Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Ciclo C, Tiempo Ordinario,
Domingo de la Semana No. 28
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Volvió Naamán al profeta y alabó al Señor * El Señor
revela a las naciones su salvación. * Si perseveramos, reinaremos con Cristo * ¿No
ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?
Textos para este día:
2 Reyes 5, 14-17:
En aquellos días, Naamán de Siria bajó al Jordán y se bañó siete veces, como había
ordenado el profeta Eliseo, y su carne quedó limpia de la lepra, como la de un niño.
Volvió con su comitiva y se presentó al profeta, diciendo: "Ahora reconozco que no
hay dios en toda la tierra más que el de Israel. Acepta un regalo de tu servidor."
Eliseo contestó: "¡Vive Dios, a quien sirvo! No aceptaré nada." Y aunque le insistía,
lo rehusó. Naamán dijo: "Entonces, que a tu servidor le dejen llevar tierra, la carga
de un par de mulas; porque en adelante tu servidor no ofrecerá holocaustos ni
sacrificios a otros dioses fuera del Señor."
Salmo 97:
Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas: su diestra le ha
dado la victoria, su santo brazo. R.
El Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia: se acordó de su
misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel. R.
Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. Aclama al
Señor, tierra entera, gritad, vitoread, tocad. R.
2 Timoteo 2, 8-13:
Querido hermano:
Haz memoria de Jesucristo, resucitado de entre los muertos, nacido del linaje de
David.
Éste ha sido mi Evangelio, por el que sufro hasta llevar cadenas, como un
malhechor; pero la palabra de Dios no está encadenada:
Por eso lo aguanto todo por los elegidos, para que ellos también alcancen la
salvación, lograda por Cristo Jesús, con la gloria eterna.
Es doctrina segura: si morimos con él, viviremos con él. Si perseveramos,
reinaremos con él. Si lo negamos, también él nos negará. Si somos infieles, él
permanece fiel, porque no puede negarse a sí mismo.
Lucas 17, 11-19:
Yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. Cuando iba a
entrar en un pueblo, vinieron a su encuentro diez leprosos, que se pararon a lo
lejos y a gritos le decían: "Jesús, maestro, ten compasión de nosotros."
Al verlos, les dijo: "Id a presentaros a los sacerdotes."
Y, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba
curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se echó por tierra a los pies de
Jesús, dándole gracias.
Éste era un samaritano.
Jesús tomó la palabra y dijo: "¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve,
¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?"
Y le dijo: "Levántate, vete; tu fe te ha salvado."
Homilía
Temas de las lecturas:
1. Leprosos de ayer y de hoy
1.1 La enfermedad de la lepra era más que una enfermedad para la gente de los
tiempos bíblicos. Era vista como una especie de manifestación exterior de un mal
interior y por eso se asociaba con el concepto de pecado y con las nociones de
inmundicia e impureza.
1.2 Dentro de esta lógica, la reacción frente a la lepra sólo podía ser de rechazo al
mismo leproso. Actitud tanto más grave cuanto que lo que se entendía por "lepra"
en aquella época incluía muchas afecciones de la piel y no sólo lo que nosotros
entendemos hoy con este nombre.
1.3 En dos lecturas de hoy, la primera y el evangelio, aparece la victoria sobre la
lepra. En el primer caso por la intercesión del profeta Eliseo; en la segunda por el
mandato de nuestro Señor Jesucristo. Sin embargo, estas dos lecturas tienen en
común algo más que una enfermedad.
2. La Gratitud
2.1 Agradecimiento y gracia están emparentados en español y también en la vida:
nada nos mueve tanto a agradecer como recibir un regalo, una gracia, un bien que
necesitábamos o deseábamos pero que por alguna razón estaba más allá de
nuestras previsiones, recursos o fuerzas.
2.2 La sanación de la lepra, que implicaba también el comienzo de la sanación de
toda la vida social e interpersonal del enfermo, es un regalo, una gracia de esa
naturaleza. Y el pagano Naamán lo mismo que el samaritano curado del evangelio
de hoy manifiestan una inmensa gratitud. No es casualidad que se trate de dos
personas que no pertenecían directamente al pueblo de Dios: precisamente, cuanto
más "excluidos" parecía que estaban, más les alegra sentirse y saberse curados.
2.3 Aquí hay una lección para nosotros: el que más reconoce su necesidad y el que
menos cree merecer el remedio es quien mejor y más pronto ve la mano de Dios y
la agradece. Y lo opuesto también es verdad: quien se considera muy fuerte o
quien tiene asumido que se lo merece todo no encuentra apenas de qué dar
gracias.