Comentario al evangelio del Jueves 17 de Octubre del 2013
La Iglesia hace hoy memoria de San Ignacio de Antioquia, obispo y mártir. Un hombre que supo hacer
de su particular recorrido hacia el martirio una escuela personal y comunitaria para acercarse más a
Dios y, sobre todo, para ser cada vez más discípulo, más cristiano. Así termina una de sus cartas más
famosas: “Soy trigo de Dios, y he de ser molido por los dientes de las fieras, para llegar a ser pan
limpio de Cristo… Ahora empiezo a ser discípulo .
Y además, hoy 17 es el día mundial para la erradicación contra la pobreza . Sería raro orar con la
Palabra de Dios hoy sin dejarnos interpelar por esto: “Sí, os lo repito: se le pedirá cuenta a esta
generación”.
La primera lectura de Pablo nos presenta una eterna pregunta, solo aparente elección; ¿la fe o las
obras? En ningún lugar San Pablo lo presenta como una disyuntiva, ¡al contrario! La fe, se muestra por
las obras, pero que ingenuidad sería pensar que por puras obras movemos el mundo o ganamos el
beneplácito de Dios… Y, sin embargo, lo tenemos metido dentro!
Sólo Dios es Dios. Todo es gracia. También mis obras, mi libertad, mi deseo de empeñar mi vida por
quienes más lo necesitan. Hoy es un buen día para no quebrar la vida e impedir que nuestra fe y
oración vaya por un lado y nuestras obras por otro. NO echemos balones fuera. Será juzgada “esta”
generación, cada una de ellas, la “nuestra, la de quien se acerca a leer el Evangelio siglo tras siglo,
porque cada uno de nosotros es responsable en su momento de lo que puede hacer. Optar por los
pobres en Cristo, no puede ser solo una pose espiritual; luchar contra la pobreza no puede ser sólo un
sentimiento piadoso o una estrategia de partido. Como muestra, las palabras del Papa Francisco al
visitar el pasado 1º de septiembre el centro de refugiados Astalli en Roma:
“La simple acogida no basta. No basta dar un sándwich si no se acompaña de la oportunidad de
aprender a caminar sobre sus propios pies. La caridad que deja a los pobres tal y como están no es
suficiente. La misericordia verdadera, aquella que Dios nos da y nos enseña, pide justicia, pide que el
pobre encuentre su camino para dejar de serlo”.
Vuestra hermana en la fe, Rosa Ruiz, Misionera Claretiana
Rosa Ruiz, misionera claretiana