Comentario al evangelio del Lunes 23 de Septiembre del 2013
Queridos hermanos:
En nuestros días la luz está al alcance de la mano. Alargamos la mano, damos un botón y ya está, la
sala iluminada. Hemos superado tantas fronteras, tantos obstáculos de la naturaleza gracias nuestro
ingenuo que nos hemos creído que somos capaces de casi todo por nosotros mismos.
Pero el Evangelio no nos habla de esta luz producto de la técnica, sino de otra luz, y de esa nos falta
tanto… esa luz que es capaz de dar alegría, esperanza, ilusión por la vida, esa luz que hace que la
luchas, los esfuerzos, los sacrificios merezcan la pena. Es la luz de Jesús que ha venido a iluminar el
mundo para que veamos la Verdad de todas las cosas.
Pero lo que de verdad inquieta del evangelio de hoy es el final: “al que tiene se le dará, pero al que no
tiene se le quitará hasta lo poco que cree tener”, porque ¿no será que creemos que vemos tanto, que no
veamos nada? ¿No será que estamos ciegos creyendo que vemos?
Necesitamos más humildad para reconocer nuestra ceguera, para reconocer el “misterio” que es
nuestra vida y la de los demás, más humildad para acoger la única luz capaz de iluminar nuestro
corazón.
C.R.