EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Evangelio según San Lucas 10,17-24.
Los setenta y dos volvieron y le dijeron llenos de gozo: "Señor, hasta los demonios
se nos someten en tu Nombre".
El les dijo: "Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo.
Les he dado poder para caminar sobre serpientes y escorpiones y para vencer todas
las fuerzas del enemigo; y nada podrá dañarlos.
No se alegren, sin embargo, de que los espíritus se les sometan; alégrense más
bien de que sus nombres estén escritos en el cielo".
En aquel momento Jesús se estremeció de gozo, movido por el Espíritu Santo, y
dijo: "Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas
a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque
así lo has querido.
Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie sabe quién es el Hijo, sino el Padre,
como nadie sabe quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera
revelar".
Después, volviéndose hacia sus discípulos, Jesús les dijo a ellos solos: "¡Felices los
ojos que ven lo que ustedes ven!
¡Les aseguro que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven y no lo
vieron, oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron!".
Comentario del Evangelio por :
Papa Francisco
Homilía del 23/04/2013 (trad. © copyright Libreria Editrice Vaticana)
"Los setenta y dos discípulos a los que Jesús había enviado, volvieron muy
alegres"
“Y una multitud considerable se adhiri￳ al Se￱or” (Hch 11,24) —, cuando vio
aquella multitud, se alegr￳. “Al llegar y ver la acci￳n de la gracia de Dios, se alegr￳”
(Hch 11,23). Es la alegría propia del evangelizador. Es, como decía Pablo VI, “la
dulce y consoladora alegría de evangelizar” (cf. Exort. Ap. Evangelii nuntiandi, 80).
Y esta alegría comienza con una persecución, con una gran tristeza, y termina con
alegría. Y así, la Iglesia va adelante, como dice un santo, entre las persecuciones
del mundo y los consuelos del Señor (cf. San Agustín, De civitate Dei, 18,51,2: PL
41,614). Así es la vida de la Iglesia. Si queremos ir por la senda de la mundanidad,
negociando con el mundo —como se quiso hacer con los Macabeos, tentados en
aquel tiempo—, nunca tendremos el consuelo del Señor. Y si buscamos únicamente
el consuelo, será un consuelo superficial, no el del Señor, será un consuelo
humano. La Iglesia está siempre entre la Cruz y la Resurrección, entre las
persecuciones y los consuelos del Señor. Y este es el camino: quien va por él no se
equivoca.
Pensemos hoy en la pujanza misionera de la Iglesia: en estos discípulos que
salieron de sí mismos para ponerse en camino, y también en los que tuvieron la
valentía de anunciar a Jesús a los griegos... Pensemos en la Iglesia Madre que
crece, que crece con nuevos hijos, a los que da la identidad de la fe, porque no se
puede creer en Jesús sin la Iglesia… Y pidamos al Se￱or esa libertad de espíritu, ese
fervor apostólico que nos impulse a seguir adelante, como hermanos, todos
nosotros:¡adelante!
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”