CICLO C
TIEMPO DE ADVIENTO
I DOMINGO
Adviento significa Advenimiento, llegada de Dios, que está eternamente en camino
hacia nosotros. Es el Dios-amor que busca estar junto a nosotros sus hijos, como
un padre, como una madre. Es el mensaje del Adviento, que comienza hoy.
Adviento es tiempo de preparación para la Navidad, la fiesta del Emmanuel, el Dios-
con-nosotros. Igual en todo a nosotros menos en el pecado. Es el gran misterio que
conmemoramos en la Navidad: Dios toma la naturaleza humana, para que el
hombre participe de la naturaleza divina.
El tiempo de Adviento será un tiempo de entrenamiento intensivo, en el que nos
preparamos para saber descubrir la presencia de Dios a lo largo de toda la carrera
de nuestra existencia. Tiempo de reavivar nuestra capacidad para recibir al Señor
en todos los momentos de nuestra vida. Siempre. Ahora también.
El Señor vino en Belén de Judá, un lugar determinado y concreto, encuadrado en
unas coordenadas geográficas. Es un personaje real, histórico. Nació de Santa
María Virgen, en un establo de animales. Vendrá al final con gloria para juzgar a
vivos y muertos. Será un Juez Salvador. Pero habrá un verdadero juicio de nuestro
paso por la vida. Y viene ahora: lo sabemos por la fe y el amor. “Estad siempre
despiertos” (Evangelio).
El Evangelio nos relata cómo Cristo anunció el fin del mundo. Que no será un
cataclismo de miedo y angustia. Nuestro Dios no provoca el mal ni las catástrofes.
No es un Dios de destrucción, sino de creación. No es un Dios de muerte. Es amigo
de la vida. Un Dios siempre fiel a su alianza de amor con nosotros. Dios de amistad
y amor. De luz no de tinieblas. Un Dios de misericordia y de paciencia. Que nos
ama hasta el extremo, hasta la muerte. “Nuestro Señor Jesucristo vendrá
ciertamente hacia el fin de este mundo, en el último día, con gloria. Se realizará
entonces la consumación de este mundo, y este mundo, que fue creado al principio,
será otra vez renovado” (San Cirilo de Jerusalén).
Dios juzga salvando. Él es nuestra justicia. Será el fin del pecado, de la maldad, y
la muerte. Que ya han sido vencidos por Cristo Resucitado. Cuando de nuevo venga
con gloria el Señor, seremos juzgados en el amor.
Santos e irreprensibles hemos de presentarnos ante Dios nuestro Padre (segunda
lectura). No sólo en el juicio futuro. Ahora también.
MARIANO ESTEBAN CARO