XXVII Semana del Tiempo Ordinario (Año Impar)
Viernes
Lecturas bíblicas
a.- Jl.1,13-15;2,1-2: El día del Señor, día de oscuridad y tinieblas.
b.- Lc. 11,14-26. El Reino de Dios ha llegado a vosotros.
Este relato nos presenta tres instancias: Jesús y Beelzebul (vv.14-22), la
intransigencia de Jesús (vv.23) y la estrategia de Satanás (vv.24-26). Este es uno
de los momentos más difíciles de la vida de Jesús, porque es acusado por los
fariseos de obrar con el poder de Satanás, el enemigo de Dios. No se duda que sea
exorcista, pero las autoridades religiosas judías, consideran que su poder viene de
Satanás, actúa en Él y en sus milagros. Si los fariseos podían hacer exorcismos,
también ellos, podían ser considerados siervos de Satanás; podían responder, para
defenderse, que lo hacían con el poder de la Ley de Dios, mientras Jesús usaba
oscuros poderes. Un reino divido y combativo desde dentro, podría significar que
Satanás finge una derrota, para luego volver a someter a todo el pueblo; pero a los
fariseos les interesa la Ley y no la curación en sí misma, en cambio, Jesús libera del
mal en forma definitiva, por lo cual, si Satanás permite una derrota, es porque de
verdad ya está vencido. El más fuerte es Dios, más fuerte que Satán, que hasta
ahora dominaba la tierra, por lo cual, los exorcismos de Jesús, son un anuncio de la
llegada del reino de Dios al hombre para liberarlo del mal y derrotarlo
definitivamente. Jesús vence a Satanás, con el “dedo de Dios”, es decir, la fuerza o
poder de Dios que obra en Jesús (v. 20; cfr. Ex. 8, 15). El reino de Dios, no es sólo
futuro, alcanzar la vida eterna, es más bien, presente cuando Jesús expulsa
demonios, sana a los enfermos, resucita a los muertos, predica el amor entre los
hombres y perdona los pecados. El reino de Dios trae la victoria sobre Satanás, la
primera señal es la expulsión de los demonios. El segundo momento,
contemplamos la acción del Mesías como una guerra contra Satanás, que hasta
ahora era el fuerte. Ha venido Jesús, más fuerte y por ello Satanás debe entregar
su botín, es decir, los hombres a quienes dominaba (cfr. Lc.4,13; 10,18;
Is.53,11s). Con su muerte en la cruz y resurrección la acción del reino de Dios se
consolida cada vez más hasta que Jesús vuelva glorioso en su parusía. El poderío
de Satanás de va derrumbando. En este combate hay que optar por Cristo o contra
Cristo, quien es indiferente, está contra Jesús, quien no recoge las ovejas las
desparrama (cfr. Ez.34,5s). Finalmente, Jesús exhorta a la perseverancia a quien
ha escapado del dominio de Satanás, no se puede creer inexpugnable y
completamente seguro, porque puede caer en una situación peor de la que había
salido, como caer en apostasía después de haber conocido los secreteos del reino
de Dios (cfr. Hb.6,4-6).
La experiencia orante de Teresa de Jesús, le enseña que quien ora abre caminos
hacia el reino de Dios porque entra en comunión con el Hijo. “Puesta el alma en
esta oración de quietud, ya parece le ha concedido el Padre Eterno su petición de
darle acá su reino” (CV 31,11).