EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Evangelio según San Lucas 9,1-6.
Jesús convocó a los Doce y les dio poder y autoridad para expulsar a toda clase de
demonios y para curar las enfermedades.
Y los envió a proclamar el Reino de Dios y a sanar a los enfermos,
diciéndoles: "No lleven nada para el camino, ni bastón, ni alforja, ni pan, ni dinero,
ni tampoco dos túnicas cada uno.
Permanezcan en la casa donde se alojen, hasta el momento de partir.
Si no los reciben, al salir de esa ciudad sacudan hasta el polvo de sus pies, en
testimonio contra ellos".
Fueron entonces de pueblo en pueblo, anunciando la Buena Noticia y curando
enfermos en todas partes.
Comentario del Evangelio por :
San Francisco Javier (1506-1552), jesuita, misionero
Cartas 4 y 5 a San Ignacio de Loyola (trad. cfr breviaro 03/12)
“Proclamar el reino de Dios”
Desde que he llegado aquí, no me he dado momento de reposo: me he dedicado
a recorrer las aldeas, a bautizar a los niños que no habían recibido aún este
sacramento… Los niños no me dejaban recitar el Oficio divino ni comer ni
descansar, hasta que les enseñaba alguna oración; entonces comencé a darme
cuenta de que de ellos es el reino de los cielos (Mc 10,14). Por tanto, como no
podía cristianamente negarme a tan piadosos deseos, comenzando por la profesión
de fe en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, les enseñaba el Símbolo de los
apóstoles y las oraciones del Padrenuestro y el Avemaría. Advertí en ellos gran
disposición, de tal manera que, si hubiera quien los instruyese en la doctrina
cristiana, sin duda llegarían a ser unos excelentes cristianos.
Muchos, en estos lugares, no son cristianos, simplemente porque no hay quien
los haga tales. Muchas veces me vienen ganas de recorrer las universidades de
Europa, principalmente la de París, y de ponerme a gritar por doquiera, como quien
ha perdido el juicio, para impulsar a los que poseen más ciencia que caridad, con
estas palabras: «¡Ay, cuántas almas, por vuestra desidia, quedan excluidas del cielo
y se precipitan en el infierno!»
¡Ojalá pusieran en este asunto el mismo interés que ponen en sus estudios! Con
ello podrían dar cuenta a Dios de su ciencia y de los talentos que les han confiado.
Muchos de ellos, movidos por estas consideraciones y por la meditación de las
cosas divinas, se ejercitarían en escuchar la voz divina que habla en ellos y,
dejando de lado sus ambiciones y negocios humanos, se dedicarían por entero a la
voluntad y al arbitrio de Dios, diciendo de corazón: «Señor, aquí me tienes; ¿qué
quieres que haga? (Hch 9,10; 22,10) Envíame donde tú quieras, aunque sea hasta
la India.»
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”