EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
jueves 03 Octubre 2013
Jueves de la vigésima sexta semana del tiempo ordinario
Libro de Nehemías 8,1-4a.5-6.7b-12.
Todo el pueblo se reunió como un solo hombre en la plaza que está ante la puerta
del Agua. Entonces dijeron a Esdras, el escriba, que trajera el libro de la Ley de
Moisés, que el Señor había dado a Israel.
El sacerdote Esdras trajo la Ley ante la Asamblea, compuesta por los hombres, las
mujeres y por todos los que podían entender lo que se leía. Era el primer día del
séptimo mes.
Luego, desde el alba hasta promediar el día, leyó el libro en la plaza que está ante
la puerta del Agua, en presencia de los hombres, de las mujeres y de todos los que
podían entender. Y todo el pueblo seguía con atención la lectura del libro de la Ley.
Esdras, el escriba, estaba de pie sobre una tarima de madera que habían hecho
para esa ocasión. Junto a él, a su derecha, estaban Matitías, Semá, Anaías, Urías,
Jilquías y Maaseías, y a su izquierda Pedaías, Misael, Malquías, Jasúm, Jasbadaná,
Zacarías y Mesulám.
Esdras abrió el libro a la vista de todo el pueblo - porque estaba más alto que todos
- y cuando lo abrió, todo el pueblo se puso de pie.
Esdras bendijo al Señor, el Dios grande y todo el pueblo, levantando las manos,
respondió: "¡Amén! ¡Amén!". Luego se inclinaron y se postraron delante del Señor
con el rostro en tierra.
Josué, Baní, Serebías, Iamín, Acub, Sabtai, Hodías, Maaseías, Quelitá, Azarías,
Jozabad, Janán y Pelaías - los levitas - exponían la Ley al pueblo, que se mantenía
en sus puestos.
Ellos leían el libro de la Ley de Dios, con claridad, e interpretando el sentido, de
manera que se comprendió la lectura.
Entonces Nehemías, el gobernador, Esdras, el sacerdote escriba, y los levitas que
instruían al pueblo, dijeron a todo el pueblo: "Este es un día consagrado al Señor,
su Dios: no estén tristes ni lloren". Porque todo el pueblo lloraba al oír las palabras
de la Ley.
Después añadió: "Ya pueden retirarse; coman bien, beban un buen vino y manden
una porción al que no tiene nada preparado, porque este es un día consagrado a
nuestro Señor. No estén tristes, porque la alegría en el Señor es la fortaleza de
ustedes".
Y los levitas serenaban al pueblo, diciendo: "¡Tranquilícense! Este día es santo: no
estén tristes".
Todo el pueblo se fue a comer y a beber, a repartir porciones y a hacer grandes
festejos, porque habían comprendido las palabras que les habían enseñado.
Salmo 19(18),8.9.10.11.
La ley del Señor es perfecta,
es remedio para el alma,
toda declaración del Señor es cierta
y da al sencillo la sabiduría.
Las ordenanzas del Señor son rectas
y para el corazón son alegría.
Los mandamientos del Señor son claros
y son luz para los ojos.
El temor del Señor es un diamante,
que dura para siempre;
los juicios del Señor son verdad,
y todos por igual se verifican.
Son más preciosos que el oro,
valen más que montones de oro fino;
más que la miel es su dulzura,
más que las gotas del panal.
Evangelio según San Lucas 10,1-12.
Mensaje para la Jornada Mundial de oración por las vocaciones, 07/05/2006 (trad.
© copyright Libreria Editrice Vaticana)
Después de esto, el Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos
para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde él debía ir.
Y les dijo: "La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al
dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha.
¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos.
No lleven dinero, ni alforja, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el
camino.
Al entrar en una casa, digan primero: '¡Que descienda la paz sobre esta casa!'.
Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario,
volverá a ustedes.
Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el
que trabaja merece su salario. No vayan de casa en casa.
En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan;
curen a sus enfermos y digan a la gente: 'El Reino de Dios está cerca de ustedes'.
Pero en todas las ciudades donde entren y no los reciban, salgan a las plazas y
digan:
'¡Hasta el polvo de esta ciudad que se ha adherido a nuestros pies, lo sacudimos
sobre ustedes! Sepan, sin embargo, que el Reino de Dios está cerca'.
Les aseguro que en aquel Día, Sodoma será tratada menos rigurosamente que esa
ciudad.
Comentario del Evangelio por :
Benedicto XVI, papa de 2005 a 2013
Mensaje para la Jornada Mundial de oración por las vocaciones,
07/05/2006 (trad. © copyright Libreria Editrice Vaticana)
“Rogad al dueño de la mies”
Recordando la recomendación de Jesús: “La mies es abundante, pero los
trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a
su mies” (Mt 9, 37-38), percibimos claramente la necesidad de orar por las
vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada. No ha de sorprender que donde se
reza con fervor florezcan las vocaciones. La santidad de la Iglesia depende
esencialmente de la unión con Cristo y de la apertura al misterio de la gracia que
actúa en el corazón de los creyentes. Por ello quisiera invitar a todos los fieles a
cultivar una relación íntima con Cristo, Maestro y Pastor de su pueblo, imitando a
María, que guardaba en su corazón los divinos misterios y los meditaba
asiduamente (cf. Lc 2, 19). Unidos a Ella, que ocupa un lugar central en el misterio
de la Iglesia, podemos rezar:
Padre,
haz que surjan entre los cristianos
numerosas y santas vocaciones al sacerdocio,
que mantengan viva la fe
y conserven la grata memoria de tu Hijo Jesús
mediante la predicación de su palabra
y la administración de los Sacramentos
con los que renuevas continuamente a tus fieles.
Danos santos ministros del altar,
que sean solícitos y fervorosos custodios de la Eucaristía,
sacramento del don supremo de Cristo
para la redención del mundo.
Llama a ministros de tu misericordia
que, mediante el sacramento de la Reconciliación,
derramen el gozo de tu perdón.
Padre,
haz que la Iglesia acoja con alegría
las numerosas inspiraciones del Espíritu de tu Hijo
y, dócil a sus enseñanzas,
fomente vocaciones al ministerio sacerdotal
y a la vida consagrada.
Fortalece a los obispos, sacerdotes, diáconos,
a los consagrados y a todos los bautizados en Cristo
para que cumplan fielmente su misión
al servicio del Evangelio.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.
María Reina de los Apóstoles, ruega por nosotros.
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”