EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Evangelio según San Lucas 10,25-37.
Y entonces, un doctor de la Ley se levantó y le preguntó para ponerlo a prueba:
"Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la Vida eterna?".
Jesús le preguntó a su vez: "¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?".
El le respondió: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma,
con todas tus fuerzas y con todo tu espíritu, y a tu prójimo como a ti mismo".
"Has respondido exactamente, le dijo Jesús; obra así y alcanzarás la vida".
Pero el doctor de la Ley, para justificar su intervención, le hizo esta pregunta: "¿Y
quién es mi prójimo?".
Jesús volvió a tomar la palabra y le respondió: "Un hombre bajaba de Jerusalén a
Jericó y cayó en manos de unos ladrones, que lo despojaron de todo, lo hirieron y
se fueron, dejándolo medio muerto.
Casualmente bajaba por el mismo camino un sacerdote: lo vio y siguió de largo.
También pasó por allí un levita: lo vio y siguió su camino.
Pero un samaritano que viajaba por allí, al pasar junto a él, lo vio y se conmovió.
Entonces se acercó y vendó sus heridas, cubriéndolas con aceite y vino; después lo
puso sobre su propia montura, lo condujo a un albergue y se encargó de cuidarlo.
Al día siguiente, sacó dos denarios y se los dio al dueño del albergue, diciéndole:
'Cuídalo, y lo que gastes de más, te lo pagaré al volver'.
¿Cuál de los tres te parece que se portó como prójimo del hombre asaltado por los
ladrones?".
"El que tuvo compasión de él", le respondió el doctor. Y Jesús le dijo: "Ve, y
procede tú de la misma manera".
Comentario del Evangelio por :
Benedicto XVI, papa de 2005 a 2013
Encíclica “Deus caritas est”, §15 (trad. © copyright Libreria Editrice
Vaticana)
“¿Cuál de los tres… ha sido el prójimo del hombre que cayó en manos de
los bandidos?”
La parábola del buen Samaritano (cf. Lc 10, 25-37) nos lleva sobre todo a dos
aclaraciones importantes. Mientras el concepto de “prójimo” hasta entonces se
refería esencialmente a los conciudadanos y a los extranjeros que se establecían en
la tierra de Israel, y por tanto a la comunidad compacta de un país o de un pueblo,
ahora este límite desaparece. Mi prójimo es cualquiera que tenga necesidad de mí y
que yo pueda ayudar. Se universaliza el concepto de prójimo, pero permaneciendo
concreto. Aunque se extienda a todos los hombres, el amor al prójimo no se reduce
a una actitud genérica y abstracta, poco exigente en sí misma, sino que requiere mi
compromiso práctico aquí y ahora. La Iglesia tiene siempre el deber de interpretar
cada vez esta relación entre lejanía y proximidad, con vistas a la vida práctica de
sus miembros.
En fin, se ha de recordar de modo particular la gran parábola del Juicio final (cf. Mt
25, 31-46), en el cual el amor se convierte en el criterio para la decisión definitiva
sobre la valoración positiva o negativa de una vida humana. Jesús se identifica con
los pobres: los hambrientos y sedientos, los forasteros, los desnudos, enfermos o
encarcelados. “Cada vez que lo hicisteis con uno de estos mis humildes hermanos,
conmigo lo hicisteis” (Mt 25, 40). Amor a Dios y amor al prójimo se funden entre sí:
en el más humilde, encontramos a Jesús mismo y en Jesús encontramos a Dios.
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”