Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Octubre 4
San Francisco de Asís
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Por Cristo, el mundo está crucificado para mí y yo para el
mundo * Aclama al Señor, tierra entera * Has escondido estas cosas a los sabios y
entendidos, y se las has revelado a la gente sencilla
Textos para este día:
Gálatas 6, 14-18:
Hermanos: No permita Dios que yo me gloríe en algo que no sea la cruz de nuestro
Señor Jesucristo, por el cual el mundo está crucificado para mí y yo para el mundo.
Porque en Cristo Jesús de nada vale el estar circuncidado o no, sino el ser una
nueva criatura.
Para todos los que vivan conforme a esta norma y también para el verdadero
Israel, la paz y la misericordia de Dios. De ahora en adelante, que nadie me ponga
más obstáculos, porque llevo en mi cuerpo la marca de los sufrimientos que he
pasado por Cristo.
Hermanos, que la gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con ustedes. Amén .
Salmo 99 :
Aclama al Señor, tierra entera, / servid al Señor con alegría, / entrad en su
presencia con vítores. R.
Sabed que el Señor es Dios: / que él nos hizo y somos suyos, / su pueblo y ovejas
de su rebaño. R.
El Señor es bueno, / su misericordia es eterna, / su fidelidad por todas las edades.
R.
Mateo 11, 25-30:
En aquel tiempo, Jesús exclamó:
«¡Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas
cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a la gente sencilla! ¡Gracias,
Padre, porque así te ha parecido bien!
El Padre ha puesto todas las cosas en mis manos. Nadie conoce al Hijo sino el
Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera
revelar.
Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga, y yo los
aliviaré. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde
de corazón, y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave, y mi carga ligera».
Homilía
Temas de las lecturas: Por Cristo, el mundo está crucificado para mí y yo para el
mundo * Aclama al Señor, tierra entera * Has escondido estas cosas a los sabios y
entendidos, y se las has revelado a la gente sencilla
1. La Tau Franciscana
1.1 Es tan abundante la literatura y son tan numerosas las reflexiones saludables
que el pueblo católico se hace cuando recuerda a San Francisco de Asís, que es
difícil escoger qué brindar. Una preciosa web nos ayuda a meditar tres puntos: la
Tau Franciscana, los Estigmas, y el sentido de "Minoridad."
1.2 La primera vez que la Tau aparece relacionada con San Francisco fue cuando
fray Pacífico la vio marcada en su frente, probablemente en vísperas del Concilio IV
de Letrán, que se abrió en Roma el 11 de noviembre de 1215, con un memorable
sermón de Inocencio III basado en las palabras de Cristo: "He deseado
ardientemente comer esta Pascua con vosotros" (Lc 22, 15).
1.3 Recordando que Pascua significa "paso", el Papa manifestaba su deseo de que
el Concilio, nueva Pascua, fuese ocasión de un triple paso, físico, espiritual y
eterno, refiriéndose, respectivamente, a la Cruzada, a la reforma de la Iglesia
universal y a la Eucaristía. La segunda parte del discurso, que trata del paso
espiritual, es un comentario de Ezequiel 9, donde el papa hace suyas las palabras
del Señor al profeta: "Pasa por la ciudad, recorre Jerusalén, y marca una tau en la
frente de los hombres que gimen y lloran por todas las abominaciones que se
cometen dentro de ella" (Ez 9, 4). Y luego añade: "Tau es la última letra del
alfabeto hebreo, y tiene la forma de cruz, como era la cruz antes que le pusieran
encima la inscripción de Pilato. Tau es el signo que se lleva en la frente cuando el
esplendor de la cruz se manifiesta en toda nuestra conducta, cuando, como dice el
Apóstol, se crucifica la carne con sus vicios y pecados. Entonces se afirma: Yo no
quiero gloriarme en ninguna otra cosa, si no en la cruz de nuestro Señor Jesucristo,
por el cual el mundo está crucificado para mí y yo para el mundo…" Y concluye
diciendo: "¡Sed, pues, los paladines de la Tau y de la Cruz!".
1.4 San Francisco de Asís, que participó en el Concilio en calidad de superior
general de una Orden aprobada por la Iglesia, debió de tomarse muy en serio la
invitación de Inocencio III, pues, según los compañeros y sus primeros biógrafos,
amaba y veneraba la Tau (nombre de la letra T en hebreo y griego) "porque
representa la cruz y significa una verdadera penitencia". Al comienzo de cualquier
actividad se santiguaba con dicha señal, la prefería a cualquier otro signo y la
pintaba en las paredes de las celdas. En sus conversaciones y predicaciones la
recomendaba a menudo, y la dibujaba a modo de firma en todas sus cartas y
escritos, "como si toda su preocupación fuese grabar el signo de la tau, según el
dicho profético, sobre las frentes de los hombres que gimen y se lloran, convertidos
de veras a Cristo Jesús".
