XXVIII Semana del Tiempo Ordinario (Año Impar)
Viernes
Lecturas bíblicas
a.- Rom. 4, 1-8: Abrahán creyó a Dios.
b.- Lc. 12, 1-7: Testigos de la fe.
Este evangelio es una llamada de atención de Jesús a los apóstoles, que lo
escuchan para no ser como los fariseos. Les advierte que sean vigilantes, para no
caer en la hipocresía de los fariseos, oculta tras un comportamiento aparentemente
correcto. Imagen que corresponde a la de sepulcros blanqueados. La intención de
Jesús es que los apóstoles que lo escuchan no sigan el ejemplo de estos modelos
de piedad, porque corren el peligro de llevar una doble vida. La intención de Jesús,
es que sus discípulos sean quienes lleven la palabra de Dios a las muchedumbres,
por ello deben estar penetrados de ella. La levadura poseía un poder oculto,
pernicioso, como la hipocresía de los fariseos, se presentan al exterior distintos de
lo que realmente son. En vista de eso Jesús les exige a sus discípulos la
trasparencia y transformación interior. Es la palabra de Dios la que transformará e
interior del discípulo y porque es luz saldrá a su vida pública. Lo que se ha dicho en
la comunidad, en el grupo, pugna por salir a la luz. El radio de expansión se hace
mayor cuanto más sea el campo de gentes a que llegue el mensaje del evangelio.
Hay que convencerse que la palabra de Dios tiene un poder que ningún poder del
mundo puede limitar, es fuerza de Dios, luz imperecedera, aunque se proclame en
tiempos de persecución en voz baja, como de paz en que se proclamará
públicamente. Los discípulos son sus amigos, les ha iniciado en los misterios de
Dios, ellos participarán también de su suerte (cfr. Jn.15, 14s). Les recuerda a sus
amigos que camina hacia Jerusalén, hacia su elevación a la cruz, resurrección y
ascensión al Padre, también los discípulos conocerán la persecución y las amenazas
de muerte (vv. 4-5). No deberán temer a los que matan el cuerpo, porque no
pueden influir en su vida eterna, sino a Dios que los puede precipitar en el infierno,
que después de esta vida decide el destino de cada ser humano. Jesús habla de los
dos temores pero hay que temer más a Dios que a los hombres. Lo definitivo es
que Dios Padre contempla a sus hijos, no los olvida, Dios se cuida de todo lo creado
hasta de los pájaros y los cabellos de cabeza de cada uno, si le interesa todo,
mucho más se cuidará de los discípulos de su Hijo. La confianza en su admirable
Providencia de Padre, es el valor que se necesita, para soportar lo más difícil,
porque también, la persecución y martirio, están dentro del solícito proyecto de
economía de salvación de Dios Padre. Lo normal es vivir en la confianza de saber
que Dios Padre se ocupa de nosotros y tomamos su mano fuerte y poderosa,
exigente y bondadosa, que nos sostiene, como lo hizo con su Hijo, también lo hace
con cada uno de nosotros.
Teresa de Jesús habla de su experiencia, saberse amada por Cristo, y por lo mismo,
discípula y testigo de su amor salvador. “No es pequeño bien y regalo del discípulo
ver que su maestro le ama” (CV 26,10).