíos puedan reconstruir su
templo. Los persas pensaban, como estrategia política, que se consigue
mucho más teniendo contentos a los pueblos que oprimiéndolos
innecesariamente. El relato deja entrever que los judíos habían encontrado
dificultades por parte de los pueblos vecinos.
-“ Los ancianos de Judá continuaron con éxito los trabajos de
construcción, animados por la palabra de los profetas Ageo y
Zacarías. Llevaron a término la construcción conforme a la orden del
Dios de Israel y según los decretos de Ciro y de Darío”. La fiesta de la
Dedicación del templo -el año 515 antes de Cristo- fue solemne y colmó de
alegría el corazón de los israelitas. Este templo era el segundo, después del
de Salomón, y duraría hasta Herodes el Grande, que un poco antes de
nacer Jesús lo reedificó completamente, y que a su vez duraría hasta que
los romanos lo asolaron el año 70 de nuestra era. Algunos judíos hablan de
que el tercer templo lo construirá el Mesías, cuando venga.
-“ El Templo fue terminado el día veintitrés del mes de Adar, el
año sexto del reinado de Darío ”. Los israelitas -sacerdotes, levitas y el
resto de los repatriados- celebraron con júbilo la dedicación del Templo.
-“ Los deportados celebraron la Pascua... Inmolaron la Pascua
para todos, para sus hermanos, los sacerdotes y para sí mismos ”. Se
trata en efecto, de una renovación religiosa. Aquel día recomienza un culto
interrumpido durante setenta y dos años. Admirable tenacidad la de esos
creyentes. Podría creerse que la Fe de Israel había zozobrado en la
persecución y en la deportación. Pues bien, sin ninguna estructura, sin
ninguna ceremonia se mantuvo y fue, incluso, más profunda (Noel
Quesson).
3. ¡Qué emoción sentirían los israelitas, sobre todo los mayores, al
volver a oír los cantos y al ver el esplendor de las ceremonias y las volutas
de incienso subiendo hacia Dios! No es extraño que el salmo exprese estos
sentimientos: " ¡qué alegría cuando me dijeron: vamos a la casa del
Señor... Jerusalén está fundada como ciudad bien compacta ".
Después de la tempestad viene la calma. Ojalá también en nuestra propia
vida, y en la iglesia y la sociedad, tengamos reconstrucción esperanzada. Si
nuestra historia personal o social ha dejado que desear, en una decadencia,
pidamos al Señor ayuda para volver a empezar, con esfuerzo y sacrificio.
S. Agustín comenta esta construcción: “ Esta ciudad bien compacta es
la Iglesia. Su cimiento es Cristo. En la tierra, cuando se echa el cimiento, se
edifican las paredes hacia arriba y su peso gravita hacia abajo, porque
abajo está colocado el fundamento. Pero, si nuestro fundamento –Cristo-
está en el Cielo, entonces edificamos hacia el Cielo. En esta basílica que
veis, la que hoy nos reúne, los arquitectos colocaron los cimientos abajo;
pero cuando somos edificados como templo espiritual, el cimiento lo hemos
de colocar en las alturas. Corramos, pues hacia allí; apresurémonos hasta
que nuestros pies estén pisando tus umbrales, Jerusalén”.
Esto es " ir a la casa del Señor ", a Jerusalén, " ciudad bien
compacta ", símbolo de seguridad y estabilidad: las doce tribus de Israel
convergen hacia ella como centro de su fe y de su culto, a ella suben " a
celebrar el nombre del Señor ". Y el templo de la dinastía davídica
anuncia el Mesías. De ahí que habla el salmo de " los tribunales de
justicia en el palacio de David ". Culto a Dios y solidaridad son dos
aspectos de su consistencia: " fundada como ciudad bien compacta ".
Recuerda san Gregorio Magno que así como en un edificio una piedra
soporta la otra, y la que soporta a otra es a su vez soportada por otra, en la
santa Iglesia cada uno sustenta al otro y es sustentado por el otro, según lo
de Pablo: " Ayudaos mutuamente a llevar vuestras cargas y cumplid
así la ley de Cristo " (Ga 6,2), ya que " la caridad es la ley en su
plenitud " (Rm 13,10). Además, "hay un cimiento que soporta todo el peso
del edificio, y es nuestro Redentor; él solo nos soporta a todos tal como
somos. De él dice el Apóstol: " Nadie puede poner otro cimiento que el
ya puesto, Jesucristo " (1 Co 3,11)”.
Llucià Pou Sabaté