2. Origen de los Estigmas
2.1 Una noche de luna llena en 1224, fray León fue, como siempre, a rezar
maitines con Francisco, mas éste no respondió a la contraseña. Entre preocupado y
curioso, el hermano cruzó la pasarela y fue a buscarlo. Lo encontró en un claro del
bosque, de rodillas, en medio de un gran resplandor, con el rostro levantado,
mientras decía: "¿Quién eres tú, mi Señor, y quién soy yo, gusano despreciable e
inútil siervo tuyo", y levantaba las manos por tres veces. El ruido de sus pasos
sobre la hojarasca delató a fray León, que tuvo que confesar su culpa y explicar al
Santo lo que había visto.
2.2 Uno de aquellos días se apareció un ángel a Francisco y le dijo: "Vengo a
confortarte y avisarte para que te prepares con humildad y paciencia a recibir lo
que Dios quiere hacer de ti". "Estoy preparado para lo que él quiera", fue su
respuesta. La madrugada del 14 de septiembre, fiesta de la Santa Cruz, antes del
amanecer, estaba orando delante de la celda, de cara a Oriente, y pedía al Señor
"experimentar el dolor que sentiste a la hora de tu Pasión y, en la medida de los
posible, aquel amor sin medida que ardía en tu pecho, cuando te ofreciste para
sufrir tanto por nosotros, pecadores"; y también, "que la fuerza dulce y ardiente de
tu amor arranque de mi mente todas las cosas, para yo muera por amor a ti,
puesto que tú te has dignado morir por amor a mi".
2.3 De repente, vio bajar del cielo un serafín con seis alas. Tenía figura de hombre
crucificado. Francisco quedó absorto, sin entender nada, envuelto en la mirada
bondadosa de aquel ser, que le hacía sentirse alegre y triste a la vez. Y mientras se
preguntaba la razón de aquel misterio, se le fueron formando en las manos y pies
los signos de los clavos, tal como los había visto en el crucificado. En realidad no
eran llagas o estigmas, sino clavos, formados por la carne hinchada por ambos
lados y ennegrecida. En el costado, en cambio, se abrió una llaga sangrante, que le
manchaba la túnica y los calzones.
3. La Minoridad Franciscana
3.1 Antes de la aprobación de la Regla, el grupo de hermanos de Rivotorto no tenía
una denominación concreta y se presentaban simplemente como "Penitentes de
Asís", porque aún no eran una orden. Sólo después de la aprobación de la regla o
forma de vida por parte de Inocencio III empezaron a llamarse Hermanos Menores,
pero gracias al testimonio del cronista Buscardo de Ursperg sabemos que al
principio se llamaron Pobres Menores, en sintonía con otros movimientos de su
tiempo, heréticos o no, que se llamaban Pobres de Lyón, Pobres Lombardos, Pobres
Católicos, etc.
3.2 Francisco hubiera podido tropezar en la misma piedra que otros
contemporáneos suyos, cayendo en la arrogancia y la vanagloria. No fue así por
gracia de Dios y porque el obispo de Asís Guido I tuvo suficiente sabiduría desde el
principio como para evitar el desastre. El mismo Santo supo reconocerlo
agradecido, cuando decía a sus hermanos: "El Señor nos ha llamado en ayuda de
su fe y de los prelados y clérigos de nuestra Madre la Santa Iglesia. Por eso
debemos, en la medida de lo posible, amarlos siempre y honrarlos y respetarlos.
Los hermanos se llaman Menores porque, igual que en el nombre, también sean
humildes por la conducta y el ejemplo con todos los hombres de este mundo.
Porque al principio de mi conversión, cuando me separé de mi padre carnal y del
mundo, el Señor puso sus palabras en boca del obispo de Asís para darme consejo
y ánimo en el servicio de Cristo. Por esa razón y por otras muchas cualidades
eminentes que aprecio en los prelados, quiero amarlos, venerarlos y tenerlos como
señores míos; y no sólo a los obispos, sino también a los pobrecillos sacerdotes".
3.3 Como decían sus compañeros, Francisco, con la ayuda de Dios y como sabio
arquitecto, se fundamentó a sí mismo y a su orden sobre roca firme, es decir, sobre
la altísima pobreza y humildad del Hijo de Dios, llamándola "Religión de los
Hermanos Menores".