EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
martes 08 Octubre 2013
Martes de la vigésima séptima semana del tiempo ordinario
Libro de Jonás 3,1-10.
La palabra del Señor fue dirigida por segunda vez a Jonás, en estos términos:
"Parte ahora mismo para Nínive, la gran ciudad, y anúnciale el mensaje que yo te
indicaré".
Jonás partió para Nínive, conforme a la palabra del Señor. Nínive era una ciudad
enormemente grande: se necesitaban tres días para recorrerla.
Jonás comenzó a internarse en la ciudad y caminó durante todo un día,
proclamando: "Dentro de cuarenta días, Nínive será destruida".
Los ninivitas creyeron en Dios, decretaron un ayuno y se vistieron con ropa de
penitencia, desde el más grande hasta el más pequeño.
Cuando la noticia llegó al rey de Nínive, este se levantó de su trono, se quitó su
vestidura real, se vistió con ropa de penitencia y se sentó sobre ceniza.
Además, mandó proclamar en Nínive el siguiente anuncio: "Por decreto del rey y de
sus funcionarios, ningún hombre ni animal, ni el ganado mayor ni el menor,
deberán probar bocado: no pasten ni beban agua;
vístanse con ropa de penitencia hombres y animales; clamen a Dios con todas sus
fuerzas y conviértase cada uno de su mala conducta y de la violencia que hay en
sus manos.
Tal vez Dios se vuelva atrás y se arrepienta, y aplaque el ardor de su ira, de
manera que no perezcamos".
Al ver todo lo que los ninivitas hacían para convertirse de su mala conducta, Dios se
arrepintió de las amenazas que les había hecho y no las cumplió .
Salmo 130(129),1-2.3-4ab.7-8.
Desde el abismo clamo a ti, Señor,
¡Señor, escucha mi voz!
que tus oídos pongan atención
al clamor de mis súplicas!
Señor, si no te olvidas de las faltas,
Adonai, ¿quién podrá subsistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así se te venera.
Como confía en la aurora el centinela,
así Israel confíe en el Señor;
porque junto al Señor está su bondad
y la abundancia de sus liberaciones,
y él liberará a Israel
de todas sus culpas.
Evangelio según San Lucas 10,38-42.
Mientras iban caminando, Jesús entró en un pueblo, y una mujer que se
llamaba Marta lo recibió en su casa.
Tenía una hermana llamada María, que sentada a los pies del Señor,
escuchaba su Palabra.
Marta, que estaba muy ocupada con los quehaceres de la casa, dijo a
Jesús: "Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola con todo el
trabajo? Dile que me ayude".
Pero el Señor le respondió: "Marta, Marta, te inquietas y te agitas por
muchas cosas,
y sin embargo, pocas cosas, o más bien, una sola es necesaria. María eligió
la mejor parte, que no le será quitada".
Comentario del Evangelio por :
Beata Isabel de la Trinidad (1880-1906), carmelita descalza
Ultimo retiro
«María, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra»
“Vuestra fuerza está en el silencio” (cf Is 30,15)… Mantener la fuerza en el Se￱or,
es hacer la unidad en todo su ser a través del silencio interior, es recoger todas sus
fuerzas para ocuparlas únicamente en el ejercicio de amar; es tener esa mirada
simple que permite que la luz se derrame (Mt, 6,22). Un alma que entra en
discusión con su yo, que está ocupada en sus sensibilidades, que discurre
pensamientos inútiles, un deseo sin importancia, esta alma dispersa sus fuerzas, no
está del todo ordenada a Dios… Todavía hay en ella cosas demasiado humanas, hay
una disonancia.
El alma que todavía guarda en su reino interior alguna cosa, que todas sus fuerzas
no están “concentradas” en Dios, no puede ser una perfecta “alabanza de gloria”
(Ef 1,14); no está en estado de cantar sin cesar el “cántico nuevo”, el gran cántico
del que habla san Pablo, porque la unidad todavía no reina en ella; y, en lugar de
continuar su alabanza a través de todas las cosas con sencillez, precisa, sin cesar,
reunir las cuerdas de su instrumento un poco desperdigadas por todos lados.
¡Cuán indispensable es para el alma que quiere vivir ya aquí la vida de los
bienaventurados, es decir, de los seres simples, de los espíritus, esta bella unidad
interior! Me parece que el Maestro se refería a esta mirada cuando hablaba a María
Magdalena de lo “único necesario”. ¡C￳mo lo comprendi￳ la gran santa! La mirada
de su alma iluminada por la luz de la fe, había reconocido a su Dios bajo el velo de
la humanidad, y, en el silencio, con sus fuerzas unidas, “escuchaba la palabra que
Él le decía”… Sí, no sabía nada fuera de Él.
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”