XXVI Semana del Tiempo Ordinario (Año Impar)
Padre Julio Gonzalez Carretti O.C.D
Sábado
Lecturas bíblicas
a.- Bar. 4,5-12.27-29: ¡Ánimo, hijos, gritad a Dios!
b.- Lc. 10, 17-24: Estad alegres, porque vuestros nombres están inscritos
en el cielo.
Este evangelio tiene dos momentos bien precisos: el regreso de los setenta y dos
discípulos (vv.17-20) y la revelación del Evangelio a los sencillos (vv.21-24). Muy
contentos por la misión llevada a cabo por los discípulos, Jesús revela el verdadero
sentido de la misma. La llegada del reino de Dios y la obra de Jesús, supone la
caída de Satanás y de su poder en el mundo. En apocalíptica judía, se pensaba que
Satanás había puesto su trono en las esferas superiores, desde donde gobernaba a
los hombres, la misión evangelizadora alcanza también lo cósmico, donde el destino
de la realidad está en juego con la presencia de Dios en la vida de los hombres, y
la caída del poder de Satanás (v. 18). Los predicadores de la palabra son capaces
de vencer el mal, lo mismo el cristiano, al mundo, en la sociedad y a nivel personal.
Las palabras de Jesús y caída de Satanás, recuerdan las que fueron dirigidas a
Nabucodonosor (cfr. Is.14, 12. 15). Vencer al mal es obra y fruto de la muerte en
cruz de Cristo y sus glorificaci￳n: “Éste es el momento de la condenaci￳n de este
mundo; ahora el jefe de este mundo será arrojado fuera” (Jn.12, 23). Los
creyentes en Cristo se les declara dichosos, porque están viviendo la plenitud de los
tiempos del Mesías, que los profetas habían anunciado y los hombres habían
esperado. Lo más importante es la cercanía con Cristo y su evangelio, es decir, el
encuentro personal con Dios, los hace acreedores que sus nombres están inscritos
en el cielo (v. 20). Esta victoria de los misioneros sobre las fuerzas del mal, revela
lo más íntimo de la condición humana, en el sentido que el hombre no es esclavo
de las fuerzas de la naturaleza, ni del mal, ni tampoco de la miseria propia ni ajena.
A los misioneros de Jesús se les ha confiado el poder de vencer el mal, en todas sus
manifestaciones, porque es como si fuera el propio Jesús, quien librara la batalla
con el demonio. Los Doce forman parte del triunfo de Jesús, a los que se agregan
ahora los Setenta y dos discípulos. Tienen poder sobre serpientes y escorpiones, el
Mesías prometido, camina por sobre ellos (cfr. Sal.91, 13). Los discípulos tienen
poder contra todos las fuerzas del enemigo, porque vencen en amor de Jesucristo
(cfr. Rm. 8, 37-39). La razón suprema de gozo de los discípulos es su elección
predestinación a la vida eterna y sus nombres escritos en el libro de la vida (cfr. Sal
.69, 29; Ex.32, 52s; Is.,4,3; 56,5; Dan.12,1; Ap.3,5; 13,8). En un segundo tiempo,
Jesús lleno de gozo eleva su acción de gracias al Padre, movido por la fuerza del
Espíritu Santo (cfr.Lc.1, 41; 1, 67; Rom.8, 14). La revelación que hace Jesús, es
porque agradece y alaba al Padre que ha hecho a los pequeños y manifiesta la
admirable unión entre ellos (v. 22; cfr. Mc.14, 36; Lc. 8,10; 1 Cor.1, 26; Lc. 4,18).
Qué gran importancia le da Jesús al conocimiento, es decir, estar unidos con ÉL y a
través de ÉL con el Padre. Esta unidad del Padre y del Hijo está abierta a todos los
que creen en Jesucristo (cfr. Mt.28,18; Jn.3,35). Entendida así la misión no sería
otra cosa que la expansión del amor del Padre y del Hijo y que llega a los
pequeños e ingresan en esa intimidad divina por la aceptación de la predicación del
evangelio de la gracia, mientras que para los poderosos de este mundo, esta
sabiduría permanece escondida porque para ellos llega la destrucción de todo
poderío mundano que se opone al reino de Dios (cfr. Jn.10, 14. 30; 17,2-3; Rm.
8,15; Gál. 4,6). Jesús declara dichos a sus discípulos por lo que ven y escuchan por
el conocimiento del Mesías y del tiempo de salvación que con ellos se inaugura.
Dichosos porque son pequeños, la fe que los penetra y les da el conocimiento
acerca de Jesús, sólo a ellos les proporciona verlo y escucharlo, causa de júbilo que
se prolonga hasta la vida eterna.
Teresa de Jesús, mujer alegre por naturaleza, hace de ella un apostolado para
servir de mejor ánimo al Se￱or Jesús. “Si estáis alegres miradle resucitado, que
con sólo imaginar cómo salió del sepulcro, os alegrará. Mas ¡Con qué claridad y con
qué hermosura! ¡Con qué majestad, qué victorioso, qué alegre!” (CV 26,4).